Estudios recientes sobre la microbiota intestinal humana han observado un declive de la diversidad de la microbiota intestinal en los países occidentales en comparación con la de las sociedades tradicionales de países menos desarrollados.

En el número de octubre de Science, científicos de la Universidad Rutgers, en Estados Unidos, entre ellos María G. Domínguez-Bello, han planteado una cuestión relevante acerca de las medidas que se pueden adoptar para restaurar y preservar la microbiota intestinal para las generaciones venideras.

A lo largo del último decenio, numerosos estudios han revelado que una mayor diversidad de microorganismos en la microbiota intestinal está directamente correlacionada con una buena salud. La pérdida de esta diversidad microbiana con el transcurso de los años, a causa de la industrialización y el estilo de vida de las sociedades occidentales, está directamente vinculada a un aumento de las enfermedades metabólicas, inmunitarias y cognitivas como la obesidad, el asma, la enfermedad inflamatoria intestinal, el autismo y otros trastornos mentales.

Numerosos estudios revelan que una mayor diversidad de microorganismos en la microbiota intestinal está directamente correlacionada con una buena salud

Un nuevo informe publicado en Cell ha puesto de manifiesto que pasados únicamente entre 6 y 9 meses de una migración de Tailandia hacia Estados Unidos existen consecuencias drásticas sobre la microbiota intestinal, provocando un empobrecimiento de la diversidad microbiana y un mayor riesgo de obesidad.

La microbiota humana occidental está perdiendo bacterias de los géneros Lactobacillus, Bifidobacterium, Bacteroides, Prevotella, Oxalobacter, entre otras, esenciales para nuestra comunidad microbiana intestinal. Estos grupos bacterianos mejoran, por ejemplo, la función protectora del microbioma intestinal, la digestión, o las funciones de los sistemas inmunitario y nervioso.

La pérdida de la diversidad microbiana, a causa de la industrialización y el estilo de vida de las sociedades occidentales, está directamente vinculada a un aumento de las enfermedades

¿Pero cómo “salvar” la microbiota a fin de mejorar y mantener la salud de las generaciones presentes y futuras? Los autores sugieren que cuidar de nuestros microbios constituiría un primer paso hacia nuevos tratamientos, no solo para las enfermedades intestinales, sino también para otras afecciones crónicas vinculadas al microbioma como las alergias, la obesidad y la diabetes. Las acciones siguientes, por ejemplo, podrían preservar el estado actual de la microbiota intestinal:

  • El uso racional de los antibióticos.
  • La reducción del número de cesáreas inútiles.
  • El fomento de la lactancia materna.
  • La reducción de los productos antimicrobianos en nuestro entorno.
  • La mejora de nuestra alimentación, aumentando la ingesta de fibra y de alimentos variados a fin de favorecer la diversidad microbiana y una buena salud.
  • El consumo de alimentos funcionales que contengan probióticos, prebióticos y postbióticos.

La Dra. Domínguez Bello recalca asimismo que intentar restablecer nuestra microbiota no será tarea fácil, ya que aún no entendemos completamente los mecanismos de las interacciones microbios-huésped o microbios-microbios. Por otra parte, seguimos sin tener una definición clara de “microbiota sana”. Además, otros factores como la zona geográfica, la edad del huésped, el sexo y la genética humana podrían afectar también a la composición y la funcionalidad de la microbiota intestinal, lo cual puede dificultar la labor de encontrar una fórmula universal.

Los autores nos recuerdan que, como comunidad, nuestra misión más urgente es la de preservar lo que queda y “salvar” los microbios que están a punto de desaparecer. Una de las soluciones posibles sería almacenar muestras humanas en biobancos, tanto en las sociedades industrializadas como en los países menos desarrollados. A pesar de todas las dificultades que supone la puesta en marcha de estas iniciativas, urge actuar, a fin de preservar la salud de las próximas generaciones.

 

 

Referencia:                                                               

Maria G. Dominguez-Bello, Rob Knight, Jack A. Gilbert, Martin J. Blaser. Preserving microbial diversity. Science. 2018. DOI : 10.1126/science.aau8816.