La anorexia nerviosa es un trastorno psiquiátrico caracterizado por desnutrición crónica severa e inanición. A partir de la adolescencia temprana, la anorexia se convierte en una enfermedad duradera, que puede ser letal potencialmente hasta en el 40% de los casos. Aunque el tratamiento de la anorexia combina terapias de conversación con realimentación, los resultados han demostrado una eficacia limitada en la restauración del equilibrio corporal y psicológico. Pequeños estudios científicos han destacado la importancia de la conexión intestino-cerebro en la anorexia y el potencial para manipular el microbioma intestinal. Sin embargo, determinar la implicación específica de la microbiota intestinal en la anorexia es clave para impulsar las intervenciones.

Un análisis exhaustivo ha arrojado nueva luz sobre el papel de la composición y la función de la microbiota intestinal en la evolución de la anorexia, al alterar la expresión genética en el cerebro que controla el apetito.

Los científicos han encontrado diferencias en los niveles de componentes virales y bacterianos en las muestras de heces de mujeres con anorexia, en comparación con las mujeres con un peso saludable. A medida que aumentaba la riqueza y la diversidad viral, la diversidad bacteriana general disminuía. Al observar las bacterias intestinales individuales, Pedersen et al. encontraron que había un alto nivel de ciertas bacterias en las mujeres con anorexia, mientras que había un nivel más bajo de otras bacterias. Las funciones bacterianas también se vieron alteradas en los participantes con anorexia. Por ejemplo, la reducción bacteriana productora de vitamina B1 puede explicar la reducción típica de esta vitamina que se encuentra en pacientes con anorexia nerviosa. Además, la reducción de las bacterias intestinales responsables de la producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC), como varias especies de Roseburia, en personas con anorexia, también se ha relacionado con las alteraciones de la barrera epitelial y la reducción de la motilidad del colon, que se encuentra en esta enfermedad.

Los análisis de sangre también han mostrado 35 metabolitos relacionados con la microbiota en suero, como el aumento de los niveles de ácidos biliares secundarios y metabolitos del triptófano que intervienen en la regulación de la saciedad y la actividad de la serotonina, correlacionados con la anorexia. Estos elementos pueden ser el origen de la insensibilidad al hambre y la falta de respuesta de recompensa a la comida y, por lo tanto, pueden contribuir al mantenimiento del síndrome de anorexia nerviosa.

Teniendo esto en cuenta, el estudio del microbioma intestinal se complementó con la medición de los síntomas de los trastornos alimentarios a través de un cuestionario de autoinforme que mostraba una «relación entre la abundancia de ciertos grupos bacterianos y la baja autoestima, el perfeccionismo y la desregulación emocional general», como mencionaron los científicos. Además, la influencia se extendió a síntomas específicos asociados con la anorexia nerviosa, como el impulso a la delgadez y la insatisfacción corporal.

Comprender si los cambios en el microbioma surgen de la inanición causada por la enfermedad, o si la enfermedad surge debido al apetito inducido por la disbiosis y los cambios metabólicos es clave para futuras intervenciones

Los científicos también probaron si el microbioma intestinal afectaba directamente a los síntomas, mediante el trasplante de muestras fecales de participantes con anorexia y peso saludable en ratones que carecían de microbios intestinales y que seguían dietas restrictivas para imitar la anorexia. Los ratones con microbiomas intestinales anoréxicos inicialmente perdieron más peso y, con el tiempo, tuvieron un aumento de peso más lento.

Los autores también analizaron la expresión genética en los ratones. Los ratones que recibieron los microbiomas anoréxicos tenían una mayor expresión de algunos genes supresores del apetito (es decir, los genes Bdnf y Cartpt) en el centro de control del apetito del cerebro (llamado hipotálamo). A nivel del tejido adiposo, se incrementaron los genes que transforman la grasa blanca que almacena energía, en grasa parda que quema energía para calentar el cuerpo. Estos resultados ponen de manifiesto el papel potencial de las alteraciones del microbioma intestinal en la recuperación de la anorexia. Sin embargo, la dirección de la causalidad debe determinarse.

Comprender «si los cambios en el microbioma surgen de la inanición causada por la enfermedad, o si la enfermedad surge debido al apetito inducido por la disbiosis y los cambios metabólicos” es clave para futuras intervenciones, destacan Hildebrandt y Peyser en un breve artículo de este estudio. Además, hay que tener en cuenta que el estudio presenta algunas limitaciones, ya que consideró a un pequeño grupo de mujeres danesas con una forma grave de anorexia nerviosa y no se incluyó información específica sobre dieta o actividad física. Por lo tanto, otras etnias, formas más leves de enfermedad e información nutricional detallada deben incluirse en estudios futuros para respaldar estos hallazgos preliminares.

En conclusión, este estudio sugiere un papel del microbioma intestinal en el desarrollo de la anorexia. Si bien una combinación de tratamientos nutricionales y psiquiátricos debe ser el núcleo, se deben realizar análisis adicionales para probar si actuar sobre el microbioma intestinal con antibióticos para erradicar el microbioma intestinal alterado, o trasplantes de probióticos/microbiota fecal para reponerlo con los microbios adecuados, podría producir mejoras en la anorexia.

Si bien mantener la restauración del peso es el papel central de la rehabilitación nutricional en las personas con anorexia nerviosa, a la luz de los hallazgos actuales, el microbioma intestinal también debe considerarse como parte de las intervenciones nutricionales estándar actuales utilizadas en el entorno clínico para un tratamiento óptimo de la anorexia.

 

 

Referencias:

Fan Y, Støving RK, Berreira Ibraim S, et al. The gut microbiota contributes to the pathogenesis of anorexia nervosa in humans and mice. Nat Microbiol. 2023;8(5):787-802. doi:10.1038/s41564-023-01355-5

Hildebrandt T, Peyser D. The gut microbiome in anorexia nervosa. Nat Microbiol. 2023;8(5):760-761. doi:10.1038/s41564-023-01372-4