Cuando un individuo sano come, su estómago se dilata y envía una señal al cerebro para transmitirle la sensación de saciedad. Estas señales nos permiten decir: “¡ya no tengo hambre!»

En el caso de los trastornos alimentarios, uno o más de esos mecanismos de detección o de alerta no funcionan adecuadamente y esto provoca una alteración de la sensación de saciedad postprandial (tras las comidas), una sensación incómoda de pesadez en el estómago que puede desembocar en náuseas e hinchazón.

En individuos obesos, las señales de saciedad son menos sensibles y el vaciamiento gástrico más rápido, lo cual incita a comer más

El artículo de Christine Feinle-Bisset y sus colegas explica los mecanismos vinculados a numerosos trastornos alimentarios.

  • En el caso de la obesidad, todos los mecanismos de saciedad parecen ser defectuosos. De hecho, ciertos estudios muestran que los pacientes con sobrepeso ingieren mayores cantidades de comida antes de sentirse saciados. El vaciamiento gástrico en pacientes obesos es más rápido que en personas sanas. Si bien serán necesarios más estudios al respecto, parece que los pacientes obesos son menos sensibles a las señales de saciedad asociados al consumo de lípidos. Esto significa que cuando consumen alimentos ricos en grasas, no se sienten igual de saciados que lo haría una persona sana.
  • La dispepsia funcional es un trastorno multifactorial caracterizado por náuseas, pesadez, molestias, hinchazón y vómitos. Una mayor sensibilidad a la distensión estomacal provoca en estos pacientes sensación de incomodidad tras las comidas. Estos tienen además una mayor sensibilidad intestinal a algunos nutrientes, lo que les lleva a pensar que son intolerantes al gluten o la lactosa, aunque esto requiere de nuevos estudios. Mientras que entre el 60 y el 70 % de las personas declaran ser hipersensibles a la ingesta de lípidos, no se ha estudiado aún el caso de otros nutrientes como proteínas, gluten y FODMAP.
  • Se habla de anorexia del envejecimiento cuando la ingesta de alimentos de un individuo de entre 60 y 75 años disminuye.  A medida que la persona envejece, la eficiencia de sus órganos decae, lo cual a menudo se traduce en un vaciamiento gástrico más lento, y esto puede causar una sensación de saciedad provocada por la distensión abdominal y una absorción de nutrientes ralentizada. Como consecuencia, esas personas tienen menos apetito a una edad en que precisamente los aportes de energía son un indicador de buena salud. Por el contrario, ciertos estudios han demostrado que en las personas mayores, el efecto saciante de las proteínas es menor, lo que las empuja a comer más. En algunos casos, y siguiendo los consejos de un dietista, una dieta rica en o completada con proteínas parece ser el mejor tratamiento para este trastorno alimentario y para asegurar el mantenimiento de la masa muscular.

En el futuro, sería interesante que los investigadores se centraran en el vínculo entre microbiota intestinal y trastornos alimentarios

Este artículo, incluido en la edición especial de Nutrients «Alimentación y dieta para la función y disfunción intestinal” pone de manifiesto que se han observado problemas con la detección alimentaria en numerosos trastornos alimentarios. Aún serán necesarios más estudios en este campo para entender mejor la relación causa-efecto entre los sistemas de saciedad defectuosos y los trastornos alimentarios como obesidad, dispepsia y anorexia

Numerosas publicaciones de GMFH News Watch muestran que la microbiota intestinal está relacionada con muchas enfermedades, por lo que sería interesante que en el futuro los investigadores se interesen por este vínculo con los trastornos alimentarios.

 

Referencia:

Hajishafiee, M.; Bitarafan, V.; Feinle-Bisset, C. Gastrointestinal Sensing of Meal-Related Signals in Humans, and Dysregulations in Eating-Related Disorders. Nutrients 2019, 11, 1298. Doi: 10.3390/nu11061298.