Motivos por los que no toda la investigación sobre el microbioma intestinal está lista para aplicarse

El microbioma intestinal actúa como un órgano del cuerpo humano que responde a la dieta y a cambios ambientales, influye en las funciones del organismo y afecta a cómo respondemos de determinada manera a dietas o fármacos. Entre 2014 y 2024, el número de publicaciones centradas en el microbioma intestinal de PubMed fue de 53 450, cifra que representa cuatro quintos del total de publicaciones en los últimos 40 años que investigaron este tema. Entre algunas iniciativas recientes y todavía en curso sobre el microbioma, están la Human Microbiome Action y la World Microbiome Partnership, ambas presentadas en 2024, y el proyecto Le French Gut y Human Microbiome Project 2 (también conocido como el Integrative Human Microbiome Project). El creciente número de investigaciones también ha ido acompañado por una amplia cobertura acerca de las pesquisas sobre el microbioma en los medios, no siempre ajustada a la ciencia y sin ponderar.1, 2, 3

A pesar de todo lo que la comunidad científica ha averiguado en los últimos años, es necesario superar ciertos desafíos antes de usar los recientes avances sobre el microbioma en el día a día.4, 5, 6 Una de las sesiones de la Digestive Disease Week trató acerca de qué se debe hacer y qué no en lo que respecta a la nutrición personalizada según el microbioma al abordar enfermedades gastrointestinales. «El análisis del microbioma constituye un área prometedora que ayudará a controlar a los pacientes a lo largo del tiempo cuando se proporcionen otros datos clínicos y a supervisar los cambios en el microbioma intestinal tras intervenciones dirigidas en una persona», comentó Elena Verdú, que investiga sobre el papel del microbioma intestinal en la enfermedad celíaca y es profesora de Gastroenterología en la Universidad McMaster de Ontario, Canadá. «Para que esto suceda, tenemos que abordar las limitaciones metodológicas, rastrear los cambios del microbioma intestinal a lo largo del tiempo en vez de solo en un único momento e integrar la medicina personalizada en las actuales directrices clínicas y de tratamiento», explicó la doctora Verdú.

«Debe aclararse que, mientras estos productos no se regulen adecuadamente, en ninguna circunstancia pueden utilizarse o venderse como pruebas diagnósticas, ni para asesorar a pacientes sobre cómo mejorar los hábitos de alimentación con determinados suplementos dietéticos. No obstante, hay algunos tipos de pruebas basadas en la microbiota que, si se validan completamente, podrían ser útiles a la hora de establecer un diagnóstico positivo del síndrome del intestino irritable, la enfermedad inflamatoria intestinal o el cáncer colorrectal. Aunque también es cierto que la comunidad de especialistas en gastroenterología debería mantenerse al tanto de las novedades y no cerrarse al mundo de la microbiota, porque no hay duda de que este tipo de pruebas evolucionarán y serán útiles tanto para el personal médico como para los pacientes», dijo el doctor Javier Santos, gastroenterólogo del Hospital Universitario Vall d’Hebron de Barcelona.

Asimismo, «también se debe tener en cuenta la ansiedad que pueden causar en los pacientes los resultados de una prueba de microbioma que muestre una disminución de Lactobacillus o un incremento de Proteobacteria, cuando no hay una intervención clara posterior que trate su trastorno gastrointestinal, además de la carga financiera relacionada con los costes de dichas pruebas y recomendaciones en línea», comentó Verdú.

Según Joël Doré, ecologista con formación en el área microbiana y director de investigación en el INRAE (Instituto Nacional de Investigación sobre Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente de Francia), los tres principales desafíos que la investigación sobre el microbioma debe superar son: 1) definir en qué consiste el «microbioma sano» o el «microbioma asociado a la salud»; 2) establecer formas de supervisar el estado de la simbiosis huésped-microbios que supone el microbioma, pero también las características del huésped en el ámbito intestinal que afectan a parámetros sistémicos (permeabilidad intestinal, inflamación, estrés oxidativo); 3) proporcionar respaldo científico a la eficacia de las recomendaciones de mejora de la salud a través del microbioma.

 

¿Qué se entiende por microbioma intestinal «sano» o «normal»?

En todas partes hay consejos sobre cómo mejorar la salud y el microbioma intestinales, pero definir qué es un microbioma «sano» o «normal» es un desafío. La comunidad científica ha sugerido que un microbioma intestinal sano resiste agravios endógenos (es decir, el ácido estomacal) y exógenos (las infecciones), mantiene una estabilidad a largo plazo, proporciona a su huésped nutrientes esenciales, como las vitaminas y los subproductos de la fermentación, y ayuda a mantener las funciones metabólicas e inmunitarias en buen estado.7

Todavía hay muchas incógnitas acerca de los miles de microorganismos que habitan el intestino: aproximadamente, el 20 % de las secuencias genéticas de las bacterias no han sido identificadas y sigue sin conocerse la función que desempeña el 40 % de los 10 millones de genes bacterianos que se estima que hay en total. «Todavía no estamos preparados para identificar un microbioma sano de forma rápida y convincente; por ese motivo, el personal gastroenterólogo no acepta ampliamente las pruebas de microbiota en el ámbito clínico», explicó Santos. «Una microbiota sana sería, más o menos, aquella que es capaz de adaptarse y recuperarse funcionalmente de situaciones cambiantes, incluso las extremas, como la presencia de enfermedades o la exposición a antibióticos o quimioterapia».

 

¿El microbioma es parte del motivo por el que las personas respondemos todas de manera distinta a la dieta?

La calidad de la base alimenticia está conectada con la salud del microbioma intestinal y, en última instancia, con los resultados sanitarios. Sin embargo, en vez de buscar los mejores alimentos o productos para alcanzar un microbioma intestinal más sano o solucionar un problema del intestino, es más importante enfocarse en toda la dieta. Doré explicó que, para las personas con síntomas que no necesiten consultar a un profesional sanitario, probablemente, la mejor recomendación sea adoptar una dieta mediterránea o cretense. Por cuestiones de diversidad en la riqueza del microbioma, y se ha demostrado que el consumo de 30 frutas, verduras, legumbres, frutos de cáscara dura y condimentos frescos diferentes a la semana es el objetivo más adecuado. También implica una reducción de la huella de carbono total de cada individuo, beneficiando así la salud propia y la del planeta en general.

Doré también mencionó que, para las personas que procuran mejorar la salud intestinal al tiempo que consultan sobre síntomas más serios o por cualquier dolencia crónica que esté acompañada de síntomas intestinales, sin necesidad de valorar el microbioma en ese momento, el mejor abordaje es comenzar con una buena dieta y añadir una combinación de suplementos que actuarán sobre la permeabilidad intestinal, la inflamación y el estrés oxidativo. Por último, en los, afortunadamente, raros casos de personas con una microbiota intestinal muy alterada y que padezcan enfermedades potencialmente mortales, poco a poco la ciencia va reuniendo pruebas de los posibles beneficios del trasplante de microbiota fecal, pero esto es otro tema que se aleja un poco de la nutrición.

Dada la enorme variación existente en el microbioma intestinal entre personas, -incluso entre gemelos idénticos-, es probable que el microbioma forme parte del motivo por el que no todos respondemos de la misma manera a una dieta para perder peso o para abordar el síndrome del intestino irritable (SII). Amandine Everard, investigadora de la Universidad Católica de Lovaina, en Bruselas, explicó que la forma general de la microbiota intestinal, incluidas su riqueza y diversidad, así como la abundancia de taxones de bacterias específicos, son factores importantes que predicen la respuesta a abordajes dirigidos al microbioma intestinal, como los probióticos, los prebióticos y los posbióticos. «La dieta es un factor fundamental que dirige las actividades metabólicas del microbioma intestinal e influye, por tanto, en la respuesta al abordaje dirigido a dicho microbioma. Es posible que otros factores externos, como los fármacos, pero también inherentes, como el sexo, influyan en la respuesta a este enfoque», indicó Everard.

Otros estudios también han descubierto que el microbioma fecal podría ayudar a predecir qué pacientes con SII responderán a una dieta baja en FODMAP o a los probióticos, al tener metabolitos microbianos que trabajan mejor que la composición de la microbiota intestinal por sí sola (taxones de bacterias intestinales).10, 11, 12

El futuro de la nutrición personalizada según el microbioma resulta prometedor. «Podríamos imaginar que, además de los parámetros antropométricos, metabólicos y diagnósticos, sería posible usar biomarcadores vinculados a la microbiota intestinal en un algoritmo que predijera la intervención más apropiada enfocada a una aplicación específica para una persona en concreto. Dichos abordajes se han desarrollado para mejorar el control glucémico y los perfiles lipídicos en sangre basados en un algoritmo de aprendizaje automático que integra funciones clínicas y de microbioma», explicó Everard. «Además, debido al número potencialmente elevado de factores que se deben tener en cuenta en la nutrición personalizada según el microbioma, parece pertinente imaginar un sistema sanitario que realizase un seguimiento de la respuesta de cada individuo a la intervención y que se alimentase dicho algoritmo de forma continua». Los hallazgos presentados durante los Días del SII 2024 también sugieren el potencial de combinar pacientes con esta dolencia en distintos grupos según el tipo de síntomas digestivos y su gravedad, los factores psicológicos, la dieta y el estilo de vida para individualizar la gestión del SII, en vez de adoptar una estrategia única para todos.13

 

Al celebrar el Día Mundial del Microbioma 2024, es importante reflexionar acerca de las innovadoras investigaciones y los prometedores avances en la ciencia del microbioma. Aunque es significativo el progreso en la comprensión de la función del microbioma intestinal en la nutrición personalizada y la salud, las incertidumbres y los desafíos todavía son numerosos. Dichos obstáculos enfatizan la necesidad de una investigación y una colaboración continuas para aprovechar totalmente el potencial que ofrece la ciencia del microbioma a la hora de mejorar los resultados sanitarios.

Reconozcamos el papel clave que desempeñan nuestros compañeros microbianos en nuestro bienestar. Apoyemos el esfuerzo científico y las iniciativas de concienciación pública que mejoran nuestra comprensión y aplicación de la salud del microbioma. En conjunto, podemos favorecer una apreciación más profunda del complejo mundo que existe en nuestro interior y trabajar en pro de un futuro más sano para nosotros y el planeta.

 

Lecturas adicionales:

  1. Hanage WP. Microbiology: Microbiome science needs a healthy dose of skepticism. Nature. 2014; 512(7514):247-8. doi: 10.1038/512247a.
  2. Marcon AR, Turvey S, Caulfield T. ‘Gut health’ and the microbiome in the popular press: a content analysis. BMJ Open. 2021; 11(7):e052446. doi: 10.1136/bmjopen-2021-052446.
  3. Prados-Bo A, Rabassa M, Bosch M, et al. Online information in Spanish on probiotics, yoghurt, kefir, kombucha, fibre and prebiotics: an analysis of the quality of information and the certainty of the evidence supporting health claims. BMJ Open. 2022; 12(8):e063316. doi: 10.1136/bmjopen-2022-063316.
  4. Britton RA, Verdu EF, Di Rienzi SC, et al. Taking microbiome science to the next level: recommendations to advance the emerging field of microbiome-based therapeutics and diagnostics. Gastroenterology. 2024. doi: 10.1053/j.gastro.2024.05.023.
  5. Hoffmann DE, von Rosenvinge EC, Roghmann MC, et al. The DTC microbiome testing industry needs more regulation. Science. 2024; 383(6688):1176-1179. doi: 10.1126/science.adk4271.
  6. The Lancet Gastroenterology Hepatology. Direct-to-consumer microbiome testing needs regulation. Lancet Gastroenterol Hepatol. 2024; 9(7):583. doi: 10.1016/S2468-1253(24)00163-8.
  7. Wilmanski T, Rappaport N, Diener C, et al. From taxonomy to metabolic output: what factors define gut microbiome health? Gut Microbes. 2021; 13(1):1-20. doi: 10.1080/19490976.2021.1907270.
  8. Armet AM, Deehan EC, O’Sullivan AF, et al. Rethinking healthy eating in light of the gut microbiome. Cell Host Microbe. 2022; 30(6):764-785. doi: 10.1016/j.chom.2022.04.016.
  9. Asnicar F, Berry SE, Valdes AM, et al. Microbiome connections with host metabolism and habitual diet from 1,098 deeply phenotyped individuals. Nat Med. 2021; 27(2):321-332. doi: 10.1038/s41591-020-01183-8.
  10. Rossi M, Aggio R, Staudacher HM, et al. Volatile organic compounds in feces associate with response to dietary intervention in patients with irritable bowel syndrome. Clin Gastroenterol Hepatol. 2018; 16(3):385-391.e1. doi: 10.1016/j.cgh.2017.09.055.
  11. Wilson B, Kanno T, Slater R, et al. Faecal and urine metabolites, but not gut microbiota, may predict response to low FODMAP diet in irritable bowel syndrome. Aliment Pharmacol Ther. 58(4):404-416. doi: 10.1111/apt.17609.
  12. Gibbons SM, Gurry T, Lampe JW, et al. Perspective: leveraging the gut microbiota to predict personalized responses to dietary, prebiotic, and probiotic interventions. Adv Nutr. 2022; 13(5):1450-1461. doi: 10.1093/advances/nmac075.
  13. Byale A, Lennon RJ, Byale S, et al. High-dimensional clustering of 4000 irritable bowel syndrome patients reveals seven distinct disease subsets. Clin Gastroenterol Hepatol. 2024; 22(1):173-184.e12. doi: 10.1016/j.cgh.2022.09.019.

 

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