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La ciencia emergente busca respuestas en el microbioma intestinal para prevenir la fragilidad ósea

Se han observado alteraciones de la composición y de las funciones del microbioma en ciertas enfermedades que provocan pérdida ósea o aumentan el riesgo de fracturas. Es el caso de la malnutrición, la obesidad o las enfermedades inflamatorias.  Esto ha llevado a los científicos a indagar sobre una posible relación entre la microbiota intestinal y los huesos.

Los primeros datos sobre  la conexión entre la microbiota  intestinal y los huesos se han obtenido en estudios con ratones que muestran cómo el microbioma intestinal puede afectar a la resistencia ósea, probablemente a través de  la vitamina K derivada de microbios y otras vías como los ácidos grasos de cadena corta.

La manera en que evoluciona la densidad mineral ósea a lo largo de la vida refleja los cambios en la diversidad de la microbiota intestinal. Tanto la diversidad microbiana como la densidad mineral ósea disminuyen con la edad y con la menopausia, lo cual también sugiere un posible vínculo entre ambos. Asimismo, al tratar de comprender mejor el funcionamiento de la conexión entre el intestino y los huesos, los científicos han constatado que  una barrera intestinal alterada puede dar lugar a respuestas inmunitarias inflamatorias que derivan en un incremento de las células implicadas en la destrucción ósea en lugar de las que contribuyen a la formación ósea.

Las pruebas en humanos sobre el papel del microbioma intestinal en el metabolismo óseo son escasas. Hasta ahora, se han obtenido a partir de estudios sobre cómo ciertos patrones dietéticos que incluyen una gran cantidad de alimentos de origen vegetal, como la dieta mediterránea, se asocian a una reducción del riesgo de fracturas, probablemente mediada por el microbioma intestinal, y de pequeños estudios de intervención que examinan el efecto de ciertos probióticos en la pérdida ósea.

 

¿Ya se conocen los dos factores más determinantes para cuidar de nuestros huesos?

La ciencia ha demostrado que la dieta y el ejercicio son los dos factores clave a la hora de minimizar la pérdida ósea y, por tanto, prevenir la osteoporosis.  De hecho, en términos de dieta, proteínas, calcio, vitamina D y vitamina K son nutrientes esenciales para la resistencia ósea.

La proteína dietética, ya sea animal o vegetal, tiene un efecto beneficioso sobre la salud ósea. Sin embargo, si se ingiere en pequeñas cantidades, no es suficiente para prevenir la pérdida ósea, especialmente a partir de los 40 años, que es cuando esta comienza.  Por lo tanto, es importante asegurarse de que las dietas de alta densidad nutricional incluyan una cantidad adecuada de proteínas, junto con otros nutrientes importantes para los huesos como el calcio, la vitamina D y la vitamina K.

El calcio es el material de construcción de los huesos y los dientes fuertes. Los productos lácteos y el pescado enlatado que incluye espinas blandas (como las sardinas) son las fuentes de calcio más accesibles.  La mejor manera de ingerir la cantidad diaria recomendada de calcio es incluir tres porciones diarias de productos lácteos (es decir, un vaso de leche o bebida vegetal enriquecida con calcio, dos yogures y dos rodajas de queso semicurado). Los veganos o los vegetarianos pueden encontrarlo en las almendras, las verduras de hoja verde (por ejemplo, espinacas y col rizada) y los cítricos.

La vitamina D ayuda al intestino a absorber el calcio y depositarlo en el cartílago para formar los huesos. El sol es la mejor fuente de vitamina D y se puede tomar de forma segura al mediodía, cuando se encuentra en su punto más alto.  Lo que significa que  para un adulto caucásico, en verano, 15 minutos de exposición a la luz solar del mediodía tres veces por semana es suficiente para mantener niveles saludables de vitamina D.  Sin embargo, encuestas recientes en países con una gran exposición solar (como Grecia, Chipre y España) han puesto de manifiesto una deficiencia generalizada de vitamina D en sus habitantes. Lo cual evidencia la necesidad de complementar la exposición a la luz solar con una dieta que incluya alimentos ricos en vitamina D (por ejemplo, huevos, aceites de pescado, leche, mantequilla) y alimentos enriquecidos para garantizar la exposición correcta a la vitamina D en la población general.

La vitamina K reviste dos formas (K1 y K2) y también es importante para activar las proteínas implicadas en la formación y la mineralización de los huesos. Mientras que la vitamina K1 se encuentra principalmente en las verduras de hoja verde y las crucíferas, la vitamina K2 es producida por bacterias y también se encuentra en los quesos duros, el pollo, el cerdo y los alimentos fermentados.  Si bien parece que la vitamina K2 puede tener un efecto más protector sobre los huesos que la vitamina K1, los estudios que exploran el papel de la vitamina K en forma de suplementos han arrojado resultados dispares.

El ejercicio es el segundo factor más importante para la construcción de unos huesos sólidos.  En particular, los ejercicios en los que nuestro cuerpo soporta su propio peso, como caminar o jugar al tenis, parecen ser los más eficaces para prevenir la osteoporosis.

 

¿Tienen los probióticos un papel en el cuidado de la salud ósea?

Sobre la base de los estudios emergentes que muestran que la microbiota intestinal está parcialmente involucrada en la salud ósea, los científicos sugieren que podría contemplarse el uso de probióticos específicos junto con el calcio y la vitamina D.

Algunos ensayos controlados aleatorios han demostrado que cepas específicas de Bacillus y Lactobacillus, solas o en combinación con otros nutrientes beneficioso para los huesos, como el calcio, la vitamina D y las isoflavonas, pueden influir en la salud ósea. Sin embargo, es difícil atribuir el efecto sobre los huesos solo a los probióticos.

Los efectos de los probióticos sobre la densidad mineral ósea y el proceso de resorción ósea seguido de regeneración con hueso nuevo (es decir, recambio óseo) se han estudiado   principalmente en mujeres posmenopáusicas sanas. Este es el caso,  por ejemplo, de  un ensayo doble-ciego, controlado con placebo, que examinó el efecto del probiótico Limosilactobacillus reuteri ATCC PTA 6475 sobre la pérdida  ósea en mujeres con una edad media de 76 años y con una masa ósea mermada.  Después de un año, el uso del probiótico llevó a una reducción de la pérdida de densidad mineral ósea de la tibia en las que habían estado tomando el probiótico en comparación con el grupo del placebo.

En otro ensayo controlado aleatorio, tras administrar una combinación de tres  cepas  de Lactobacillus durante  un  año, se observó  una mejoría en la pérdida ósea lumbar, y en un estudio de seis meses sobre el probiótico Bacillus subtilis C-3102, se obtuvo un aumento de la densidad mineral ósea de la cadera  y cambios en los marcadores de resorción ósea. En general, la magnitud del efecto en los estudios publicados es limitado y ninguno de ellos ha investigado el efecto de los probióticos sobre las fracturas nuevas.

Además de los complementos alimenticios probióticos, los productos lácteos fermentados como el queso, el yogur y el kéfir también pueden mejorar las características de los huesos gracias al calcio, las proteínas, los prebióticos y los probióticos que contienen.

La mayoría de los tratamientos disponibles para la osteoporosis se centran en la mejora de la densidad mineral ósea. Sin embargo, los tratamientos para mejorar la calidad de la matriz ósea escasean. Influir directa o indirectamente en el microbioma intestinal a través de probióticos podría ayudar a fortalecer la matriz ósea en el marco de una dieta equilibrada acompañada de ejercicios físicos de alto impacto con pesas.

 

En resumen:

  • Las pruebas emergentes sugieren una conexión entre el microbiota intestinal y los huesos.
  • Se ha demostrado que la dieta y el ejercicio son los dos factores más relevantes a la hora de mantener unos huesos fuertes.
  • Se ha observado que cepas probióticas específicas, solas o en combinación con nutrientes con un impacto positivo conocido en la salud ósea, mejoran en cierta medida la densidad mineral ósea, sin embargo, aún se desconocen sus beneficios a largo plazo para las fracturas óseas.

 

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