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El tipo de alimentación temprana es un factor clave para el desarrollo del microbioma intestinal en los recién nacidos

Independientemente del debate científico actual sobre si el origen de los microbios intestinales de un ser humano comienza durante el embarazo o en el momento del nacimiento, lo que está más claro es que la diversidad del microbioma intestinal (es decir, la cantidad de diferentes tipos de microorganismos y cómo se distribuyen en el intestino del bebé) y sus funciones durante la primera infancia se ven afectadas por el modo de nacimiento, el tipo de alimentación, el uso de antibióticos, la ubicación geográfica y la convivencia con hermanos o mascotas.

Un bebé sano primero tiene un microbioma intestinal de baja diversidad que está dominado por bifidobacterias y su composición depende en gran medida de cómo se alimenta al bebé.

La lactancia materna promueve la abundancia de especies de Lactobacillus y Bifidobacterium, estas últimas especializadas en degradar un tipo de azúcar llamado oligosacáridos de la leche humana, que es el tercer componente más abundante en la leche materna. Esos tipos de azúcares, que tienen más de 200 estructuras diferentes únicas para cada madre, no se digieren en el tracto digestivo superior del bebé. En cambio, llegan al colon, donde son fermentados por bifidobacterias que contribuyen a proteger a los bebés de infecciones y enfermedades relacionadas con el sistema inmunitario.

Por el contrario, los bebés alimentados con biberón albergan un microbioma intestinal más diverso que se asemeja al de los niños mayores, con una mayor abundancia de patógenos bacterianos potenciales (por ejemplo, algunas especies de Enterococcus y Streptococcus) y bacterias intestinales que se alimentan de proteínas como combustible preferido, en lugar de carbohidratos.

La dieta temprana también afecta el metabolismo del microbioma intestinal. Los lactantes amamantados tienen una mayor abundancia de los metabolitos lactato y acetato en comparación con los niños alimentados con biberón, que es uno de los múltiples factores que contribuye a explicar los beneficios para la salud de la lactancia materna. A medida que el bebé crece y los genes involucrados en el metabolismo de los azúcares de la leche materna se necesitan menos, el microbioma intestinal madura para digerir el almidón que se encuentra en los alimentos sólidos como los cereales y los tubérculos.

 

Los orígenes y efectos en la salud de la microbiota de la leche materna

La madre proporciona la primera semilla importante para la colonización microbiana en el intestino del bebé al nacer por parto vaginal, y posiblemente después a través de la leche materna.

Aunque inicialmente se pensó que la leche materna era un líquido estéril, investigaciones recientes han encontrado que la leche materna tiene su propia microbiota que puede tener dos orígenes. En primer lugar, es posible que la boca del bebé o la piel materna proporcionen algunas bacterias a la leche. En segundo lugar, los científicos han sugerido una ruta interna por la cual las cepas bacterianas maternas se transfieren desde el intestino materno a los conductos mamarios y la leche, a través de la circulación linfática/sanguínea.

La leche materna contiene una comunidad microbiana rica y diversa que es tan única como nuestra huella dactilar y está exquisitamente diseñada para satisfacer las necesidades nutricionales del bebé. Su composición está compuesta principalmente por Staphylococcus y Streptococcus, seguidas por especies de Lactobacillus y Bifidobacterium.

Los científicos apenas comienzan a comprender los innumerables beneficios de la leche humana, desde un crecimiento y desarrollo adecuados, hasta un alto desempeño en pruebas de inteligencia más adelante en la vida, que dependen de la microbiota de la leche materna pero también de una amplia gama de nutrientes y otros compuestos que aún no se han identificado por completo.

También vale la pena señalar que la obesidad materna, la alergia y la enfermedad celíaca, el parto por cesárea y recibir antibióticos durante el embarazo y la lactancia pueden reducir la colonización del intestino y la leche materna de la madre por bifidobacterias protectoras, lo que a su vez podría afectar el desarrollo del sistema inmunológico del bebé, con un impacto potencial en la salud futura.

 

¿Qué pueden hacer las bifidobacterias por la salud infantil?

Las bacterias del género Bifidobacterium son las más abundantes en el intestino de los lactantes sanos amamantados, aunque sus niveles disminuyen en la edad adulta, lo que sugiere el importante papel de esas bacterias en el crecimiento y desarrollo infantil.

Las bifidobacterias actúan solas y en equipo (a través de favorecer la presencia de otros microbios relacionados con la salud, como las bacterias productoras de butirato tales como Faecalibacterium prausnitzii y Eubacterium) en el proceso de maduración de la composición del microbioma intestinal, lo que genera una gran cantidad de beneficios para la salud del niño, que incluyen:

  • limitar la colonización del intestino infantil por microbios patógenos,
  • fortalecer la función de barrera intestinal,
  • degradar la fibra dietética y proporcionar nutrientes esenciales, y
  • tener propiedades antiinflamatorias.

El papel de las bifidobacterias en la salud intestinal y del sistema inmunológico de los recién nacidos y los niños ha sido una de las áreas más estudiadas en la investigación de la microbiota intestinal. El equilibrio correcto de cepas de Bifidobacterium en el intestino del bebé juega un papel importante en la educación del sistema inmunológico y la prevención de respuestas inflamatorias inadecuadas que pueden favorecer el desarrollo de alergias, diabetes tipo 1 y enfermedades inflamatorias del intestino.

Por ejemplo, un estudio reciente encontró que la baja abundancia de especies de bifidobacterias, y especialmente la falta de su capacidad para metabolizar los oligosacáridos de la leche humana, está relacionada con la inflamación intestinal. Cuando se suplementó a los bebés con la cepa B. infantis EVC001, que puede metabolizar esos sustratos, los niveles de marcadores inflamatorios en las heces disminuyeron.

 

Algunos probióticos pueden ayudar a normalizar el microbioma intestinal de los bebés que nacen por cesárea, que son alimentados con biberón o que están expuestos a antibióticos

Las cesáreas, la alimentación con biberón y la exposición a antibióticos son situaciones comunes en los primeros años de vida que pueden reducir la abundancia de bifidobacterias protectoras en el intestino del bebé, lo que sugiere que estos bebés podrían beneficiarse de la suplementación con probióticos.

Algunos estudios han encontrado que la suplementación con probióticos con una mezcla de B. lactis Bi-07, B. lactis HN019 y L. rhamnosus HN001 o L. rhamnosus KL53A y B. breve PB04 puede ayudar a normalizar el microbioma intestinal de los bebés nacidos por cesárea.

Otro estudio encontró que un probiótico multiespecie a base de B. breve Bb99, Propionibacterium freundenreichii subsp. shermanii JS, L. rhamnosus Lc705 y L. rhamnosus GG mejoró la mayoría de los efectos no deseados del parto por cesárea y el tratamiento con antibióticos sobre el microbioma intestinal.

Asimismo, la suplementación con una fórmula infantil fermentada que contiene B. breve C50 y Streptococcus thermophilus 065, prebióticos (galactooligosacáridos de cadena corta y fructooligosacáridos de cadena larga) y compuestos bioactivos o prebióticos (fructooligosacáridos y galactooligosacáridos) junto con un componente de la grasa de la leche materna también se ha utilizado para ayudar a los bebés alimentados solo con biberón o que habían iniciado la transición de la lactancia materna a la fórmula, a lograr una composición de la microbiota fecal similar a la de los lactantes.

Los bebés prematuros también son candidatos para recibir un tratamiento con probióticos debido a la alta probabilidad de desarrollar enterocolitis necrosante. En ese sentido, la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica ha establecido la recomendación, con evidencia de certeza baja, de proporcionar L. rhamnosus GG ATCC53103 o la combinación de B. infantis Bb-02, B. lactis Bb-12 y Streptococcus thermophilus TH-4 para reducir las tasas de enterocolitis necrotizante en bebés prematuros.

Aunque no siempre se ha aclarado el grado en que el sistema inmunitario está involucrado, los hallazgos sugieren que existe la posibilidad de utilizar probióticos específicos para garantizar un microbioma intestinal saludable, ayudar al desarrollo de respuestas inmunes tempranas y prevenir algunas enfermedades relacionadas con un microbioma intestinal alterado más adelante en la vida.

 

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