Crédito de la imagen: Emily Knox.

La edad que aparentamos es igual de importante que la edad que realmente tenemos

Es imposible detener el paso del tiempo, sin embargo sí podemos fijarnos en la edad que aparenta nuestro cuerpo en lo que respecta tanto a las funciones físicas como a las mentales (lo que se conoce como edad biológica).

En otras palabras, nuestra verdadera edad (la cronológica) es un número inalterable, pero nuestra edad biológica no tiene por qué corresponder al número de velas que soplamos el día de nuestro cumpleaños.

 

Envejecer de forma saludable es posible, y cuidar de nuestra microbiota intestinal es un buen punto de partida

Obviamente, no se trata de una idea nueva, ya que hace tiempo que se sabe que el microbioma intestinal es un factor que afecta a la salud y la longevidad. Hace ya más de un siglo que Elie Metchnikoff, considerado el padre de los probióticos, propuso actuar sobre el intestino mediante el consumo de bacterias ácido-lácticas como las que se encuentran en los yogures, a fin de retrasar la aparición de los primeros síntomas del decaimiento cognitivo asociado al envejecimiento.

Joël Doré, director de investigación del INRAE (Instituto Nacional de Investigación para la Agricultura, la Alimentación y el Medio ambiente francés), nos recuerda que en 2017 el equipo de Dawn Bowdish demostró en un estudio con ratones que el envejecimiento va acompañado de una alteración de la microbiota intestinal que podría activar la respuesta inflamatoria.

Pero la teoría que vincula el microbioma intestinal a un envejecimiento sano no ha despertado el interés de los científicos hasta muy recientemente.

 

El microbioma evoluciona a medida que envejecemos

Tras la introducción de alimentos sólidos en la dieta de los bebés, la microbiota intestinal se va diversificando gradualmente y tiende a mantenerse relativamente estable. Pero a partir de los 60-65 años, la diversidad de la microbiota intestinal suele empezar a decaer, al igual que el número de cepas de bifidobacterias, mientras que aumentan las bacterias que anteriormente no eran predominantes (como los grupos bacterianos potencialmente inflamatorios).

Estudios recientes llevados a cabo con individuos centenarios han revelado que los cambios en la microbiota intestinal relacionados con la edad no son un asunto trivial, ya que están vinculados a la fragilidad y a la salud física general.

También se ha demostrado que la dieta es el componente que más influye en las alteraciones de la microbiota intestinal que se producen en función del lugar de residencia de las personas mayores.

Por ejemplo, los científicos han observado en sujetos japoneses de una edad media de 107 años un microbioma intestinal característico enriquecido con microorganismos implicados en la generación de ácidos biliares. Estos compuestos de la bilis facilitan la digestión de las grasas y tienen propiedades antimicrobianas particularmente eficaces contra Clostridioides difficile, responsable de la diarrea y la colitis aguda. Estos hallazgos explicarían el papel protector de la microbiota frente a las infecciones en los centenarios.

Sin embargo, ninguno de estos estudios ha demostrado que las bacterias intestinales alarguen la vida de los individuos. Por lo tanto, seguimos sin saber si se puede considerar el microbioma intestinal como la gallina (causa) o el huevo (consecuencia) del envejecimiento.

 

Primeras evidencias del papel causal del microbioma intestinal en el envejecimiento del cerebro en ratones

En un artículo publicado en Nature Aging, Marcus Boehme, del University College Cork (Irlanda), describe cómo el trasplante de microbiota fecal de ratones jóvenes a roedores viejos atenúa los trastornos cognitivos y revierte algunos aspectos de la inmunidad periférica y cerebral.

Los autores han descubierto que se contrarrestaban muchos de los efectos del envejecimiento en el aprendizaje y la memoria, así como los efectos negativos del envejecimiento en las células inmunitarias periféricas. El trasplante de la microbiota intestinal de los ratones jóvenes también consiguió revertir el aumento del tamaño del cuerpo de la microglía-las células inmunitarias que residen en el cerebro-secundario al envejecimiento.

Según Joël Doré, «Estos experimentos con animales son esenciales para conocer el papel causal que juega la microbiota intestinal en el envejecimiento.»

Si bien aún es necesario trasladar estos hallazgos en ratones al hombre, lo que ya sabemos es que para disfrutar de un cerebro y un sistema inmunitario sanos durante toda nuestra vida es necesario cuidar de nuestro microbioma intestinal. La buena noticia es que el estilo de vida es incluso más determinante que la edad a la hora de moldear las comunidades microbianas del intestino y conseguir que se asemejen a las de individuos sanos más jóvenes.

Existen, por supuesto, consejos prácticos sobre cómo envejecer saludablemente actuando sobre la microbiota intestinal. Según Joël Doré: «Preservar la riqueza del microbioma y la barrera intestinal es sin duda uno de los medios más efectivos para prevenir el envejecimiento de la microbiota y del sistema inmunitario. Para ello, un buen punto de partida es asegurar una ingesta diversificada y rica de alimentos orgánicos de origen vegetal (por su aporte de fibra y polifenoles).»

 

Referencias:

Thevaranjan N, Puchta A, Schulz C, et al. Age-associated microbial dysbiosis promotes intestinal permeability, systemic inflammation, and macrophage dysfunction. Cell Host Microbe. 2017; 21(4): 455-466. doi: 10.1016/j.chom.2017.03.002.

Mackowiak PA. Recycling Metchnikoff: probiotics, the intestinal microbiome and the quest for long life. Front Public Health. 2013; 1:52. doi: 10.3389/fpubh.2013.00052.

Boehme M, Guzzetta KE, Bastiaanssen TFS, et al. Microbiota from young mice counteracts selective age-associated behavioral effects. Nat Aging. 2021; 1:666-676. doi: 10.1038/s43587-021-00093-9.

Biagi E, Franceschi C, Rampelli S, et al. Gut microbiota and extreme longevity. Curr Biol. 2016; 26(11):1480-1485. doi: 10.1016/j.cub.2016.04.016.

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Sato Y, Atarashi K, Plichta DR, et al. Novel bile acid biosynthetic pathways are enriched in the microbiome of centenarians. Nature. 2021. doi: 10.1038/s41586-021-03832-5.