«Somos lo que comemos» es algo que hemos escuchado durante años, y no solo en la consulta del médico. Y ahora, la ciencia tiene suficientes elementos para sostener esta teoría, como por ejemplo, el estudio  recientemente llevado a cabo por el Dr. Gary Wu, de la facultad de medicina Perelman en la Universidad de Pensilvania. En efecto, el equipo de investigadores dirigido por Wu ha descubierto que las bacterias alojadas en nuestro tracto intestinal se desarrollan de forma diferente en función de la alimentación de la persona.

Además de profesor de gastroenterología de la universidad de Pensilvania Wu fue el anterior director y presidente del comité científico consultivo del Centro para la Investigación y la Educación sobre la Microbiota Intestinal de la Asociación Americana de Gastroenterología. Es un experto en las interacciones entre las bacterias intestinales y el huésped y ha centrado sus investigaciones esencialmente en la dieta y el metabolismo. Wu asistió a la conferencia Bdebate  sobre microbioma intestinal que se celebró en el museo de la ciencia Cosmocaixa de Barcelona (los días 30 de junio y 1 de julio). Allí fue donde concedió una entrevista a los editores de GMFH, durante la que habló de la dieta y de cómo cuidar de nuestros microbios.

¿Somos lo que comemos? O deberíamos decir más bien: ¿somos lo que come nuestra microbiota intestinal?

En términos generales, lo que comemos tiene una influencia directa en nosotros, independientemente de nuestra microbiota intestinal, ya que obviamente se trata de alimentos y de nutrientes. Parte de lo que comemos es empleado por los microbios del tracto intestinal para producir todo tipo de pequeñas moléculas; de hecho, las bacterias poseen unos genes específicos que les permiten fabricar esas moléculas que nosotros no podemos producir. Y esas pequeñas moléculas circulan por nuestro organismo, lo cual explica que la microbiota influya en las funciones de órganos alejados de donde se ubica esta. Por lo tanto, se puede decir que sí, que somos lo que comemos, pero también lo que comen nuestros microbios, así como lo que producen y que acabamos absorbiendo.

¿Un cambio de alimentación significa un cambio en la composición y la diversidad de la microbiota intestinal?

Ciertos estudios han revelado que las personas que viven por ejemplo en sociedades agrícolas en África tienen una composición microbiana diferente a la de los habitantes de lugares industrializados, como por ejemplo, Estados Unidos o los países europeos. Hace dos años, realizamos un estudio sobre la composición de la microbiota intestinal en veganos -cuya dieta se basa principalmente en vegetales – y omnívoros con una dieta tradicional. Constatamos, curiosamente, que si bien existían diferencias entre las composiciones de sus microbiotas, estas eran mínimas.

¿Y cómo se explica esto?

Yo creo que la dieta afecta a la microbiota, aunque si nos basamos en publicaciones anteriores, ese efecto se produce rápidamente -en unas 24 horas- pero es relativamente débil. En cualquier caso, cuando usted alimenta a su microbiota intestinal con alimentos diferentes de los de su propia dieta, los microbios producirán diferentes tipos de pequeñas moléculas. De tal manera que aunque la microbiota de un vegano y de un omnívoro no sean radicalmente diferentes, los tipos de pequeñas moléculas que producen varían por seguir una dieta mayoritariamente vegetal u omnívora.

Nosotros no disponemos por ejemplo de las enzimas necesarias para digerir las numerosas moléculas que contienen los productos basados en vegetales, pero las bacterias intestinales son capaces de fermentarlas, con lo cual pueden producir esas moléculas. Y si su dieta consiste mayoritariamente en vegetales, como en el caso de los veganos, la microbiota producirá más de esas pequeñas moléculas que si su dieta se compone de menos vegetales, como por ejemplo en el caso de una dieta omnívora.

Por tanto, ¿seguir una dieta sana basada en vegetales favorece una microbiota intestinal sana?

Existe una gran variabilidad entre individuos: mi microbiota intestinal difiere enormemente de la suya, por ejemplo. Y la dieta tiene poca influencia en la composición de la microbiota intestinal si se compara con las diferencias entre individuos. ¿Practicar una dieta sana cambia la microbiota intestinal? Es difícil de saber.

El mensaje clave es que ya sabemos, gracias a numerosos indicios epidemiológicos, que una dieta saludable, basada principalmente en vegetales está vinculada a un menor riesgo de enfermedades cardíacas, de síndrome metabólico y de obesidad. Las dietas pueden ser beneficiosas o nocivas independientemente de los microbios alojados en el intestino de cada uno. La perspectiva es primordial.

En un estudio de 2011, usted descubrió que las personas con una dieta rica en carne contaban con un mayor número del género Bacteroides que modelaban su microbiota mientras que aquellos con una dieta rica en fibra tenían más bacterias Prevotella.

Prevotella tiende a ser más abundante en individuos que viven en entornos agrícolas de África, mientras que el género Bacteroides tiende a ser predominante en personas que viven en países industrializados. Un artículo publicado el año pasado mostraba que la predominancia de Prevotella o Bacteroides implican una mejor respuesta al consumo de hidratos de carbono complejos y a la tolerancia a la glucosa, lo cual es relevante para el síndrome metabólico y la diabetes.

Según este estudio, si una persona tiene una predominancia de Prevotella, sus oportunidades de responder de forma positiva a una dieta con hidratos de carbono complejos con respecto a la tolerancia a la glucosa mejoraban respecto a un tipo de microbiota en el que predominan las Bacteroides. Lo cual resulta lógico, ya que el género Prevotella es muy eficaz a la hora de fermentar los hidratos de carbono complejos. Pero debemos mostrarnos muy cautos. Hoy por hoy, esta es una de las primeras publicaciones que muestran un efecto sobre el síndrome metabólico. ¿Estos resultados son aplicables a todo el mundo? Aún es pronto para saberlo. Pero yo tengo grandes esperanzas de que dentro de un par de años dispongamos de mucha más información al respecto.

¿Y qué hay del impacto de los antibióticos en la microbiota intestinal?

El uso de antibióticos ha transformado radicalmente el campo de la medicina. Han salvado más vidas que cualquier otra intervención, incluidas las vacunas o el agua limpia. Y cuando se utilizan en un contexto médico adecuado, su papel es muy importante. El problema es que debido a su fácil acceso, su uso está muy extendido en la práctica de la medicina. Y eso podría trastornar la microbiota intestinal en los niños y aumentar el riesgo de enfermedades del sistema inmunitario como el asma. Pero el abuso de antibióticos también está derivando en una resistencia antimicrobiana, lo cual en mi opinión es un problema incluso mucho más preocupante.

¿Se pueden usar los antibióticos y los probióticos para modelar la microbiota intestinal?

Yo creo firmemente en que aparecerán nuevos tipos de probióticos, una nueva generación de probióticos que tendrá un mayor efecto sobre la salud. Pero todavía es pronto para decir si se pueden usar antibióticos para matar las bacterias nocivas y probióticos para reforzar e incrementar el número de bacterias beneficiosas. Pero soy optimista al respecto. Es solo que necesitamos más tiempo para encontrar formas de modelar la microbiota con la ayuda de antibióticos o probióticos o prebióticos en aras de una mejor salud.

¿En su opinión, cuáles serán los resultados más excitantes a los que asistiremos en años venideros en el ámbito de la microbiota intestinal y la nutrición?

Me interesa especialmente el ámbito de la dieta y la prevención de las enfermedades. En las últimas cinco o seis décadas, hemos sido testigos de un crecimiento exponencial de las enfermedades del sistema inmunitario como el asma, la enfermedad inflamatoria intestinal o el síndrome metabólico. Y esto no tiene un origen genético, sino ambiental. Y el microbioma y la dieta son dos componentes primordiales del entorno. Así que tengo la esperanza de que, aunque no sé cuándo -quizás en un par de años o durante el próximo decenio- sabremos lo suficiente acerca de la dieta y el microbioma para ayudarnos a frenar la incidencia creciente de esas enfermedades metabólicas y del sistema inmunitario. En mi opinión, la prevención de enfermedades es nuestro auténtico caballo de batalla, ya que será la que tenga un mayor impacto sobre las diferentes poblaciones.