Hasta ahora, la medicina y la ciencia han tratado la digestión y las emociones por separado, como si se tratara de puntos diseminados de un mismo mapa. La expresión inglesa «gut feeling», que significa instinto o corazonada, pero cuya traducción literal es sentimiento visceral, ilustra perfectamente esta percepción de la conexión entre las tripas y el cerebro. Y, sin embargo, la realidad es que la fisiología del intestino, los microbios y la mente siempre se han estudiado de forma independiente. Por ello, cuando usted se queja a su médico de estreñimiento y de depresión, acaba seguramente con dos recetas diferentes, resultado de dos conversaciones diferentes.

En su nuevo libro, The Mind-Gut Connection (la conexión entre el intestino y la mente), el gastroenterólogo y profesor de medicina de la Universidad de California de Los Angeles (UCLA) el Dr. Emeran Mayer comienza a relacionar estos puntos tan apartados de forma muy habilidosa. Mayer utiliza el libro para explicar las diferentes maneras en que se comunican el intestino y el cerebro, con una mención especial a la ciencia emergente sobre el importante papel de la microbiota intestinal.

La curiosidad genuina de Mayer por sus pacientes parece haber sido el detonante de esta carrera de investigador centrada en el eje intestino-cerebro. Tomó muy en serio los extraños síntomas de sus pacientes: súbitos e inexplicables vómitos matinales, ansiedad extrema acerca de depósitos tóxicos en el colon… Este libro es la culminación de una vida en busca de ampliar sus conocimientos.

En la primera parte, Mayer explica detalladamente cómo los mensajes circulan de arriba para abajo y viceversa (aunque la mayoría hacia arriba) entre el sistema digestivo y el cerebro.  Estos mensajes se envían por diferentes medios: neuronas, «la autopista de la información» del nervio vago y ciertas moléculas de señalización de las células inmunitarias. Uno de los capítulos está dedicado al «habla de los microbios»: la contribución de la microbiota intestinal a la comunicación entre el intestino y el cerebro. Ante el flujo constante de información que les llega sobre el estado emocional y los niveles de estrés de su huésped, los microbios intestinales reaccionan esencialmente ajustando su producción de metabolitos.

Más adelante, el libro explora las interacciones entre la mente y el microbioma intestinal y la manera en que modulan las experiencias emocionales día a día. Aquí Mayer hace hincapié en la influencia de los acontecimientos tempranos de la vida en el diálogo entre el intestino y el cerebro, una idea sustentada por unas investigaciones fascinantes realizadas con roedores.  Llega incluso a especular con que la ciencia podría revelar un papel fundamental de la microbiota intestinal a la hora de determinar la duración y la intensidad de nuestras emociones cotidianas.

Una tercera parte de la obra trata sobre la optimización de la salud del eje cerebro-intestino. Mayer explica cómo la dieta desempeña un papel en el modelado de la microbiota intestinal. Para ello se inspira de la investigación en grupos culturales con dietas completamente diferentes  a la de la típica persona norteamericana. Las diferencias en la dieta podrían incluso llegar a moldear la comunicación entre el cerebro y el intestino: el capítulo nueve, por ejemplo, recalca las pruebas aplastantes sobre los mecanismos por los cuales las dietas ricas en grasas podrían dañar el cerebro.  El libro insiste a continuación en la necesidad de volver a la dieta mediterránea así como a los alimentos fermentados beneficiosos para la salud.

En el capítulo final, el autor hace varias recomendaciones, algunas de las cuales se basan en pruebas y otras (como la de comer productos orgánicos) parecen responder a preocupaciones claramente californianas. Pero todas estas exhortaciones resultan muy útiles, como por ejemplo, la de «disfrute de las comidas en compañía», un recordatorio del modo de vida acelerado de las familias actuales.

En «The Mind-Gut Connection», Mayer demuestra poseer un buen manejo de la ciencia en un ámbito en el que ceñirse a los hechos resulta complicado. Lo fácil hubiese sido trazar unas líneas entre esos puntos de forma descuidada, como con un rotulador, para luego (tal y como lo hacen otros) intentar vender el resultado.

 

El punto fuerte de Mayer en esta primera obra tan popular es sin duda su contención a la hora de ofrecer un punto de vista científicamente equilibrado sobre cómo los microbios intestinales contribuyen a la comunicación entre el cerebro y el intestino. En efecto, no sostiene estar en posesión de una cura milagrosa para la depresión o los ataques de pánico. Tan solo cuenta cómo se toma la molestia de explicar esas conexiones entre lo que sienten en sus mentes y lo que experimentan en sus cuerpos a los pacientes que sufren esas enfermedades. Lo cual parece darles cierto ánimo y esperanza. Son pequeños detalles, pero nada triviales.

Referencias:

Mayer E. The Mind-gut connection: How the hidden conversation within our bodies impacts our mood, our choices, and our overall health. New York, NY: Harper Wave; 2016.

Palabras clave: eje intestino-cerebro, digestión, emociones, comunicación, mente, microbiota intestinal, humor, dieta, Emeran Mayer