El estrés. Todos lo hemos sentido alguna vez.  En ocasiones puede tratarse de un aliado poderoso que nos ayuda a ser más eficientes durante un examen o una conferencia. Sin embargo, si se convierte en un compañero de viaje, puede tratarse de un problema serio mental y de salud, llegando incluso a interferir en nuestra capacidad de llevar una vida normal. Asimismo, el estrés puede convertirse en un problema crucial en algunos momentos de nuestras vidas como el embarazo.

Numerosos estudios científicos han vinculado el estrés en las mujeres embarazadas con los nacimientos prematuros, el bajo peso al nacer, los problemas de piel, el asma e incluso la ansiedad, o el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Sin embargo, las razones subyacentes siguen siendo poco claras. Pero, ¿y si la microbiota intestinal tuviera algo que ver en este proceso?

Un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto de ciencias del comportamiento de la  Universidad  Radboud de Nimega, en los Países Bajos, publicado en la revista Psychoneuroendrocrinology, parece arrojar cierta luz sobre esta relación entre el estrés de las mujeres embarazadas y la microbiota de sus bebés.

Según los autores de este estudio, las madres gestantes que sufren un alto grado de ansiedad durante largos periodos  tienen más probabilidades de padecer trastornos de índole intestinal o reacciones alérgicas.

Para llegar a esta conclusión, los científicos tuvieron que reclutar a 56 mujeres encintas y medir sus niveles de estrés mediante un cuestionario y muestras de saliva en las que analizaron la concentración de cortisol, también llamada la hormona del estrés. Los investigadores neerlandeses examinaron más adelante la microbiota del intestino de los bebés mediante muestras de heces que se recogieron desde los 7 días a los 4 meses a partir de su nacimiento.

Según este grupo de expertos, existe una relación entre las mujeres embarazadas sometidas a altos niveles de estrés y la composición de la microbiota intestinal de sus hijos. Estos bebés tenían una relativa mayor concentración de bacterias del grupo de las Proteobacterias, las cuales, según el autor, son conocidas por contener más agentes patógenos (Escherichia, Serratia y Enterobacter) y menores cantidades de bacterias lácticas como Lactobacillus, Lactococcus, Aerococcus y Bifidobacterium.

En opinión de los expertos, la acumulación de todos estos factores está relacionada con un mayor riesgo de inflamación. Este patrón atípico de colonización bacteriana ha sido también relacionado con una mayor presencia de síntomas gastrointestinales y alergias. También observaron que, desafortunadamente,  la lactancia materna, tan eficaz para el desarrollo de microbios beneficiosos en los intestinos gracias al contenido prebiótico de la leche, no era suficiente para proteger al bebé de los efectos negativos del estrés de su madre.

A pesar de que por el momento se trate tan solo de una teoría, los investigadores ya especulan con que quizás el cortisol podría estar interfiriendo con la producción de bilis, y eso, a su vez, influiría en las bacterias intestinales. Por otra parte, también destacan que esta hormona del estrés podría ser capaz de traspasar la placenta e incrementar los niveles de cortisol del feto, afectando así al desarrollo de su tracto gastrointestinal.

Los autores del estudio afirman que sus investigaciones han sacado a la luz claros vínculos entre el estrés de la madre durante el embarazo y el desarrollo de la microbiota intestinal del recién nacido, así como su salud. En opinión de estos investigadores neerlandeses, los resultados obtenidos sugieren que existe con toda probabilidad un mecanismo por el que el estrés prenatal materno influye sobre el desarrollo del feto. No obstante, la forma en que se establece este vínculo sigue siendo desconocida y requiere investigaciones en más profundidad. Por último, los investigadores de la Universidad Radboud de Nimega consideran que su estudio podría abrir una nueva vía para las intervenciones bacterianas a fin de mejorar la salud y el desarrollo de los recién nacidos de madres con estrés.