Antes de nacer, el intestino de los bebés todavía no ha sido colonizado por las bacterias. Es durante el parto cuando se produce la principal descarga de microorganismos por parte de la madre, a través del microbioma vaginal. Y luego esa primera colonia de microbios se va ampliando a partir del contacto de la piel del bebé con la madre y de la lactancia materna, que contiene tanto microorganismos beneficiosos como su alimento favorito.
Sin embargo, lo cierto es que el padre también contribuye a establecer la microbiota del bebé durante el primer año de vida, como demuestra un reciente estudio internacional liderado por las universidades de Wageningen, Helsinki y Trento con la participación de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y publicado en la revista Cell Host & Microbe.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores compararon los microbiomas fecales de 21 bebés nacidos por cesárea y 53 por vía vaginal con los de sus madres y padres a lo largo de un año. El resultado fue que muchas de las cepas encontradas en los bebés de tres semanas, tres meses y 12 meses procedían del padre, y no de la madre. De hecho, la microbiota del bebé cuando tiene un año procede a partes iguales de su padre y de su madre.
Además, en los niños nacidos por cesárea la microbiota del padre aporta algunas bacterias que la madre pierde por el tratamiento antibiótico. Entre ellas, identificaron cepas de Bifidobacterium longum, que ayuda a digerir los oligosacáridos de la leche materna, un tipo de hidrato de carbono que es el responsable que el microbioma de los bebés que reciben leche materna sea rico en bifidobacterias.
“Este trabajo aporta datos significativos sobre cómo se coloniza un recién nacido”, afirma Willem M. de Vos, profesor de microbiología de las universidades de Wageningen y Helsinki, autor principal del estudio. “El papel del padre puede ser pequeño, pero no se puede desestimar. Es probable que lo mismo ocurra con otras personas que tienen un contacto estrecho con el recién nacido”, añade.
En este sentido, Mireia Vallès Colomer, coautora del trabajo, estudia la amplia transmisión del microbioma entre adultos en estrecho contacto social. El hecho de que se confirme que esto también ocurre en neonatos en proximidad con los padres “es especialmente importante para los bebés nacidos por cesárea”, en palabras de la investigadora de la Universidad Pompeu Fabra.
Por otra parte, el estudio también confirma la eficacia de la transferencia de microbiota fecal (TMF) a los bebés nacidos por cesárea para restaurar el correcto establecimiento de los microorganismos. Multitud de estudios previos habían constatado que los bebés nacidos por cesárea tienen una microbiota intestinal diferente de aquellos nacidos por vía vaginal porque no están expuestos a las bacterias maternas durante el parto. Esa composición distinta incrementaba el riesgo de los pequeños de desarrollar más adelante en la vida enfermedades inmunitarias, como alergias o asma, y también obesidad. En este sentido, consideran los investigadores, el TMF a partir de heces de la madre podría contribuir a restaurar esa colonización al inicio de la vida y podría proporcionarles una composición microbiana más parecida a la de los bebés nacidos por vía vaginal. Estos resultados aún no están listos para aplicarse en la consulta y se tienen que confirmar en estudios más grandes.
La microbiota del padre también influye en el resultado del embarazo en ratones
Además de la transferencia de microorganismos del padre al hijo que ocurre después del nacimiento, evidencia reciente también sugiere un papel para el microbioma intestinal del padre incluso antes de la concepción. Según un estudio en ratones, realizado por varios grupos internacionales en el Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL), alterar la microbiota intestinal del padre antes de la concepción afectará la salud de la descendencia.
Los investigadores alteraron la composición de la microbiota intestinal en ratones macho tratándolos con antibióticos que no entraban en la circulación sanguínea, lo que condujo a una disbiosis intestinal (desequilibrio del ecosistema microbiano). Después analizaron los cambios en la composición de importantes metabolitos, o moléculas secretadas por las bacterias, que intervienen en la función testicular y descubrieron que la disbiosis afecta tanto a la fisiología como a la función hormonal de los testículos.
Los espermatozoides de los ratones tratados con antibióticos impactaron negativamente en el desarrollo placentario, lo que llevó a un crecimiento restringido de las crías de ratón, que nacieron con bajo peso y murieron prematuramente. Según Jamie Hackett, coordinador del proyecto y jefe de grupo en EMBL Roma, esto «demuestra la existencia de un canal de comunicación entre la microbiota intestinal y el sistema reproductor en los mamíferos.»
Aunque los investigadores insisten en que se necesitan más estudios para determinar hasta qué punto estos efectos tienen relevancia en humanos, consideran que es importante valorar los efectos paternos en las generaciones futuras, en especial en culturas occidentales cuyo patrón de alimentación y uso de antibióticos alteran la microbiota intestinal.
Referencias:
Dubois L, Valles-Colomer M, Ponsero A, et al. Paternal and induced gut microbiota seeding complement mother-to-infant transmission. Cell Host Microbe. 2024; 32(6):1011-1024.e4. doi: 10.1016/j.chom.2024.05.004.
Argaw-Denbota A, Schmidt TSB, Di Giacomo M, et al. Paternal microbiome perturbations impact offspring fitness. Nature. 2024; 629(8012):652-659. doi: 10.1038/s41586-024-07336-w.