Lo que comemos determina en gran medida el estado de nuestra microbiota intestinal. Un amplio estudio realizado con más de 1.000 personas mostraba recientemente cómo una dieta equilibrada y nutritiva contribuye a una microbiota intestinal más sana y a una mejor salud, mientras que una dieta rica en alimentos procesados, azúcares y sal favorece una microbiota intestinal asociada a una mala salud metabólica.

La microbiota intestinal, gracias a su estrecha relación con el metabolismo y el sistema inmunitario, constituye uno de los centros neurálgicos de nuestra salud, una posición que la coloca en mitad de los procesos que influyen en el riesgo de contraer enfermedades.

La dieta influye en la composición de la microbiota intestinal, y se ha documentado que la forma en que la microbiota intestinal metaboliza nuestros alimentos sería más relevante que lo que comemos.

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