Probablemente haya salido alguna vez de fiesta hasta altas horas de la noche y se haya atiborrado de comida rápida a primeras horas del día. Y seguramente, también habrá tenido días cargados de trabajo sin tiempo para comer ni dormir. ¿Pero sabía usted que estos comportamientos pueden tener un efecto negativo sobre la salud de su microbiota intestinal?

La dieta es el factor con mayor repercusión en la microbiota intestinal y una nueva revisión de estudios dirigida por el Dr. James F. Cheeseman de la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda, pone de manifiesto que nuestros patrones de alimentación y de sueño también están vinculados a las bacterias intestinales y la salud.

¿Cómo pueden estos comportamientos afectar a la microbiota intestinal?

El ritmo circadiano regula el gasto energético de nuestro cuerpo, así como el apetito y el sueño. En otras palabras, es nuestro reloj interno. En condiciones normales, las personas duermen unas siete horas por noche. Al despertar, su cuerpo se calienta, gastando energía al empezar a moverse y asumir sus funciones diarias. El organismo necesita alimentarse durante el día para obtener esta energía y así, llegada la noche, ayunar y poder dormir.

Los investigadores han observado que la cadencia básica de la microbiota intestinal está marcada por un aumento de Firmicutes durante los periodos de alimentación, y su disminución progresiva a lo largo del día. Si bien algunas bacterias como Bacteroidetes, Proteobacteria y Verrucomicrobia son más abundantes durante los periodos de ayuno, el número de bacterias que se alimentan de fibra crece por las noches, cuando los restos de comida alcanzan el colon. Los polifenoles y ciertas fibras prebióticas como los galactooligosacáridos (GOS), presentes en fuentes vegetales y en la leche materna, respectivamente, son capaces de consolidar el ritmo circadiano diversificando la microbiota.

El sueño y la dieta son factores determinantes para el mantenimiento y buen funcionamiento de la microbiota intestinal

La cadencia de la microbiota intestinal se expresa a través de la secreción de moléculas en momentos determinados del día. Por la noche, predominan los genes relacionados con el metabolismo de la energía, la reparación del ADN y el crecimiento de las células, mientras que durante el día, las bacterias producen moléculas que consolidan su propia colonización del intestino.

Tal y como explican los autores, el ayuno nocturno es beneficioso para la microbiota intestinal, ya que se producen ácidos grasos de cadena corta, moléculas como el butirato que protege el intestino, además de regular los niveles de glucosa a través de diversas hormonas vinculadas a la glucosa, o el propionato que regula el metabolismo de la grasa en el hígado. Por otra parte, los metabolitos microbianos excretados durante los momentos de alimentación están ligados a la absorción de proteínas y lípidos. El triptófano se transforma en serotonina, una molécula que regula la motilidad intestinal, pero algunos estudios han descubierto que está vinculado con la producción de melatonina (la hormona del sueño). Asimismo, se ha revelado la existencia de un nuevo mecanismo de transporte del triptófano hacia el cerebro, con el correspondiente impacto en las funciones cerebrales como el sueño.

Según la revisión publicada en Microorganisms, el tiempo de sueño controla la cadencia de nuestra ingesta alimentaria a través de los procesos de alimentación y ayuno. Cualquier perturbación prolongada de este ciclo podría contribuir a un desequilibrio en la microbiota intestinal, y esto a su vez, a un mayor riesgo de enfermedades metabólicas como diabetes u obesidad. Los investigadores recalcan que el consumo de alcohol y de comida rápida por las noches perturba el ritmo de la microbiota intestinal a través de una disminución de Bacteroidetes, lo cual podría desembocar en una inflamación intestinal y un incremento del riesgo de ciertos cánceres colorrectales. Además, el alto contenido en grasa de la comida rápida favorece el desarrollo de bacterias resistentes a las moléculas obtenidas a través de la digestión, muchas de la cuales son patógenas o proinflamatorias, dada su capacidad para producir toxinas.

Los investigadores recalcan que el consumo de alcohol y de comida rápida por las noches perturba el ritmo de la microbiota intestinal y el cuidado de la salud

Algunos estudios han demostrado que consumir probióticos podía ayudar a aumentar la secreción de melatonina y mejorar la calidad del sueño, lo cual abre la vía al uso de probióticos para regular el sueño y la salud en el futuro.

En suma, tanto dieta como estilo de vida pueden afectar a la salud y al equilibrio de la microbiota intestinal. Una dieta sana rica en fibra y un horario de comidas regular durante el día son herramientas fácilmente accesibles para mejorar el ritmo de la microbiota intestinal. Asimismo, es aconsejable evitar comportamientos como comer a altas horas de la noche, consumir alcohol y perturbar el sueño.

 

Referencia:

Parkar, SG, Kalsbeek, A, Cheeseman JF. Potential role for the gut microbiota in modulating host circadian rhythms and metabolic healthMicroorganisms. 2019; 7(2). doi: 10.3390/microorganisms7020041.