La sensibilidad alimentaria puede alterar completamente nuestra vida, ya que evitar un alimento o un componente alimentario concretos puede resultar complicado. Desafortunadamente, hoy por hoy, es la única solución de la que disponemos contra esta afección. Por ello, considerando que una quinta parte de la población mundial padece una sensibilidad alimentaria a lo largo de su vida, encontrar alternativas para su gestión se ha vuelto primordial.

Las sensibilidades alimentarias han aumentado a un ritmo muy superior a los cambios genéticos y la microbiota intestinal ha sido identificada como uno de los factores contributivos. En una reseña publicada en Nature, Elena Verdú, de la Universidad McMaster (Canadá), repasa las investigaciones actuales sobre cómo las modificaciones de la microbiota intestinal alteran las interacciones con el sistema inmunitario, lo cual desemboca en la aparición de sensibilidades alimentarias.

Las sensibilidades alimentarias aumentan a un ritmo superior a los cambios genéticos y la microbiota intestinal es uno de los factores contributivos

Es habitual que se confundan intolerancia alimentaria y sensibilidad alimentaria. Resulta por tanto esencial empezar explicando las diferencias entre ambas. Las intolerancias alimentarias no involucran al sistema inmunitario y no son mortales, mientras que las sensibilidades alimentarias implican la activación del sistema inmunitario y tienen consecuencias graves para la salud, llegando en ocasiones a causar la muerte del paciente. Nuestra infografía les permitirá conocer mejor las intolerancias y las sensibilidades.

La aparición de una sensibilidad alimentaria provoca un cambio en la forma en que el sistema inmunitario reacciona frente a un componente alimentario y esto conlleva una pérdida de tolerancia. Sin embargo, dependemos de reacciones inmunitarias adecuadas para dar unas respuestas inmunitarias intestinales normales; la tolerancia permite al sistema inmunitario considerar inofensivos ciertos componentes alimentarios y evitar así que estos desencadenen una respuesta inmunitaria innecesaria. En los sujetos con sensibilidades alimentarias, esta pérdida de tolerancia implica que su sistema inmunitario identifica de forma errónea componentes alimentarios como sustancias nocivas y reacciona ante ellos. Los investigadores han identificado alteraciones en la microbiota intestinal como el origen de este cambio en la activación inmunitaria. Estas alteraciones pueden producirse debido a la genética, al entorno, al papel de la microbiota intestinal en el mantenimiento de un sistema inmunitario normal, y por último, a la manera en que la microbiota intestinal interacciona con los componentes alimentarios.

Las intolerancias alimentarias no afectan al sistema inmunitario, mientras que las sensibilidades alimentarias implican su activación

Genética y entorno
Las personas genéticamente predispuestas pueden desarrollar una enfermedad autoinmune a raíz de sufrir alteraciones en su microbiota intestinal. Infecciones bacterianas o virales, o la disminución del número de cepas bacterianas protectoras en el intestino, por ejemplo, podrían desempeñar un papel en el incremento de la susceptibilidad a la pérdida de tolerancia. Las infecciones bacterianas y virales tienen la capacidad de inhibir las respuestas inmunitarias adecuadas, desencadenando la inflamación y alterando la permeabilidad intestinal, provocando así el desarrollo de una sensibilidad alimentaria.

La genética parece por tanto estar involucrada en este proceso, al igual que los factores ambientales que influyen en la microbiota intestinal, especialmente durante los periodos vulnerables o de desarrollo como en los primeros momentos de vida. Los investigadores han observado un vínculo entre el riesgo de sensibilidad alimentaria, los factores que influyen en la microbiota intestinal y la función inmunitaria resultante como la alimentación del recién nacido, el tipo de parto o la toma de antibióticos.

Mantenimiento de la función inmunitaria por la microbiota intestinal
La dieta parece ser uno de los medios que contribuyen al mantenimiento de una función inmunitaria normal en el intestino. Varios estudios llevados a cabo con animales han revelado que una dieta más rica en fibra, prebióticos y omega-3 puede mejorar la tolerancia inmunitaria y proteger a los individuos de las alergias.

Para entender mejor de qué manera la microbiota intestinal mantiene la función inmunitaria, los investigadores han utilizado modelos animales. Estos estudios han revelado que los cambios en la función inmunitaria podían atribuirse al tipo y a la cantidad de bacterias. Ciertas bacterias tienen la capacidad de regular el sistema inmunitario positivamente y se ha observado que contribuyen a mantener la barrera intestinal y la mucosa, protegiendo así al organismo frente a la pérdida de tolerancia.

Tras haber constatado el papel esencial de las bacterias en el mantenimiento del sistema inmunitario, los investigadores se preguntaron de qué manera podían influir los probióticos en el desarrollo y el tratamiento de la sensibilidad alimentaria. Un estudio ha puesto de manifiesto que la administración a mujeres embarazadas de Bifidobacterium longum BB536 y Bifidobacterium breve M16-V combinadas reducía el riesgo de que sus bebés padecieran una dermatitis atópica tras el nacimiento. Otro estudio con animales ha revelado que una combinación de varias cepas de Bifidobacterium y Lactobacillus atenuaba las reacciones alérgicas a través de la modulación del sistema inmunitario. Estos resultados aportan valiosos indicios sobre el posible uso de los probióticos en la prevención y el tratamiento de las sensibilidades alimentarias. Sin embargo, será necesario llevar a cabo nuevos estudios con seres humanos antes de poder utilizar probióticos para modular las sensibilidades alimentarias.

Interacciones de la microbiota intestinal con los componentes alimentarios
La microbiota intestinal interactúa con los componentes alimentarios de tal manera que podría afectar a la gravedad de la sensibilidad alimentaria. En el caso de la enfermedad celiaca, por ejemplo, se ha comprobado que en el intestino, ciertas bacterias degradan la proteína del gluten, lo cual puede incrementar o reducir su toxicidad. Algunas cepas de Lactobacillus, presentes en las personas sanas, pueden degradar el gluten en pequeñas moléculas llamadas péptidos, con el fin de atenuar la reacción inmunitaria. Esto abre la vía a la posibilidad de reducir la toxicidad del gluten en los pacientes aquejados de celiaquía mediante la disminución o el incremento de determinados tipos de bacterias.

En esta reseña, la Dra. Verdú nos da una visión muy completa de la implicación de la microbiota intestinal en la función inmunitaria y el desarrollo de las sensibilidades inmunitarias. Nos recuerda que existe una abundante literatura acerca de la importancia de la salud intestinal en la reducción del riesgo de alergias y  explora posibles dianas específicas de la microbiota intestinal para reducir el riesgo de desarrollar alergias o la gravedad de dichas alergias. Mientras tanto, la mejor manera de reducir el riesgo de desarrollar sensibilidades alimentarias consiste sin duda en mantener una microbiota intestinal sana y limitar el riesgo de infecciones bacterianas y virales. Una manera sencilla de mantener una microbiota intestinal sana podría ser lavarse las manos, reduciendo así el riesgo de infecciones virales y bacterianas y seguir una dieta sana que incluya suficiente fruta y verdura, así como alimentos fermentados. En mi opinión, la mejor recomendación sigue siendo la de consumir cada día algo vivo y dos boles de verdura para comer y para cenar.

 

Fuente:

  1. Caminero, A., Meisel, M., Jabri, B., & Verdu, E. F. (2018). Mechanisms by which gut microorganisms influence food sensitivities. Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology. doi:10.1038/s41575-018-0064-z