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Lo que comemos es importante para controlar la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn.  Puede afectar a los tipos y funciones de la microbiota intestinal, así como a la  mucosa protectora del intestino.  Si bien no existe ningún alimento o dieta específicos capaces de prevenir o curar ni la colitis ulcerosa ni la enfermedad de Crohn, la dieta puede ayudar a mantener un intestino sano y prevenir la inflamación.

La terapia a base de dieta más estudiada para la EII es la dieta de sustitución de comidas totalmente líquida a base de fórmulas (la llamada nutrición enteral exclusiva o EEN). La EEN aporta todos los nutrientes esenciales de las fórmulas excluyendo todos los demás alimentos. Se ha demostrado que la EEN tiene muchas ventajas, incluida la remisión de la enfermedad en niños, la reducción de la inflamación  y además,  favorece la reparación de la mucosa y mejora el estado nutricional. Se recurre a la EEN por un periodo determinado, tras el cual se reintroducen los alimentos gradualmente.

Si bien no hay una dieta perfecta que funcione para todas las personas con EII, la Doctora  Natasha Haskey,  dietista registrada capacitada centrada en la EII, ha explicado a los editores de GMFH por correo electrónico que para las personas con EII que buscan una dieta equilibrada más saludable y reducir la inflamación, se recomienda una dieta del tipo de la mediterránea.

Se ha demostrado que los altos consumos de verduras, frutas, nueces, legumbres, aceite de oliva y fuentes de proteínas magras tienen un efecto protector contra el desarrollo de EII y contribuyen a una microbiota intestinal saludable. Por el contrario, los alimentos básicos occidentales ricos en ácidos grasos poliinsaturados omega-6, alcohol, carne roja  y alimentos con aditivos alimentarios (exceso de sal, emulsionantes y edulcorantes artificiales) favorecen la inflamación intestinal y pueden empeorar los síntomas, y por tanto deben limitarse.

Las grasas son un nutriente importante para la EII. La investigación  de  doctorado  de Natasha se centró en estudiar el impacto de las grasas dietéticas en un modelo de roedor con colitis crónica. Según Natasha: «Hemos constatado que una dieta rica en ácidos grasos poliinsaturados omega-6 (que se suelen encontrar en los aceites de maíz, soja, cártamo y girasol) favorece la inflamación. Por el contrario, una dieta rica en aceite de oliva y con ácidos grasos poliinsaturados omega-3 (del pescado) y algunas grasas saturadas (grasa de la leche) favorece la homeostasis inmunitaria en la colitis ulcerosa». Según estos hallazgos, en la EII sería prudente reducir el contenido de ácidos grasos poliinsaturados omega-6 en la dieta y aumentar los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 y el aceite de oliva, junto con una dieta rica en frutas, verduras, cereales integrales y algunos productos lácteos.

En cuanto en qué momento puede ser más eficaz la dieta, Haskey reconoce que puede ayudar a controlar los síntomas y la inflamación tanto en la enfermedad activa como en remisión. Sin embargo, dado que cada paciente tiene su propia composición microbiana y genética, la dieta más adecuada debe ser personalizada. Según Natasha: «La dieta debe personalizarse para cada individuo, teniendo en cuenta su enfermedad y lo que funciona dentro de su estilo de vida. Consultar a un dietista con experiencia en el manejo de la EII es esencial para desarrollar un plan individualizado».

A medida que mejora nuestro conocimiento sobre el impacto de la dieta o el tratamiento de la EII, hay más oportunidades de usar la dieta como terapia complementaria para controlar la inflamación y aliviar los síntomas. Antes de elegir una de las dietas de moda para la EII tan abundante en las redes sociales, hable con un profesional de la salud para que le recomiende un plan de alimentación personalizado que funcione para usted.

Mientras tanto, esta infografía es un buen punto de partida para considerar los componentes dietéticos que deben favorecerse o limitarse para vivir mejor con EII:

Referencias adicionales sobre la microbiota intestinal y la EII:

  • Palumbo VD, Romeo M et al. (2016), The long-term effects of probiotics in the therapy of ulcerative colitis: A clinical study. Biomed Pap Med Fac Univ Palacky Olomouc Czech Repub; 160(3):372-377.
  • Rodolico V, Tomasello G et al. (2010), Hsp60 and Hsp10 increase in colon mucosa of Crohn’s disease and ulcerative colitis. Cell Stress and Chaperones vol. 15, 877–884.
  • Bellavia M, Tomasello G, Romeo M et al. (2013), Gut microbiota imbalance and chaperoning system malfunction are central to ulcerative colitis pathogenesis and can be counteracted with specifically designed probiotics: a working hypothesis. Medical Microbiology and Immunology vol. 202, 393–406
  • Tomasello G, Sciumé C et al. (2011), Hsp10, Hsp70, and Hsp90 immunohistochemical levels change in ulcerative colitis after therapy. Eur J Histochem; 55(4):e38.
  • Tomasello G, Palumbo VD et al. (2014), Probiotics and conventional terapy: new fronter in therapeutic approach in articular manifestations of IBD. Progress in Nutrition 2014; Vol. 16 N. 3: 176-187