Nuestra salud está vinculada al bienestar intestinal, y la alimentación es el factor más poderoso para modelar nuestra microbiota intestinal”, declara Liping Zhao, en una entrevista durante la 8ª Cumbre Mundial sobre Microbiota Intestinal para la Salud de Miami. En su laboratorio del departamento de bioquímica y microbiología de la Universidad Rutgers, en New Jersey, el profesor Zhao y su equipo diseñan intervenciones nutricionales pioneras mediante técnicas genómicas para estudiar el impacto de los alimentos sobre la microbiota intestinal y la manera de emplear estas técnicas en la mejora de la salud metabólica. A raíz de sus experimentos, han descubierto cómo una alimentación rica en fibra puede modificar el microbioma intestinal y ayudar así a los pacientes de diabetes tipo 2.

Según Zhao, nuestro intestino funciona como un fermentador. Las bacterias que viven en nuestro intestino se alimentan diariamente de nutrimentos provenientes de la comida que ingerimos. Todo componente de la alimentación que no sea digerible o no haya sido digerido, al evitar ser absorbido por el organismo, quedará disponible para las bacterias intestinales. De ahí la importancia de nuestra alimentación: aporta los nutrientes necesarios a nuestra microbiota intestinal.

Las bacterias que viven en nuestro intestino se alimentan diariamente de nutrientes provenientes de la comida que ingerimos

Entre todos estos componentes de la alimentación, destaca la fibra, un elemento crucial. Pero Zhao puntualiza que no se trata de cualquier fibra, sino de la que se encuentra en la alimentación tradicional. Zhao y su equipo han descubierto que existe un núcleo de bacterias que ejercen de cimientos sólidos para la salud intestinal. Si aportamos los nutrientes suficientes a este núcleo de bacterias, impidiendo que proliferen las bacterias nocivas, nos protegerán y nos ayudarán a mantener una buena salud.

Si se ha nacido en un país mediterráneo, es preferible seguir una dieta de tipo mediterráneo”, recalca el científico. Llevamos miles de años evolucionando con nuestra alimentación. A lo largo de las generaciones, nuestra familia se ha nutrido de alimentos locales y tradicionales. Las bacterias que hemos heredado de nuestros padres, especialmente de nuestra madre, se alimentan de esta dieta ancestral. Esto explica por qué nuestras bacterias utilizan probablemente los mismos nutrientes.

Es asimismo la razón por la que Zhao aconseja, en caso de mudarnos a otro país, por ejemplo, prestar la suficiente atención a nuestra alimentación. Efectivamente, si en nuestra nueva dieta, la cantidad de fibra alimentaria fuera menor, esto podría provocar una modificación en ese núcleo bacteriano básico para la salud intestinal, permitiendo una paulatina proliferación de las bacterias patógenas. Incluso sin cambiar de residencia, pero consumiendo a diario productos de otros continentes, los efectos podrían ser los mismos.

Cabe recalcar que no solo influye lo que se come, sino también la manera en que se cocina. La cocción de la pasta y el arroz en la cocina mediterránea, al dentehace que nuestro organismo digiera peor el almidón, el cual se convierte en una fibra alimentaria que favorece el desarrollo de las bacterias beneficiosas. “De la forma de cocinar los alimentos dependerá la disponibilidad de los nutrientes, ya sea para nosotros o para nuestras bacterias intestinales”, concluye el investigador.