La microbiota intestinal evoluciona a medida que envejecemos

Si bien la microbiota intestinal tiende a permanecer relativamente estable en la edad adulta, a medida que las personas  envejecen, se hace evidente un patrón de decaimiento. A partir de los 60 años,  la  microbiota intestinal varía mucho entre individuos (como ya se ha  observado en los bebés). Pero esta etapa se caracteriza en general por una merma en la diversidad y las funciones básicas (por ejemplo, la producción de ácidos grasos de cadena corta a partir de la fermentación de la fibra)  y  un incremento en el número de bacterias que antes no eran predominantes,  potencialmente dañinas.

Sin embargo, aún no hay consenso sobre si los cambios relacionados con la edad en la microbiota intestinal son una buena o no tan buena señal. Si bien las pautas de trasplante de microbiota fecal  recomiendan excluir a los donantes mayores de 60 años, las heces de centenarios podrían convertirse algún día en un instrumento de predilección para el trasplante.

Tras estudiar los microbiomas de más de 9.000 adultos de 18 a 101 años, los científicos han observado  que  cuanto mayor era el cambio en la composición de su microbioma intestinal, más sanos y longevos eran los sujetos. Parece por tanto que los  microbios intestinales tienden a adaptarse al cuerpo, creando una composición particular cuando las personas  son jóvenes que va evolucionando hacia otro estado a medida que envejecen.   Por lo tanto, los cambios relacionados con la edad en la microbiota intestinal no son necesariamente dañinos para todos.

Antes de afirmar que un envejecimiento exitoso podría  residir en  la  microbiota intestinal,  los científicos deberán explorar también hasta qué punto el  envejecimiento saludable impulsa cambios en la microbiota intestinal o viceversa.

 

Los hallazgos en ratones demuestran que la microbiota intestinal puede revertir el envejecimiento del cerebro y del sistema inmunitario

Aunque un declive de la función cognitiva e inmunitaria es común a medida que las personas  envejecen, se sabe poco  sobre el papel que desempeña la microbiota intestinal en este proceso. Un estudio reciente realizado  por  Marcus  Boehme y sus colegas  del University College Cork en Irlanda ha descubierto que el trasplante de microbiota fecal de ratones jóvenes a viejos ralentizaba el deterioro cognitivo, restauraba algunos productos químicos implicados en el aprendizaje y la memoria, y calmaba la inflamación, que aumenta en todos los sistemas  del cuerpo  con el envejecimiento.

Estos hallazgos se suman al creciente número de estudios que  respaldan la hipótesis de que los cambios en la composición de la microbiota intestinal con el envejecimiento pueden estar vinculados a los cambios relacionados con la edad en la salud cardiovascular, inmunitaria y gastrointestinal.

Si bien se ha demostrado en roedores que el microbioma es importante para un cerebro y un sistema inmunitario sanos en la vejez, deberíamos esperar a nuevos estudios que corroboren estos importantes hallazgos en humanos.

Mientras tanto, un buen  punto de partida  para  envejecer bien  es  cuidar nuestro estilo de vida y nuestra dieta, medios que ya han demostrado su eficacia a la hora de mejorar nuestro bienestar, y nuestra calidad de vida al implicar el microbioma intestinal.

 

¿Qué podemos hacer para aliviar los efectos de los cambios en la microbiota intestinal en la vejez?

Los cambios relacionados con la edad en la microbiota intestinal no son triviales, ya que se han vinculado con la fragilidad. De hecho, la salud física y mental, junto con el estilo de vida, son más determinantes que la genética para tener una microbiota intestinal  en buena forma.

El objetivo ahora es buscar formas de intervenir en nuestra vida cotidiana,  a fin  de atenuar los efectos del envejecimiento en la microbiota intestinal y otros sistemas de nuestro organismo. Los enfoques basados en la ciencia incluyen la administración  de cepas específicas de bacterias y prebióticos dietéticos, preferiblemente mediante intervenciones dietéticas personalizadas.

 

  • Es aconsejable que las personas mayores de 50 ingieran un aporte diario suficiente de fibra, vitaminas B, vitamina D y hierro, para evitar posibles carencias, habituales en este grupo de edad.
  • También conviene fomentar el consumo de una gran variedad de fibras dietéticas en los adultos mayores, no solo para evitar el estreñimiento, un problema común en estas edades, sino también para mejorar las capacidades funcionales de la microbiota intestinal, que tienden a disminuir a medida que Cuando el deterioro de la dentición y la deglución impiden que los adultos mayores consuman alimentos ricos en fibra,  los prebióticos  pueden ser una buena alternativa.
  • Los probióticos, ya sea como suplementos o a través de alimentos enriquecidos con probióticos como los yogures, pueden ser interesantes como parte de una dieta equilibrada, preferiblemente los enriquecidos con la especie Bifidobacterium, para contrarrestar su progresiva disminución en la microbiota intestinal envejecida. Se ha demostrado que las bacterias probióticas beneficiosas aumentan el número de microbios beneficiosos en el intestino y mejoran ciertos parámetros de inmunidad. En ese sentido, se ha acuñado el término «gerobióticos»  para definir aquellas cepas probióticas y sus  postbióticos derivados  que pueden atenuar algunos procesos relacionados con la edad.

 

En resumen:

  • Sigue sin existir consenso entre los científicos sobre si los cambios de nuestra microbiota intestinal a medida que  envejecemos son una buena o no tan buena señal.
  • Los cambios en la composición de la microbiota intestinal con el envejecimiento podrían estar relacionados con cambios vinculados a la edad en la salud cardiovascular, inmunitaria y gastrointestinal.
  • Una dieta equilibrada con fibras prebióticas y probióticos puede ayudar a aliviar los efectos de los cambios en la microbiota intestinal a medida que envejecemos.

 

Referencias:

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