Somos más bacterianos que humanos. por cada célula de nuestro organismo, albergamos no menos de 10 microbios y la mayoría en nuestros intestinos (nuestra microbiota intestinal o flora intestinal). Los científicos no han empezado a entender el papel de estos cientos de billones de bacterias alojados en nuestras entrañas, esencialmente en nuestro sistema digestivo, hasta muy recientemente. Pero en la actualidad ya saben, por ejemplo, que estas bacterias son esenciales para la salud y que pueden influir en este frágil ecosistema mediante la dieta y el modo de vida.

Ahora, un nuevo estudio, no exento de polémica, sugiere que los alimentos edulcorados artificialmente podrían tener un impacto negativo en la microbiota intestinal, provocando niveles elevados de glucosa en sangre, lo cual se considera un precursor de la diabetes. El estudio hecho con roedores, que publicaban en Nature investigadores del Instituto Weizmann de Revohot, Israel, concluye que los edulcorantes artificiales como la sacarina o el aspartamo (que se emplean frecuentemente en bebidas, refrescos o comidas preparadas), paradójicamente podrían acentuar el problema que se supone iban a contribuir a erradicar: la diabetes y el sobrepeso.

El estudio que ha dirigido Dr Eran Elinav en colaboración con el Dr Eran Segal, consistía en administrar a un grupo de ratones agua con azúcar, y a otro, agua enriquecida con uno de los edulcorantes artificiales más corrientes: sacarina,  aspartamo o sucralosa. Al cabo de once semanas, pudieron observar cómo los roedores que habían consumido el agua con edulcorantes artificiales tenían tendencia a padecer de intolerancia a la glucosa, factor que se suele considerar como una de las primeras fases del desarrollo de la diabetes.

Se observó en los niveles de glucosa en sangre de los animales un pico máximo inusualmente alto cuando se les estaba administrando el alimento con glucosa. Asimismo, los investigadores se percataron de que si administraban antibióticos a los ratones durante cuatros semanas, estos picos de glucosa desaparecían, lo que sugiere, en opinión de los científicos, que la microbiota intestinal estaría ligada a este proceso.

Los investigadores israelís también descubrieron que ciertos tipos de bacterias eran más comunes en los roedores alimentados con edulcorantes artificiales que en los que habían consumido azúcar. A pesar de desconocer el proceso exacto, los científicos sostienen que las moléculas producidas por algunas bacterias parecen aumentar la fabricación de glucosa en el organismo e incrementar así los niveles de glucosa en sangre.

Para comprobar si estos hallazgos preliminares podrían extrapolarse a los humanos, también hicieron unas pruebas sobre cerca de 400 individuos y observaron cómo aquellos que habían consumido una mayor cantidad de edulcorantes artificiales tenían un mayor peso corporal, además de mayores cambios en la composición de su microbiota intestinal y una mayor prevalencia de la intolerancia a la glucosa.

Por otra parte, también estudiaron a siete personas a las que administraron durante 6 días la dosis de sacarina máxima recomendada por la Agencia de Medicamentos y Alimentación de Estados Unidos (FDA): es decir, 5 miligramos por kilogramo de peso corporal,  o, para que resulte más gráfico, una dosis suficiente para edulcorar cerca de 40 latas de bebida light.

Al final del experimento, cuatro de los voluntarios comenzaron a mostrar signos de intolerancia a la glucosa y, además, sus microbiotas intestinales parecieron experimentar los mismos cambios observados en los ratones con anterioridad. Los investigadores han confesado ignorar completamente el modo en que estos edulcorantes pueden desencadenar que la población de ciertos microbios intestinales se dispare en algunos casos o desaparezca en otros.

Los autores del estudio explicaban en  Nature  que «los edulcorantes artificiales podrían haber contribuido a exacerbar el problema de la epidemia de diabetes que se suponía tenían que haber combatido.» Sin embargo, numerosos científicos se muestran muy escépticos respecto a estos resultados.

En efecto, muchos expertos se han pronunciado sobre la necesidad de mantenerse cautos frente a unas conclusiones sacadas del estudio de tan solo siete personas y recuerdan que ya se han realizado experimentos a gran escala sobre humanos que mostraban que los sustitutos del azúcar podían contribuir a mantener un peso saludable y a prevenir la diabetes. También se ha criticado duramente la cantidad excesiva de edulcorantes artificiales empleada para los experimentos, ya que, según los expertos, «nadie consume tantos». Por último, cabe recordar que solo fueron analizados tres tipos de edulcorantes, lo que no permite generalizar las conclusiones a toda la categoría.