Estudios llevados a cabo durante estos últimos años han revelado que la microbiota intestinal estaba implicada en numerosas enfermedades, como la obesidad, las alergias y el asma, así como el cáncer de colon, la enfermedad de Parkinson, y el Alzheimer. Asimismo, investigaciones realizadas con animales han revelado el papel clave de la microbiota en el entrenamiento adecuado del sistema inmunitario y su mantenimiento, así como el de una función metabólica adecuada. Estos estudios han puesto de manifiesto que un conjunto de microorganismos intestinales rico, equilibrado y variado es esencial para una buena salud. En este vínculo entre microbiota intestinal y salud, la dieta puede desempeñar un papel fundamental, ya que tiene la facultad de cambiar de forma radical la composición microbiana en el intestino.

Un equipo de investigadores italianos liderados por Mariangela Caroprese, del Departamento de Ciencia Agraria de los Alimentos y del Medio Ambiente de la Universidad de Foggia (Italia), ha publicado en el International Journal of Nutritional Sciences una reseña sobre el impacto de los productos lácteos en la microbiota intestinal.

Según los autores, la microbiota intestinal podría emplearse como un biomarcador para determinar lo sanos que son los alimentos ingeridos. Han identificado ciertos ácidos grasos presentes en la leche y sus derivados que podrían funcionar como compuestos bioactivos y ejercer una acción beneficiosa en bacterias intestinales específicas ligadas a efectos antiinflamatorios.

«Algunos tipos de compuestos alimenticios también producen efectos considerables en el medio intestinal, modificando la composición de la microbiota intestinal y probablemente sus efectos funcionales en el organismo humano», explican los científicos en su artículo, recalcando la necesidad de profundizar más en la interacción entre los compuestos alimenticios bioactivos y ciertas bacterias intestinales.

De igual manera, los autores señalan que miembros normales y sanos de la microbiota como las bacterias lácticas producen grandes cantidades de ácidos grasos de cadena corta biológicamente activos. Y estos ácidos pueden tener una función antiinflamatoria; el ácido butírico, por ejemplo, desempeña una actividad inmunomoduladora. Asimismo, algunos ácidos grasos de los productos lácteos, los ácidos grasos poliinsaturados, también llamados PUFA por sus siglas en inglés, tienen efectos en ciertas bacterias intestinales como las cepas de lactobacilos, que serían, a su vez, beneficiosas para la salud humana. Y aunque aún no se haya demostrado, los investigadores ya especulan acerca de los efectos beneficiosos de estos PUFA en el caso de la enfermedad inflamatoria intestinal.

De hecho, varios estudios ya han demostrado que las dietas ricas en PUFA influyen positivamente en la función inmunitaria, así como en la presión arterial, el colesterol, los niveles de triglicéridos y la función cardiovascular, tanto en humanos como en animales. Los investigadores señalan que cuando se utiliza leche cruda para fabricar queso, los ácidos grasos presentes en el queso están influenciados por el contenido inicial de la leche en ácidos grasos.

«Sería interesante investigar cómo la leche y los productos lácteos pueden influir en la microbiota intestinal y las consecuencias subsiguientes», concluyen los autores.

 

 

Referencias:

Mancino R, Albenzio M and Caroprese M. Dairy Products: Influence on Gut Microbiota. Int J Nutr Sci. 2016; 1 (1): 1005