Ciertos estudios han demostrado que las intolerancias alimentarias afectan a cerca del 20 % de la población de los países industrializados y a pesar de su gran prevalencia, seguimos sin conocer los mecanismos subyacentes. Tanto las alergias alimentarias como las intolerancias alimentarias son reacciones adversas a los alimentos. Pero la intolerancia alimentaria, a diferencia de las alergias alimentarias que se caracterizan por unos mecanismos inmunológicos (inmunoglobina E (igE)), consiste en una respuesta no inmunológica a alimentos o componentes de alimentos que causa dolores abdominales, diarreas, urticaria, vómitos y eccema.

En un artículo recientemente publicado en Nutrients algunos expertos repasan los datos disponibles hasta la fecha sobre intolerancias alimentarias comunes al gluten, a los FODMAP o a la histamina y los trastornos digestivos o no digestivos.

Sensibilidad a los FODMAP

Los FODMAP incluyen diversos carbohidratos (oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables) difíciles de absorber en el intestino delgado, que causan problemas gastrointestinales como hinchazón, flatulencias e incluso dolor. La dieta baja en FODMAP es la más aconsejable  para pacientes diagnosticados de síndrome del intestino irritable (SII) y siempre debería ser supervisada por un dietista-nutricionista para asegurarse de que se realiza adecuadamente y prevenir deficiencias nutricionales. En esta dieta, se empieza restringiendo el consumo de alimentos con alto contenido en FODMAP para luego ir reintroduciéndolos paulatinamente.

Algunos estudios han revelado que esta dieta mejora los síntomas digestivos como diarrea, flatulencias e hinchazón en entre el 50 y el 80 % de los pacientes con síndrome del intestino irritable (SII). Sin embargo, hay que ser cautos a la hora de seguir esta dieta tan restrictiva durante periodos largos. Si bien los estudios sobre sus consecuencias a largo plazo son escasos, se ha demostrado que seguir una dieta baja en FODMAP durante solo cuatro semanas puede acarrear una disminución del número de bacterias beneficiosas.

Intolerancia o sensibilidad al gluten: ¿Cómo diagnosticarla?

El gluten se compone de diversas proteínas que se encuentran en semillas como el trigo, el centeno y la cebada, y por tanto acaban en la pasta, el pan, los pasteles y muchos otros alimentos procesados.  La intolerancia al gluten ha pasado a denominarse sensibilidad al gluten no celiaca y no debe confundirse con una alergia o la enfermedad celiaca autoinmune. Se han observado una amplia variedad de síntomas tales como el dolor abdominal, la hinchazón, jaquecas, entumecimiento de brazos o piernas, fatiga y problemas dermatológicos.

Desafortunadamente, la sensibilidad al gluten no celiaca es difícil de diagnosticar y todavía se desconoce la causa exacta. En cualquier caso, seguir una dieta estricta sin gluten durante un tiempo para luego volver a introducirlo podría ser una manera de determinar si un individuo padece una sensibilidad al gluten no celiaca.

Intolerancia a la histamina

La histamina no es solo un compuesto producido por nuestro sistema inmunitario implicado en las reacciones alérgicas, es además un componente naturalmente presente en grandes cantidades en productos vegetales fermentados (como los pepinillos), el queso curado y las carnes curadas y fermentadas, así como en alimentos no frescos que han sido almacenados, como las sobras y las conservas. La intolerancia a la histamina se produce como consecuencia de una sobreproducción de histamina en el organismo o la incapacidad de degradarla, lo que provoca síntomas como náuseas, dolores abdominales, taquicardia, jaquecas y enrojecimiento de la piel. Actualmente, no existe ningún instrumento para diagnosticar la intolerancia a la histamina y restringir el consumo de histamina durante 4 a 6 semanas es la primera medida para tratarla.

A pesar de que muchos alimentos o componentes alimentarios provocan claramente intolerancias alimentarias, son necesarios más estudios para entender mejor los mecanismos tras la reacción, el diagnóstico y su tratamiento. Se recomienda seguir una dieta de eliminación bajo la supervisión de un dietista , para garantizar que se lleva a cabo adecuadamente, que el paciente está bien informado y para reintroducir ciertos alimentos y analizar lo síntomas.

El análisis y la focalización en el microbioma intestinal a través de la administración de probióticos o de cambios dietéticos específicos permite a los médicos y dietistas predecir los resultados del paciente y desarrollar futuros enfoques nutricionales personalizados.

 

Referencia:

Tuck CJ, Biesiekierski JR, Schmid-Grendelmeier P, Pohl D. Food intolerances. Nutrients. 2019; 11(7). doi: 10.3390/nu11071684.