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La digestión es un proceso extremadamente complejo y por ello a veces puede fallar por mil razones distintas. Desde el estreñimiento a la hinchazón, los trastornos digestivos pueden provocar mucho sufrimiento en los niños durante su desarrollo. Afortunadamente, gracias a las recientes investigaciones en el ámbito de la microbiota, médicos, nutricionistas, y demás profesionales de la salud cuentan con un amplio abanico de estrategias científicas para hacer frente a estos problemas.

Los profesionales de la sanidad se enfrentan al reto de dar solución a los trastornos gastrointestinales (GI) por medio de estrategias basadas en pruebas a la vez que intentan prevenir que aparezcan estos mismos problemas de salud GI. Dos guías, publicadas este año en la serie Wiley Essential Knowledge Briefings, abordan esta cuestión.

La primera guía, Gut Health in Early Life: Significance of the Gut Microbiota and Nutrition for Development and Future Health (Salud intestinal durante los primeros años de vida: importancia de la microbiota intestinal y la nutrición para el desarrollo y la salud futuros) ofrece un resumen del papel que desempeña la microbiota intestinal a la hora de mantener  una buena salud digestiva durante la infancia. La otra, intitulada Gut Health in Early Life: Implications and Management of Gastrointestinal Disorders (Salud intestinal durante los primeros años de vida: implicaciones y tratamiento de los trastornos gastrointestinales) resume el tratamiento de los trastornos GI en mujeres embarazadas y niños pequeños.

Editadas por un equipo de científicos y médicos, estas guías han sido diseñadas para que los profesionales sanitarios puedan compaginar dos ámbitos de investigación que evolucionan rápidamente: la salud gastrointestinal y la enfermedad. Claras y fáciles de leer, también son aconsejables para aquellos pacientes que deseen llevarlos a sus citas como punto de partida de discusión.

La primera de las dos explica lo que ya sabemos sobre la microbiota intestinal  y su papel clave en la salud a largo plazo. Según los autores, las especies de bacterias resultan menos relevantes que la actividad que ejercen esas bacterias en un intestino sano. La idea básica es que la dieta -como la lactancia materna en los primeros meses del bebé- es una especie de «sistema de programación» que establece los cimientos de la salud de mañana.

En su primera ilustración, la guía recalca algo tan sencillo como sorprendente: lo que realmente significa tener un tracto GI «saludable». La salud GI se describe desde cinco perspectivas: no solo como ausencia de enfermedades GI, sino también una buena digestión y absorción de nutrientes, una microbiota normal y estable, una función inmunitaria eficiente y, teniendo en cuenta las conocidas conexiones entre el cerebro y el intestino, la sensación de bienestar.

En esta guía prima el aspecto de la prevención, es decir, descubrir las funciones beneficiosas de la microbiota intestinal y buscar estrategias que permitan continuar con esas funciones. En palabras de los autores, se trata de evitar la disbiosis, una situación en que la comunidad de microorganismos de la microbiota se encuentra desequilibrada o perturbada. Pero lo que olvidan mencionar, es que en el mundo científico la disbiosis es un concepto escurridizo; todo el mundo parte con un conjunto ligeramente diferente de microorganismos, e incluso si se conoce cuáles se encuentran presentes en el intestino de uno, hoy por hoy resulta prácticamente imposible determinar si nos encontramos ante una situación normal o una disbiosis. Independientemente de lo que la disbiosis signifique, los científicos pueden sin embargo centrarse en intervenciones que mejoren la situación. Con este objetivo, los autores mencionan las numerosas pruebas a favor de los beneficios de probióticos y los prebióticos, así como otros dos tipos de intervenciones: los simbióticos (una combinación de probióticos y prebióticos) y los postbióticos (productos fermentados que no contienen bacterias vivas).

La segunda guía, un resumen científico acerca de los trastornos GI, incorpora  lo último en investigación sobre microbiota e incluye secciones dedicadas a la salud GI materna durante el embarazo, así como a los problemas digestivos y trastornos funcionales en bebés y niños pequeños. La vocación clínica del documento queda patente con la inclusión de numerosos algoritmos  y listas de medios farmacológicos y no farmacológicos para tratar cada enfermedad.

Esta guía presta una atención más que justificada a los trastornos gastrointestinales funcionales (TGIF), en los que los síntomas no se explican directamente por problemas fisiológicos. Enfermedades como los cólicos infantiles, la diarrea y la regurgitación forman parte de estos TGIF que pueden provocar mucho sufrimiento y estrés. Los autores señalan que la disbiosis ha sido vinculada a numerosos TGIF, pero los científicos continúan investigando los mecanismos subyacentes. Mientras tanto, una de las  tareas pendientes de la investigación sobre la microbiota sigue siendo revolucionar el tratamiento de estos trastornos.

Los profesionales de la salud se encuentran en una posición única para contribuir a la comprensión del papel de la microbiota en la salud por parte de la sociedad, a fin de que los niños que nazcan en el futuro puedan disfrutar de una vida larga y saludable. No se lograrán progresos en este ámbito hasta que estas comunidades de microorganismos dejen de ser «invisibles». Estas guías constituyen una herramienta extremadamente útil en este sentido.