Hace unas semanas una noticia se coló entre los principales titulares de los medios de comunicación y armó bastante revuelo. Los probióticos, se aseguraba, eran poco más que ‘inútiles’ e incluso podían tener efectos negativos para la salud. Dicha información se basaba en investigaciones publicadas en la revista Cell que apuntaban que los probióticos tienen un efecto menor del esperado y que, cuando se administran para mitigar los efectos secundarios de los antibióticos, como la diarrea, pueden incluso resultar perjudiciales para la salud, puesto que retrasan la recuperación de la microbiota intestinal.

Existe un consenso sobre la eficacia de los probióticos, ya sea en el tratamiento de problemas o enfermedades o en el control del sistema inmunitario

La reacción de las principales asociaciones científicas tras la publicación de los dos estudios no se hizo esperar – Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos (ISAPP), y Asociación Internacional de Probióticos Europa (IPA Europe) -, como tampoco la de un gran número de expertos. Emitieron comunicados en los que cuestionaban los resultados de esas investigaciones y recordaban que los beneficios de determinadas bacterias para la salud están respaldados por un elevado número de estudios científicos.

Los probióticos: ¿qué son exactamente? Según la definición consensuada por la OMS/FAO, son microorganismos vivos que al ser administrados en las cantidades adecuadas confieren un beneficio para la salud del huésped. Los probióticos son esencialmente bacterias y levaduras que podemos encontrar en productos lácteos fermentados, como yogures o kéfir; otros alimentos o suplementos nutricionales.

¿Cuáles son actualmente los beneficios reconocidos de los probióticos? Tras más de una década de investigación, ensayos clínicos en los que han participado miles de pacientes han permitido demostrar la eficacia de los probióticos para la salud. Existe un consenso sobre la eficacia de los probióticos, por un lado, para tratar problemas o enfermedades asociadas al tracto digestivo (síndrome del intestino irritable, malestar digestivo), y por otro, para tratar al sistema inmunitario (prevención de la diarrea asociada a la ingesta de antibióticos y también aquella provocada por la infección de la bacteria C. difficile). Su eficacia también ha sido probada en niños prematuros, a quienes les administran probióticos para evitar que desarrollen infecciones.

Numerosas organizaciones médicas y científicas, debido a la gran cantidad de pruebas existentes, recomiendan la toma de probióticos. Sus recomendaciones médicas permiten a los profesionales de la salud prescribir los probióticos más adecuados para sus pacientes.

Equipos de investigadores de todo el mundo estudian también ahora el rol de los probióticos para tratar enfermedades como la diabetes o la obesidad. Es el caso de Patrice D. Cani, investigador de la Fundación Belga para la Investigación científica, quien estudia desde 2007 qué papel desempeña la bacteria Akkermansia muciniphila en obesidad, diabetes y cardiopatías.

“Hay una ingente cantidad de literatura científica que demuestra que determinadas bacterias tienen efectos beneficiosos sobre la salud humana, como Akkermansia muciniphila o Faecalibacterium”, explica Cani. Sus investigaciones han sido publicadas por algunas de las principales revistas científicas, como Nature.

Otro ámbito de investigación: el uso de los probióticos para intentar reducir el empleo de antibióticos y así dejar de contribuir al grave problema de las resistencias antimicrobianas. “Muchas de las infecciones que padecemos no proceden de patógenos del medio, sino de nuestro interior”, señala Lorenzo Morelli, director del departamento de ciencia y tecnología alimentaria de la Universidad Católica del Sagrado Corazón (Italia). Y prosigue explicando que “en el intestino albergamos una gran cantidad de bacterias patogénicas y cuando se produce un desequilibrio entre estas y las beneficiosas comienzan los problemas de salud. Los probióticos pueden ayudar a evitar ese desequilibrio y, por tanto, el consumo de antibióticos para frenar la infección”.

Desde hace dos décadas se sabe, además, que para que los probióticos sean beneficiosos para la salud no hace falta que colonicen el intestino. “Incluso si las bacterias pasan a través del colon pueden producir compuestos activos, o instigar al sistema inmunitario a producir otros factores antimicrobianos específicos a través de un ‘simple’ contacto con la mucosa”, apunta Cani.

Los probióticos pueden disminuir el uso de antibióticos y así dejar de contribuir al grave problema de las resistencias antimicrobianas

Este investigador también recuerda que para que una bacteria o una combinación de bacterias sea considerada un probiótico debe haber demostrado en un ensayo clínico sus efectos. No todas las bacterias tienen un efecto positivo sobre la salud humana, como tampoco todos los probióticos son iguales y sirven para todo. Las propiedades de uno no son atribuibles a otros. “Es cierto que no todas las bifidobacterias o los lactobacilos [que son, seguramente, los dos probióticos más estudiados] realizan la misma función. Algunas cepas son beneficiosas para reducir la diarrea o restaurar un tránsito intestinal normal, mientras que otras tienen efectos más específicos, como restauración de la mucosa intestinal o propiedades antimicrobianas”, puntualiza.

La comunidad bacteriana del intestino se ha convertido desde hace unos años en un “hot topic” en ciencia, que genera cada mes decenas de artículos en revistas especializadas. Esas investigaciones, a su vez, tienen una creciente repercusión mediática.

“Es una falsa ilusión creer que la microbiota intestinal tiene la clave para comprender y tratar todas las enfermedades”, concluye Cani. Por eso, la prudencia y la rigurosidad en la información son cruciales, dos de las características que nos esforzamos por aplicar a diario desde el equipo de Gut Microbiota for Health.