La microbiota intestinal participa en el desarrollo neuronal de los niños mediante la secreción de moléculas implicadas en la emisión de señales neuronales e inmunológicas. Esta relación entre el intestino y el cerebro es conocida bajo el nombre de eje intestino-cerebro.

Los primeros meses de vida son cruciales en el proceso de establecimiento de una microbiota intestinal sana. Las primeras bacterias en colonizar el intestino del bebé son las que provienen de la microbiota intestinal, vaginal o cutánea de su madre, o del ambiente, en el caso de un parto por cesárea, así como de la leche materna. Más adelante, el entorno del niño irá modulando la comunidad bacteriana presente en su intestino.

Estudios previos ya habían sacado a la luz el estrecho vínculo entre la microbiota intestinal y la actividad y los trastornos neuronales, pero pocos son los que explican cómo la evolución de la microbiota intestinal durante la primera infancia puede provocar estos trastornos neuronales. Esto es precisamente lo que pretende Amy Loughman en su artículo “Gut microbiota composition during infancy and subsequent behavioural outcomes” (Composición de la microbiota intestinal durante la infancia y sus consecuencias en el comportamiento,) publicado recientemente.

En el estudio descrito, el Prof. Peter Vuillermin y sus colegas se basaron en el Barwon Infant study[1] y utilizaron una sub-cohorte de 201 niños nacidos en Australia, cuyas muestras de microbiota fecal analizaron a la edad de 1, 6 y 12 meses. Cuando los niños alcanzaron la edad de dos años, los investigadores evaluaron su comportamiento ciñéndose al Child Behaviour Checklist, un formulario de 99 preguntas a las que los padres de los niños tuvieron que contestar.

Entre los trastornos del comportamiento en la niñez se incluyen el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), el Trastorno Negativista Desafiante (TND), el trastorno del espectro autista (TEA) y los trastornos del aprendizaje.

Entre la cohorte de nacimiento no seleccionada, los investigadores identificaron 22 casos con importantes trastornos del comportamiento y observaron una variación de la bacteria Prevotella relacionada con dichos trastornos, en particular con la interiorización de problemas. Este género bacteriano solo se detectó en un 4% de los niños con trastornos del comportamiento frente a un 44% de los niños sanos. Lo cual sugeriría que la baja presencia de Prevotella en la microbiota a los 12 meses de edad podría considerarse un indicador de futuros trastornos del comportamiento durante la infancia. Tras este descubrimiento, el equipo se centró en determinar la causa de la alteración de la microbiota intestinal y evaluar los factores que habrían desencadenado el cambio. En la cohorte estudiada, la disminución de los niveles de Prevotella estaba directamente relacionada con la ingesta de antibióticos entre los 6 y los 12 meses de edad.

El tipo de parto (vaginal o por cesárea), la lactancia materna, el medio, el contacto estrecho con animales y la diversificación de la alimentación son factores que influyen en la composición de la microbiota intestinal. Con este estudio, Peter Vuillermin y su equipo han mostrado cómo el uso de antibióticos durante los primeros 6 a 12 meses de vida también podría influir en los niveles de las bacterias y vincularse al desarrollo de trastornos del comportamiento más adelante.

Numerosos estudios han puesto en evidencia por el pasado la influencia de la microbiota intestinal en la salud mental. En la actualidad, los estudios científicos se centran en cómo identificar los «tipos» de composición de la microbiota que podrían vincularse al desarrollo de trastornos neurológicos, así como moduladores potenciales de la composición que podrían influir en su desarrollo, o por el contrario, prevenir o aliviar los síntomas o incluso tratar este tipo de enfermedades. Sin embargo, no hay que olvidar que la microbiota del intestino es solo uno de los múltiples factores relacionados con el desarrollo de los trastornos neurológicos.

[1] El Barwon Infant study es una cohorte de niños nacidos en Australia a los que se les hizo un seguimiento a largo plazo

 

Referencia: Loughman A., Ponsonby A.L., O’Hely A. et al. Gut microbiota composition during infancy and subsequent behavioural outcomes. EBioMedecine. 2020; 52: 102640. https://doi.org/10.1016/j.ebiom.2020.102640