Los insectos lo hacen, también los conejos, los chimpancés e incluso, sí, también tu perro. Muchos animales comen excrementos en busca de nutrientes vitales, como vitaminas y minerales, así como bacterias. A los humanos la coprofagia, como se denomina esta práctica, no nos resulta demasiado atractiva, sin embargo también la practicamos desde hace algunos años –aunque no hincándole el diente a una caca- y salva vidas. Nos referimos al trasplante de microbiota fecal, una práctica médica que consiste en transferir de manera totalmente controlada heces de una persona sana a otra para tratar un problema de salud. Por ejemplo, ya se ha demostrado eficaz para tratar la infección por Clostridium difficile.

Uno de los principales problemas que presenta emplear esta técnica es la dificultad de aislar las cepas de bacterias a partir de las heces y de obtener concentraciones eficaces. Ahora, un estudio realizado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en España, y publicado en la revista Scientic Reports, revela una nueva técnica que permite separar la mayor parte de la microbiota intestinal del resto de materia fecal. Borja Sánchez, investigador del Ramón y Cajal, adscrito al Instituto de productos lácteos de Asturias, un centro del área de alimentos del CSIC, es coautor de la investigación.

 

¿En qué momento estamos en el trasplante microbiota fecal?

En los comienzos. Hay muchas enfermedades que llevan asociadas alteraciones en las composiciones relativas de microorganismos que forman parte de la microbiota intestinal. Para que se implante de manera generalizada, debemos comprobar la efectividad del trasplante de microbiota fecal, o si lo es para algunos casos y no para otros; o si, tal vez, tiene que ser sólo de algunas  bacterias o, por el contrario, hay que cambiar drásticamente el perfil de los microrganismos que tenemos y ver qué efectos tiene a largo plazo.

En una sociedad en la que la seguridad en todos los aspectos de la vida nos preocupa tantísimo, saber lo que nos pueda hacer un trasplante microbiota fecal de otra persona, a largo plazo, es importante. Por eso, una de las vías que se está barajando actualmente es el «trasplante autólogo»: yo ahora mismo me encuentro bien, tengo una microbiota intestinal totalmente sana y guardo una muestra para, si en el futuro hace falta, por ejemplo, en el caso de tener que tomar un antibiótico o seguir un tratamiento de radioterapia, que yo pueda auto trasplantarme mi microbiota, y no la de otra persona.

¿Cómo se realiza un trasplante fecal?

Por vía oral o por vía rectal mediante un colonoscopio. En el caso de la primera, hay diversos métodos: desde encapsular directamente las heces; hasta emplear una sonda nasogástrica para depositar directamente una suspensión fecal en el duodeno. La técnica que hemos desarrollado nosotros puede ayudar a mejorar la forma de administración.

¿En qué consiste esa nueva técnica?

Se trata de un sencillo proceso de centrifugación en gradiente, que no afecta a la composición de poblaciones microbianas originales y que hace que los componentes de la solución se separen por densidad. Las bacterias se quedan en una franja muy concreta del tubo, de tal forma que puedes simplemente ‘pescarlas’. En 10 minutos tienes tu muestra. Hemos comprobado, además, la eficacia de la técnica comprobado mediante análisis metagenómico de las poblaciones microbianas antes y después del tratamiento de extracción.

¿Por qué resulta relevante esta técnica?

Porque resulta una estrategia sencilla para obtener microbiotas intestinales representativas a partir de muestras fecales. Por un lado, podemos diseñar un protocolo que garantice la viabilidad de las bacterias, puesto que éstas son muy sensibles al oxígeno. Y por otro lado, podemos obtener concentraciones de bacterias: a partir de dos gramos de heces, con esta metodología, podemos obtener hasta 1010 bacterias. De esta forma, si queremos administrar a un individuo un tratamiento de heces encapsuladas, ahora es necesario al menos 10 píldoras para lograr una dosis efectiva. Pero si conseguimos concentrar la microbiota, quizás solo haría falta una.

¿De dónde surgió la idea para desarrollar una técnica de estas características?

Surgió a partir de un estudio que realizábamos sobre la microbiota intestinal que tenían los pacientes con lupus sistémico, una enfermedad autoinmune. Queríamos analizar la materia fecal, pero entre un 40 y un 50% del contenido de las heces no nos interesaba, y además interfería en nuestra investigación. Así que intentamos ver si mediante un proceso sencillo, podíamos separar la microbiota fecal del resto de componentes de las heces. Y lo logramos.

 

Referencias

Arancha Hevia, Susana Delgado, Borja Sánchez et al. Application of density gradient for the isolation of the fecal microbial stool component and the potential use thereof. Scientific Reports. Doi: 10.1038/srep16807