La dieta desempeña un papel esencial en nuestra salud general y en la del microbioma y las personas mayores son especialmente vulnerables a las complicaciones de salud causadas por el envejecimiento que podrían relacionarse con los cambios en su dieta.

El envejecimientos está vinculado a mayores niveles de  inflamación y al deterioro de múltiples sistemas del organismo que pueden derivar en fragilidad. La fragilidad se ha vinculado además a la fragilidad, a la inflamación, a una función cognitiva reducida, a la pérdida de musculatura y a enfermedades crónicas como la diabetes.

Muchas personas mayores siguen dietas restrictivas por problemas de masticación o deglución, una producción reducida de saliva u otras razones de salud que pueden desembocar en una menor diversidad microbiana de la composición de la microbiota intestinal, que es un marcador de salud. Por otra parte, se ha demostrado que la  dieta mediterránea,  basada esencialmente en alimentos de origen vegetal, con todo tipo de verduras, frutas, legumbres, cereales integrales, frutos secos, aceite de oliva y un consumo equilibrado de carne roja, productos lácteos y grasas saturadas  influye positivamente en la salud y en los cambios en la microbiota intestinal, como un incremento de las bacterias vinculadas a una menor fragilidad y una función cognitiva mejorada en las personas mayores.

El Dr. Paul O’Toole ha investigado, junto con sus colegas de la Universidad de Cork (UCC), en Irlanda, cómo afecta la dieta al microbioma intestinal y la fragilidad en un grupo de europeos de edad avanzada. Para ello, analizaron la microbiota intestinal de 612 personas frágiles y prefrágiles de entre 65 y 79 años de varios países europeos (Polonia, Países Bajos, Reino Unido, Francia e Italia) antes y después de seguir una dieta mediterránea durante 12 meses. Clasificaron a los sujetos frágiles y prefrágiles en función de diversos criterios como pérdida de peso, actividad física reducida y debilidad.

Los investigadores descubrieron que seguir una dieta mediterránea afectaba positivamente a la microbiota intestinal, lo cual está vinculado a una menor inflamación y fragilidad y a la mejora de la función cognitiva.

Antes de adoptar la dieta mediterránea, los sujetos mostraban claras diferencias en la composición de su microbiota intestinal, probablemente por la disparidad en su ingesta de fibra, grasa, vitaminas y minerales. Sin embargo, los microbiomas intestinales de los sujetos que siguieron la dieta mediterránea se fueron asemejando, tras sufrir cambios drásticos que los autores atribuyen a un incremento de la ingesta de fibra, vitaminas y minerales, en comparación con los individuos del grupo de control cuyos cambios se vincularon a un incremento del consumo de grasa.

Asimismo, en el grupo de la dieta mediterránea, se observó un incremento de las bacterias beneficiosas que producen los metabolitos antiinflamatorios, los ácidos grasos de cadena corta, y un mayor seguimiento de esta dieta se vinculó a un incremento de la diversidad microbiana. Por otra parte, el grupo de control presentaba mayores niveles de bacterias asociadas al cáncer colorrectal y a la diabetes tipo 2  y otras enfermedades inflamatorias, así como metabolitos inflamatorios derivados de las bacterias intestinales.

Los investigadores descubrieron que seguir una dieta mediterránea afectaba positivamente a la microbiota intestinal, lo cual está vinculado a una menor inflamación y fragilidad y a la mejora de la función cognitiva

En resumen, seguir una dieta mediterránea a largo plazo a base de productos de origen vegetal se traduce en un mayor consumo de fibra, cereales integrales, grasas poliinstauradas y vitaminas y una menor ingesta de grasas saturadas, alcohol, sal y azúcar, lo cual tiene efectos positivos en el microbioma intestinal.  Entre los cambios positivos en la composición del microbioma intestinal provocados por la adopción de una dieta mediterránea durante un año, destaca el incremento de la producción de metabolitos derivados de bacterias beneficiosas y antiinflamatorias presentes en ese microbioma.

Aunque la edad, el índice de masa corporal y el estado de las enfermedades tienen su papel en la modulación del microbioma intestinal, la dieta desempeña sin duda un rol esencial a la hora de determinar cómo interactúan estos factores entre ellos y afectan a la salud. A pesar de estos prometedores hallazgos, es importante recalcar que seguir una dieta mediterránea no es siempre posible en todos los países, ya que algunos ingredientes clave pueden no estar disponibles o al menos, no todo el año. Además, esta dieta podría no resultar una opción realista para pacientes mayores a los que les cueste tragar, producir saliva o que padezcan el síndrome del intestino irritable.

Pero en general, los resultados de este estudio muestran sobre todo que seguir una dieta mediterránea es una excelente forma de asegurarse un microbioma intestinal sano y evitar la fragilidad en las personas mayores.

 

Referencia:

Ghosh TS, Rampelli S, Jeffrey IB, et al, Mediterranean diet intervention alters the gut microbiome in older people reducing frailty and improving health status: the NU-AGE 1-year dietary intervention across five European countries. BMJ Gut; 2020: 69(7).