Los más de 100 billones de microbios que albergamos, la microbiota humana, puede identificarnos como individuos, según desvela un nuevo estudio de  la Escuela de Salud Pública TH CHan de Harvard (Harvard TH Chan School of Public Health). Al parecer, estos microorganimos tienen características distintivas que podrían utilizarse para identificarnos y eso incluso después de pasado un tiempo. Este estudio que publica la revista PNAS, es el primero en demostrar de forma rigurosa que es factible identificar a las personas por los datos obtenidos a partir de su microbioma.

Los investigadores utilizaron las bases de datos públicas conservadas por el Proyecto Microbioma Humano (Human Microbiome Project – HMP), para examinar los microbios de 242 individuos a lo largo de 12 meses. A continuación, aplicaron una versión adaptada de un algoritmo informático clásico de manera a escanear el código genético  microbiano y buscar, a través de diferentes secuencias, características únicas para cada persona. Para ello, combinaron secuencias estables y distintivas de muestras iniciales de microbioma y las compararon con muestras de los mismos individuos recogidas en visitas posteriores, así como con muestras tomadas de individuos del grupo de control.

Los investigadores constataron que los códigos eran únicos para cada uno de los cientos de participantes y que más del 80% se mantenían estables a lo largo de un año, tiempo que duró el experimento. En cierto modo, fueron capaces de identificar “huellas dactilares microbianas”, porque, igual que sucede con el genoma, en el caso del microbioma existen numerosos aspectos que se repiten entre individuos, pero las diferencias existentes son suficientes para caracterizar a cada persona.

 

«Vincular una muestra de ADN humano a una base de datos de «huellas dactilares» de ADN humano es la base de la genética forense, algo que lleva realizándose desde hace decenios. Hemos demostrado que el mismo tipo de vínculo es posible utilizando secuencias de ADN de los microbios alojados en el cuerpo humano – y eso sin necesidad de recurrir al ADN humano», explicaba en un comunicado de prensa el autor principal Eric Franzosa, investigador asociado del Departamento de bioestadística de Harvard Chan.

Alertaba asimismo de que se abre así la vía a relacionar las muestras de microbioma humano con bases de datos, con el riesgo de exponer información personal sensible, como por ejemplo una infección de transmisión sexual, detectable desde la propia muestra de microbioma.

La genética forense se basa en pequeñas diferencias en el genoma para identificar  a un individuo. Franzosa y sus colaboradores creen que se podría aplicar ese mismo método a la información extraída del microbioma en aquellos casos en que el ADN humano no esté disponible o sencillamente se encuentre demasiado deteriorado. Y quizás algún día secuenciar el microbioma se convierta en una herramienta eficaz para las investigaciones criminales.

Los autores recalcan que el estudio también conlleva implicaciones para la ecología microbiana, ya que sugiere que nuestros residentes microbianos, únicos,  están sintonizados con nuestra historia y el entorno de nuestro organismo y más concretamente con nuestra genética, dieta y evolución, de forma que quedan unidos a nosotros y nos ayudan a combatir a los organismos invasores.