1150292_318424368301240_946142186_n2Numerosas investigaciones se han centrado en la idea de que exponer a los niños  a los animales desde su más tierna infancia podría reforzar su sistema inmunitario (uno de los factores que contempla la denominada “teoría de la higiene“). Un nuevo estudio recientemente publicado por la revista PNAS viene precisamente a apoyar esta teoría y sugiere que este efecto protector se debe a las alteraciones sufridas por la comunidad microbiana alojada en el tracto digestivo – la microbiota intestinal.

Para llegar a esta conclusión, la profesora Susan Lynch y sus colegas de la Universidad de California en San Francisco (EE UU) trabajaron con ratones a los que expusieron al polvo de hogares con y sin mascotas caninas. Los resultados revelaron que las reacciones asmáticas de los pulmones de los roedores expuestos al polvo procedente de casas con perros se reducían cuando eran puestos posteriormente en contacto con sustancias potencialmente alergénicas (albúmina, antígenos de cucarachas).Por el contrario, el asma era más pronunciada en aquellos ratones que habían sido expuestos al polvo de casas donde no vivían canes. Lo interesante es que en el intestino de estos roedores «protegidos» contra el asma y las alergias respiratorias hallaron una bacteria que marcaba la diferencia: Lactobacillus johnsonii. «Los resultados sugieren que hay bacterias que podrían usarse en un futuro para modificar la microbiota de modo que se prevengan el asma y las alergias o, quizás, incluso logremos tratar a quienes ya las padecen», concluían los investigadores.

Una posibilidad interesante teniendo en cuenta que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el asma es la enfermedad crónica más padecida en la infancia.