¿Por qué es importante el eje microbiota-intestino-cerebro?

Aunque el vínculo entre el intestino y el cerebro está captando recientemente una mayor atención por parte de los medios de comunicación, el concepto del eje intestino-cerebro no es nuevo. En los siglos XIX y XX, estudios de diferentes científicos y médicos, como William Beaumont, Charles Darwin y Claude Bernard, asociaron el intestino y la digestión con las emociones. Posteriormente, algunos estudios han revelado que la gigantesca comunidad de microorganismos que habitan en el intestino son actores importantes del eje intestino-cerebro, lo que ha dado pie a la acuñación del término «eje microbiota-intestino-cerebro»1.

El eje microbiota-intestino-cerebro consta de una diversa comunidad microbiana instalada en el tracto intestinal que se comunica con el sistema nervioso central y viceversa1. Algunos trastornos del estado de ánimo y la motilidad intestinal en los que la conexión intestino-cerebro está alterada son el síndrome del intestino irritable, la depresión y la ansiedad1,2. Por ejemplo, en uno de cada tres pacientes con SII, los trastornos mentales observados se han asociado al eje intestino-cerebro.

 

¿Cómo «hablan» entre sí el intestino y el cerebro?

Los metabolitos microbianos que son antiinflamatorios (como el butirato) o que influyen beneficiosamente en la salud mental (como la serotonina) representan solo una vía de comunicación entre el intestino y el cerebro.

Estas son las otras tres principales vías por las que los microbios intestinales interactúan con el cerebro2,3:

  • Neuronas del sistema nervioso parasimpático y entérico, que actúan como un teléfono móvil, permitiendo una comunicación rápida y directa entre el intestino y el cerebro.
  • Hormonas (como el cortisol), que actúan como el correo postal, permitiendo una comunicación más lenta entre el intestino y el cerebro.
  • Proteínas pequeñas liberadas por las células inmunitarias (citocinas), que actúan como señales de alarma, permitiendo la comunicación a larga distancia entre las células.

 

¿Cómo podemos sacar partido a los microbios intestinales para mejorar nuestra salud cerebral?

Considerando el papel de la microbiota intestinal en la mediación de los efectos beneficiosos de la dieta en el cerebro, unos científicos irlandeses han acuñado el término psicobiótico para describir cualquier intervención exógena con efectos en el microbioma y beneficios para la salud mental4-6.

Estas son algunas de las posibles intervenciones psicobióticas que han ofrecido resultados prometedores en cuanto a mejorar la salud mental en estudios tanto con animales como con humanos:

  1. Dieta integral

Una dieta enriquecida con fibra y alimentos fermentados que promueven la proliferación de bacterias buenas en el intestino («dieta psicobiótica») puede disminuir el nivel de estrés percibido de voluntarios sanos después de solo un mes7 y mejorar el estado de ánimo depresivo de adultos con obesidad8.

Asimismo, una dieta mediterránea rica en verduras, fruta, cereales integrales, legumbres, frutos secos, semillas, aceite de oliva y pescado, con cantidades reducidas de carne roja y alimentos procesados, puede ayudar a aliviar la depresión y aportar beneficios adicionales a la medicación10, además de mejorar los síntomas tanto intestinales como psicológicos de las personas con SII11,12.

Otras dietas, como la dieta DASH (enfoques dietéticos para detener la hipertensión), la dieta noruega y la dieta japonesa se han asociado a una menor prevalencia de enfermedades mentales comunes y a un mejor desempeño cognitivo13-15.

En cambio, una dieta occidental rica en alimentos con alto contenido en sal, azúcar y grasas poco saludables se asocia a un menor desarrollo del hipocampo, una zona del cerebro relacionada con el aprendizaje y la memoria9.

  1. Prebióticos

La mayoría de los prebióticos son un tipo de fibra dietética que sirve de alimento a los microbios beneficiosos que viven sobre nuestra piel o en nuestro interior. Además de aportar beneficios a la función digestiva y las defensas naturales del organismo, según estudios recientes, los prebióticos afectan positivamente a los niveles de estrés, el estado de ánimo y la función cognitiva.

La suplementación con un prebiótico galactooligosacárido puede reducir la respuesta de cortisol (la hormona del estrés vinculada a la ansiedad y la depresión) al despertar y los niveles de ansiedad de voluntarios sanos16,17. De manera similar, la suplementación durante dos meses con galactooligosacáridos prebióticos redujo la ansiedad de personas con SII18. La fibra de polidextrosa también puede mejorar la flexibilidad cognitiva y la atención sostenida de personas sanas19.

  1. Probióticos

Los probióticos se definen como «microorganismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud del huésped». Investigaciones recientes señalan que, de forma similar a los prebióticos, los probióticos pueden ser una intervención complementaria para el cerebro y el bienestar.

Por ejemplo, Bifidobacterium longum 1714 puede disminuir el cortisol salival y el estrés percibido, y aumentar la memoria visual y espacial de personas sanas20,21. Lactobacillus plantarum PS128 también puede reducir el estrés percibido, la ansiedad y la depresión de personas muy estresadas22. Ciertas cepas probióticas de L. helveticus y B. longum pueden asimismo disminuir la gravedad de la depresión en casos de pacientes con trastorno depresivo mayor23.

  1. Simbióticos

Las mezclas de microorganismos vivos y sustratos utilizados selectivamente por los microorganismos huéspedes también han demostrado mejorar la ansiedad24 y la depresión leve o moderada25.

  1. Alimentos fermentados

La mayoría de los estudios sobre el efecto de los alimentos fermentados en la salud cerebral se han llevado a cabo con ratones26. Estudios pequeños han demostrado que las bebidas lácteas fermentadas pueden reducir los síntomas físicos del estrés, contrarrestar el aumento del cortisol salival27  e influir en las células inmunitarias28 de estudiantes sometidos a estrés por exámenes con la actividad cerebral alterada29.

  1. Posbióticos y metabolitos microbianos

Los microorganismos inanimados o sus componentes han demostrado beneficios potenciales en el huésped. Es el caso de los microbios inactivados por calor, que han demostrado reducir la ansiedad, además de aliviar las alteraciones del sueño de estudiantes con estrés crónico30.

En cuanto a los metabolitos microbianos, aunque hay estudios con roedores que indican que los metabolitos microbianos purificados, como los ácidos grasos de cadena corta, atenúan los comportamientos de tipo depresivo y la respuesta al estrés del cortisol31, los datos disponibles relativos a humanos aún no respaldan los beneficios de los metabolitos aislados como el butirato para reducir el estrés32.

  1. Trasplantes de microbiota fecal

Teniendo en cuenta los beneficios potenciales de los probióticos y prebióticos para la salud mental, los científicos también han empezado a explorar el papel de los trasplantes de microbiota fecal (TFM) para tratar los trastornos relacionados con el cerebro. Aunque un ensayo con humanos ha demostrado una mejora de la fatiga en la calidad de vida tras el TFM en pacientes con SII,33 es demasiado pronto para determinar la eficacia de este procedimiento para mejorar la ansiedad, la depresión y otros trastornos relacionados con la neuroinflamación. También es importante sopesar los beneficios con los riesgos que entrañan los problemas de seguridad y la transmisión de enfermedades relacionadas con el microbioma31.

 

¿Hay alternativas no dietéticas para mejorar la salud intestinal y cerebral?

Además de la dieta y los cambios en el estilo de vida, también merece la pena considerar la psicoterapia para reducir los síntomas intestinales y paliar las secuelas psicológicas del SII y la EII34.

Algunas intervenciones estudiadas para mejorar y mantener la salud intestinal y mental tienen que ver con la psicoterapia (terapia cognitivo-conductual e hipnoterapia dirigida al intestino), la gestión del estrés (terapias basadas en el mindfulness, yoga), el sueño y el descanso, el ejercicio regular leve o moderado, y las actividades al aire libre en la naturaleza. Estas intervenciones pueden ser valiosas cuando resulta difícil seguir un enfoque dietético o como enfoque complementario.

 

Conclusión

  • Una buena salud física y mental puede favorecer la salud intestinal. Se trata de algo bidireccional, pues para la salud mental es importante que la microbiota intestinal esté en buen estado.
  • Entre las posibles intervenciones psicobióticas que han ofrecido resultados prometedores en cuanto a mejorar la salud mental a través del microbioma se incluyen una dieta rica en alimentos fermentados y de alto contenido en fibra, probióticos, prebióticos, simbióticos y posbióticos.
  • Además de la dieta, la psicoterapia, el ejercicio, el descanso y pasar tiempo en la naturaleza pueden ayudar a mejorar la salud intestinal, el estrés, la salud mental y la calidad de vida.

 

 

Referencias: 

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