Desde una perspectiva tradicional sobre el sistema inmunitario, nuestro cuerpo es una fortaleza que hay que defender. Confiamos por tanto en que nuestro sistema inmunitario se mantenga constantemente alerta frente a enemigos como bacterias y virus nocivos y que sea capaz de luchar contra ellos cuando nos ataquen. Pero el Prof. Philip Calder, profesor de inmunología nutricional en la Universidad de Southampton (Reino Unido) y último ganador del Premio Internacional a la Nutrición de Danone (Danone International Prize for Nutrition), opina que a pesar de que la defensa contra agentes invasores es parte importante de las actividades del sistema inmunitario, es necesario actualizar este concepto. En sus artículos, Calder recalca que la función del sistema inmunitario es en realidad mucho más amplia: asegura una respuesta apropiada cuando el organismo entra en contacto con cualquier cuerpo extraño, ya sea grande o pequeño, nocivo o benigno.

«El sistema inmunitario fue descubierto por sus vínculos con las infecciones y los agentes patógenos. Esa es la finalidad principal de la respuesta inmunitaria», asegura Calder en el transcurso de una entrevista telefónica concedida a GMFH. «Pero además, el sistema inmunitario y la respuesta inmunitaria nos permiten vivir tranquilamente en un entorno que podría resultar una amenaza para nosotros. Probablemente, todos los días consumimos, por ejemplo, miles de sustancias vegetales y animales llamadas antígenos. Y no nos afecta porque nuestro sistema inmunitario las reconoce y decide que no son peligrosas para nosotros».

Calder explica que, por una parte, un sistema inmunitario sano debe tener una respuesta inmunitaria suficiente cuando una sustancia externa (no humana) lo estimula. «Una respuesta resiliente es aquella que hace frente de forma eficiente y eficaz a la fuente de la estimulación inmunitaria, es decir la eliminación de bacterias o virus, a fin de que no causen un perjuicio excesivo ni ninguna enfermedad al huésped».

Por otra parte, un sistema inmunitario resiliente es aquel que también puede mantener una respuesta pasiva. «El sistema inmunitario tiene siempre una respuesta menos activa a elementos que no son una amenaza», puntualiza el investigador. Y si este sistema se estropea, podría llevar a la aparición de enfermedades mediadas por mecanismos inmunes: alergias o artritis entre otras muchas.

Pero ¿cómo puede averiguar alguien sano si su sistema inmunitario es capaz de enfrentarse a todo lo que se va encontrando? Según Calder, «la inflamación es parte de la respuesta inmunitaria. Queremos que esta se produzca cuando sea necesaria».

Desde este punto de vista, la resiliencia del sistema inmunitario consiste en algo más que en evitar las enfermedades. Se trata de mantener una respuesta inflamatoria que no resulte ni demasiado pasiva, ni demasiado activa, las 24 horas del día, 7 días por semana. «Una respuesta resiliente es aquella que se produce en el lugar adecuado en el momento adecuado, controlada y que sigue la vía correcta. Si se pierde esa resiliencia, puede aparecer alguna enfermedad» y Calder añade que «el equilibrio entre tener una buena respuesta o no es muy delicado».

 

La microbiota intestinal afecta a la respuesta inmunitaria

Calder señala que es esencial tener en cuenta las actividades de la microbiota intestinal a la hora de hablar de respuesta inmunitaria. «Existe una serie de mecanismos por los cuales la microbiota interactúa con la respuesta inmunitaria del huésped. Los científicos continúan estudiando estos mecanismos». Y aclara: «sin embargo, la naturaleza de la microbiota podría influir en la naturaleza de la respuesta inmunitaria del huésped».

«Los diferentes microorganismos, especialmente las bacterias del lumen intestinal, producen sustancias químicas que actúan en el huésped. Algunas de ellas interactúan con las células inmunitarias», explica Calder. Estas sustancias incluyen, por ejemplo, los ácidos grasos de cadena corta (AGCC) que se producen cuando las bacterias intestinales se alimentan de la fibra no digestible. Los AGCC interactúan con el intestino vinculado al sistema inmunitario, un conjunto organizado de células inmunitarias situadas debajo del revestimiento del intestino.

Estos descubrimientos respaldan la idea de que la modificación de la microbiota intestinal podría contribuir a regular la inmunidad. «Ya que la nutrición afecta especialmente a la microbiota intestinal, podría haber una relación indirecta entre nutrición, microbiota intestinal y la respuesta inmunitaria del huésped», concluye Calder.

La segunda parte de esta serie de 2 artículos trata sobre los vínculos entre dieta y respuesta inmunitaria.