“En una nota publicada en 1885 en las actas semanales de las sesiones de la Academia de las ciencias francesa, Louis Pasteur escribía: “Hace ya años que durante nuestras charlas en el laboratorio con los jóvenes estudiantes que me rodean, hablo a menudo de lo interesante que resultaría alimentar desde su nacimiento a un  animal joven (véase un conejo, un conejillo de indias, un perro o un pollo) con materias nutritivas puras, entendiendo como tales los productos alimenticios a los que se les sustraería artificialmente y completamente los microbios comunes. Sin voluntad de afirmar nada, no niego que si tuviera tiempo llevaría a cabo este estudio con la idea preconcebida de que la vida, en esas condiciones, se vuelve imposible.” […]