La dieta es un actor fundamental en los cambios de la microbiota intestinal, especialmente a escala individual. Además de la dieta, también pueden afectar a las comunidades microbianas del intestino el metabolismo de los alimentos y las alteraciones en el estilo de vida (desde la actividad física a los patrones de sueño). La mayoría de los estudios actuales centrados en que investigan el vínculo de la dieta con la microbiota intestinal se basan en respuestas subjetivas a cuestionarios sobre alimentación para evaluar lo que comen las personas.

Una alimentación variada es una forma eficaz de asegurar la buena salud de nuestra microbiota intestinal

Sin embargo, en este artículo nos hemos centrado en un estudio dirigido por Dan Knights en la Universidad de Minnesota, cuyo objetivo era explorar la respuesta de la microbiota intestinal a la alimentación diaria.

Durante 17 días consecutivos, 34 participantes sanos anotaron la comida que consumían en un informe sobre alimentos. Paralelamente, el equipo de investigadores recabó diariamente muestras fecales de los participantes, a fin de estudiar su microbiota intestinal.

Tras analizar los resultados, los científicos dedujeron que las variaciones en la microbiota intestinal estaban correlacionadas con los alimentos cuando estos se consideran como un todo, pero no cuando los alimentos se degradaban en nutrientes. Tomemos por ejemplo el caso de una verdura de hoja verde rica en hierro como la espinaca. Además de hierro, las espinacas contienen numerosos nutrientes como fibra, minerales e hidratos de carbono. Todos estos elementos – el conjunto – refuerzan la relación de la espinaca con el microbioma e influyen en la composición de la microbiota intestinal.

Teniendo esto en cuenta, las recomendaciones nutricionales deberían centrarse más en aconsejar a las personas que combinen frutas y verduras en su dieta diaria, en lugar de priorizar fibras específicas.

Los investigadores confirmaron asimismo que la respuesta del microbioma a los alimentos varía entre individuos (estudios anteriores de 2016 y 2018).

Las recomendaciones nutricionales a medida podrían convertirse en el futuro de la nutrición en el camino hacia la búsqueda de un intestino sano

Los autores tienen diversas explicaciones para estos hallazgos. Por un lado, nuestra morfología intestinal (tamaño de los intestinos, cantidad de moléculas secretadas) varía y esto conlleva un cambio en la manera en que nuestro cuerpo metaboliza los alimentos y provoca diferentes respuestas de la microbiota intestinal. Por ejemplo, si nuestro organismo absorbe fácilmente grandes cantidades de proteínas de la carne, quedará menos proteína residual para nuestras bacterias intestinales y estas no podrán desarrollarse. Por el contrario, si nuestro cuerpo no absorbe la proteína, las bacterias que se nutren de proteína residual prosperarán.

Por tanto, este descubrimiento recalca la importancia de pasar de un enfoque nutricional “universal” a uno basado en tratamientos personalizados del microbioma intestinal que mejorarán no solo el bienestar intestinal, sino la salud en general.

En un experimento posterior, los científicos administraron durante 17 días «batidos” con la misma composición nutricional a dos sujetos. Transcurrido este tiempo, no se obtuvo una microbiota intestinal estable, lo cual confirma que una dieta variada potencia la estabilidad de la microbiota intestinal. Partiendo de que estabilidad, riqueza y diversidad son los tres pilares de un microbioma sano, una alimentación variada es una forma eficaz de asegurar la buena salud de nuestra microbiota.

En resumen, una dieta variada contribuye al equilibrio del microbioma, a la par que proporciona a nuestro cuerpo todos los nutrientes necesarios para mantenerse sano. Por otro lado, las recomendaciones nutricionales a medida (en lugar de una dieta única para todos) podrían convertirse en el futuro de la nutrición en el camino hacia la búsqueda de un intestino sano.

Referencia:

Johnson AJ, Vangay P, Al-Ghalith GA, et al. Daily sampling reveals personalized diet-microbiome associations in humans. Cell Host Microbe. 2019; 25(6):789-802. doi: 10.1016/j.chom.2019.05.005.