“Es mi conversación favorita. De hecho, no hay quedada familiar o con amigos en que no hablemos de mis cacas”, asegura, divertida, Adela Garre. “Me encanta la cara de la gente cuando les cuento que soy donante de heces desde hace cuatro años. Alucinan bastante”, explica esta joven barcelonesa de 32 años.
Adela forma parte del grupo de donantes habituales del Hospital Clínic de Barcelona, uno de los centros pioneros en realizar transferencia de microbiota fecal (TMF) en España y que junto al Hospital Universitario Bellvitge (Barcelona) ha creado el Banco de Microbiota de Catalunya, el primero que existe en el estado español y uno de los pocos que hay en Europa.
“Utilizamos las donaciones de heces para realizar tratamientos en nuestro hospital o para servir a otros hospitales que tienen pacientes susceptibles de recibir un trasplante de microbiota fecal”, explica Andrea Aira, directora técnica del Banco de Microbiota.
Esta terapia consiste en obtener microbiota intestinal de una muestra de heces de un donante sano e inserirla en un paciente que tiene un desequilibrio de la microbiota intestinal. En la mayoría de las ocasiones se realiza a través de una colonoscopia, aunque también se puede llevar a cabo mediante cápsulas orales, sobre todo liofilizadas.

Las muestras obtenidas de donantes se congelan y se mantienen en cuarentena durante dos meses. Hospital Clínico de Barcelona.
En España, la transferencia de microbiota fecal solo está aprobado para infecciones recurrentes causadas por Clostridiodes difficile, una bacteria oportunista responsable de diarreas en pacientes hospitalizados. Esto significa que generalmente no infecta a personas sanas, pero puede causar una infección en personas con una microbiota intestinal alterada y/o un sistema inmunológico debilitado.
Esta bacteria puede provocar daños severos y potencialmente mortales en el colon, especialmente en ciertos casos: hospitalización reciente y prolongada, edad avanzada (>65 años), respuesta inmunitaria comprometida (por ejemplo, durante la quimioterapia) y uso de antibióticos durante largos períodos de tiempo. Estas infecciones suelen ser tratadas inicialmente con antibióticos; sin embargo, entre el 20 y el 30% de los pacientes recaen y deben tomar antibióticos nuevamente. En estos casos de infección recurrente, la transferencia de microbiota fecal ha demostrado ser mucho más efectiva.
“Cuanto tenemos pacientes que han recaído ya una o dos veces, antes de volverlos a tratar con antibiótico les ofrecemos la posibilidad de someterse a un TMF, que tiene un porcentaje de éxito muy elevado y todos aceptan”, explica Aira. En el hospital Clínic, los TMF se realizan por colonoscopia, que “es eficaz en 9 de cada 10 casos”, apunta Begoña González, gastroenteróloga del Hospital Clínic y encargada de la realización del procedimiento de transferencia fecal. “Las cápsulas liofilizadas son un poco menos eficaces, entorno al 75-80%, porque el propio proceso de formación de las cápsulas hace que algunas bacterias no consigan llegar vivas”, comenta esta especialista, aunque puntualiza que “realmente, la diferencia en cuanto al porcentaje de éxito entre un procedimiento y otro es pequeña y las cápsulas te ahorran la colonoscopia, que es invasiva”.
Actualmente, la investigación en TMF se centra en el diseño de cápsulas cada vez más eficientes, no solo liofilizadas. Por ejemplo, Aira, del Clínic, en su tesis doctoral creó una nueva formulación de cápsulas, patentadas y licenciadas, ahora en explotación por parte de una empresa escocesa que está realizando ensayos clínicos con pacientes con encefalopatía hepática y trasplante de médula que hacen un rechazo.

El procedimiento más común para realizar una transferencia de microbiota es la colonoscopia, pero las cápsulas están siendo cada vez más investigadas. Aunque son ligeramente menos efectivas, son menos invasivas. Hospital de Bellvitge.
“Es como un pellet de microbiota intestinal al que le añadimos excipientes que quitan la humedad de la muestra para mantener la microbiota estable”, dice esta microbióloga, que añade que este procedimiento para lograr cápsulas de microbiota “es más fácil y económico que la liofilización”.
Tanto en el Clínic como en Bellvitge comenzaron a investigar en TMF en 2018 para tratar a pacientes con C. difficile, pero ya tienen diversos estudios en marcha para aplicarlo a otras patologías, como por ejemplo para tratar infecciones de orina recurrentes en mujeres o para descolonizar de bacterias multirresistentes el tracto intestinal de pacientes que ingresan en el hospital antes de una intervención. En otros centros también se investiga este procedimiento para patologías como obesidad, diabetes tipo 2, Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas.
Y a pesar de que parece algo nuevo, lo cierto es que este tratamiento ya se utilizaba en China en el siglo IV para tratar casos graves de intoxicación alimentaria y diarreas, utilizando una suspensión de heces conocida como “sopa amarilla”.
Los donantes, la clave del éxito
El proceso de selección de donantes es una de las claves del éxito del Banco de Microbiota Fecal de Catalunya. Para poder donar heces se deben tener entre 18 y 50 años y pasar una serie de controles, analíticas y tests. “Tomamos las máximas precauciones, porque es fundamental garantizar la seguridad del producto que estamos transfiriendo. Ahora mismo se está estudiando la relación entre la microbiota intestinal y un sinfín de patologías, por ello, descartamos a muchas personas y solo nos quedamos con entre el 4 y el 5% de potenciales donantes”, comenta Aira.
Los donantes envían las deposiciones al hospital en un kit preparado para ello, donde se preparan, congelan y se quedan en cuarentena. Dos meses después de la donación, si el donante pasa con éxito todas las analíticas de nuevo, las muestras se descongelan y se prepararan para utilizarse.

En Bellvitge, procesan muestras de heces de los donantes y las someten a un proceso de liofilización. Hospital de Bellvitge.
“Entre semana, intento hacer las deposiciones en el kit de recogida de muestras que nos dan y aviso. Al poco vienen a buscarlo y ya está, no me supone ningún esfuerzo y sé que estoy ayudando a otras personas”, afirma Adela.
Tanto en el Clínic como en Bellvitge se obtienen unas 230 dosis anuales, respectivamente. Ahora estos dos centros pioneros en el TMF en España trabajan para intentar crear biomarcadores que permitan evaluar la calidad de una donación.
“Resulta muy gratificante cuando desde el hospital nos envían un mensajito informándonos de cuántos tratamientos se han podido hacer con nuestras deposiciones”, reconoce Adela, donante de heces, que pasa tests y pruebas de salud exhaustivas cada cierto tiempo para comprobar que tienen una salud excelente. “Estoy hiper controlada, sé que estoy super sana”, bromea.
No lo intentes en casa, deja que lo hagan los profesionales
El proceso de control y cribado de los donantes de heces es sumamente estricto para garantizar que no se trasplanta a la persona enferma ningún microorganismos patogénico, de ahí que siempre se deba hacer bajo supervisión médica y jamás por cuenta propia. “Tenemos que ser sumamente precavidos y prudentes porque podríamos transmitir predisposición a sufrir una enfermedad, por ejemplo”, apunta Jordi Guardiola, jefe de servicio de aparato digestivo del Hospital Universitario de Bellvitge.
De ahí, destaca este experto, la importancia de disponer de un Banco público de Microbiota, “porque garantiza la trazabilidad de las muestras”. Guardiola explica que “tenemos muy bien identificados a donantes y receptores, a quienes seguimos durante 30 años, por lo que si alguno de los dos desarrolla una enfermedad en algún momento, podemos comparar sus microbiotas e intentar ver si está implicada”.
Para Guardiola, además, este banco abre la puerta a que investigadores locales, utilizando las muestras que alberga, puedan avanzar en el conocimiento sobre la relación entre la microbiota y diversas patologías. “En un futuro próximo el TMF se aprobará para tratar muchas otras enfermedades y también para mejorar la eficacia de tratamientos como las inmunoterapias”. El TMF está llamado a ser una auténtica revolución en medicina.
Sin embargo, a pesar de toda la emoción, los científicos aún saben poco sobre cómo funciona el TFM. Para complicar aún más las cosas, un gramo de heces contiene una mezcla asombrosa de microorganismos que varía enormemente de una persona a otra. Los riesgos potenciales de los trasplantes de microbiota indefinida incluyen la transmisión de microorganismos infecciosos del donante, el aumento de la susceptibilidad a enfermedades asociadas con la composición de la microbiota intestinal (por ejemplo, obesidad e incluso trastornos mentales) y la transmisión de genes de resistencia a antibióticos presentes en microorganismos intestinales aparentemente inofensivos. Estos riesgos deben sopesarse en el contexto de los posibles beneficios para la salud de este tratamiento.