Si bien la COVID-19 ataca principalmente al sistema respiratorio, también puede afectar a prácticamente cada órgano y tejido del cuerpo humano, incluidos los sistemas inmunitario y digestivo.

Uno de los enfoques contemplados para reducir el impacto de la COVID-19 en la salud y el bienestar consiste en cuidar nuestra alimentación y nuestro estilo de vida.

El equipo de edición de GMFH se ha entrevistado con el director de investigación del INRAE  Joël Doré acerca de lo que se ha dado a conocer durante los últimos meses sobre el papel de la alimentación y un microbioma intestinal sano para reducir el riesgo de contraer COVID-19.

A lo largo del 2020, se han publicado numerosos estudios relacionando los hábitos alimentarios poco saludables con la inflamación crónica y el riesgo de contraer COVID-19. ¿Por qué resulta tan importante prestar atención a la estrecha conexión entre lo que comemos, la microbiota intestinal y la inmunidad en tiempos de COVID-19?

Las enfermedades crónicas derivadas de una mala alimentación no solo aumentan claramente el riesgo de contraer o desarrollar una forma más grave de COVID-19, sino que se ha demostrado además que provocan una inflamación de grado bajo. Se ha observado asimismo que los fármacos antiinflamatorios pueden resultar útiles a la hora de evitar formas graves que implican la denominada tormenta inflamatoria* causada por la COVID-19. Cabe por tanto suponer que la mejora del perfil de nuestra microbiota intestinal mediante una alimentación y unos complementos alimenticios personalizados, que ya han demostrado su capacidad para mejorar la inmunidad, sean un medio profiláctico para minimizar el impacto de esta enfermedad.

 

¿Qué grupos de personas son más proclives a desarrollar casos graves de COVID-19 y cómo puede influir un mejor cuidado de la microbiota intestinal a través de la dieta y del estilo de vida? 

El riesgo de desarrollar una forma grave de COVID-19 es más elevado en las personas mayores y en aquellas, independientemente de su edad, que padecen una enfermedad preexistente que curse con un cuadro inflamatorio (afecciones pulmonares o cardíacas, sistema inmunitario debilitado, obesidad severa, diabetes, asma).

En este contexto, cualquier medio para mejorar la homeostasis inmune podría sin duda tener un efecto protector. Como, por ejemplo, la habilidad de los probióticos para proteger contra la diarrea o reducir la permeabilidad.

 

¿Qué sabemos y qué nos queda por descubrir en términos del impacto de la COVID-19 en la microbiota intestinal, la susceptibilidad a la inflamación y las consecuencias en la salud a largo plazo?

  • La inflamación intestinal es mayor en la COVID-19 con diarreas agudas.
  • Estudios pilotos sugieren que en la infección por SARS Cov2 se produce una disbiosis intestinal con pérdida de riqueza y diversidad bacterianas, así como del butirato que produce las bacterias beneficiosas y una proliferación de bacterias proinflamatorias. La infección podría asimismo alterar la permeabilidad de la barrera intestinal a las bacterias y los metabolitos microbianos, favoreciendo su salida del intestino.
  • Se ha podido vincular la disbiosis con la gravedad de la enfermedad, e incluso se ha comprobado que la disbiosis persistía tras la eliminación del virus** y la desaparición de los síntomas respiratorios.

La percepción actual es que el diálogo entre la microbiota y el sistema inmunitario es primordial en los mecanismos de la infección y la expresión de la enfermedad en la COVID-19. La alteración de las defensas naturales (inmunosupresión, inmunosenescencia, inflamación de grado bajo) pueden provocar una disbiosis; y la alteración de las defensas naturales y de la composición de la microbiota podrían sustentarse mutuamente, favoreciendo la inflamación descontrolada. La persistencia de la disbiosis tras la desaparición de los principales síntomas podría explicar la larga y difícil recuperación de los síntomas asociados (alteración del tránsito intestinal, dolor en articulaciones, jaquecas, ansiedad, síntomas alérgicos, pérdida del gusto y el olfato).

 

Los trastornos gastrointestinales se incluyen a menudo entre los síntomas de la COVID-19. ¿Cómo evoluciona la microbiota intestinal a lo largo de la vida y cómo puede la COVID-19 afectar a la microbiota intestinal? ¿Por qué es importante cuidar de la microbiota intestinal de las personas mayores frágiles?

La literatura científica ha documentado un cambio en la composición de la microbiota de las personas mayores. Esta pérdida de riqueza se asocia a una menor capacidad de reacción de sus defensas naturales.  Su ecosistema será por tanto más vulnerable a ataques como las infecciones. No podrá luchar ni recuperarse con la misma facilidad. Si además, las defensas naturales se encuentran mermadas, las bacterias infecciosas o los virus provocarán consecuencias más graves. En este contexto, cuidar de la microbiota sería una buena estrategia de prevención, diversificando las fuentes de fibras, o en otras palabras, incluyendo una gran variedad de frutas y verduras a fin de contribuir a la protección de la barrera intestinal y por tanto de la microbiota.

Por ejemplo, la combinación de yogur y frutas contribuye a la ingesta de bacterias probióticas beneficiosas y nutrientes clave asociados con una mayor diversidad de la microbiota intestinal, incluidas las fibras prebióticas, las vitaminas y los minerales.

 

¿Qué cabe esperar de las próximas investigaciones sobre el papel de la microbiota intestinal para ayudarnos a luchar contra la COVID-19?

Somos genuinamente microbianos; somos un ecosistema y vivimos en simbiosis con nuestra microbiota, la cual nos aporta un sinfín de funciones beneficiosas. Preservar la riqueza y la funcionalidad de nuestra microbiota intestinal será sin duda provechosos y posiblemente reducirá el riesgo de contraer la COVID-19 o desarrollar una forma grave. Deberíamos considerar esto como una medida preventiva y protectora que reportará además otros beneficios, ya que reducirá el riesgo de contraer numerosas enfermedades crónicas.

 

* Proteínas que desempeñan un papel en la señalización a otras células de cómo regular su actividad y función (combatir enfermedades, por ejemplo).

** Significa la ausencia del virus en el organismo.