Lo que comemos tiene una gran influencia en la composición y las funciones de la microbiota intestinal, que a su vez influye en el riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas como obesidad y diabetes tipo-2.

Los hallazgos del proyecto de investigación Predict, un estudio reciente a gran escala realizado en Estados Unidos y  Reino Unido y fruto de una colaboración entre investigadores de diferentes instituciones, ha puesto en evidencia por primera vez que la calidad de los alimentos de una dieta podría influir en la composición de la microbiota y sus funciones y por ende, en nuestra salud.  El objetivo era observar las respuestas metabólicas de más de 1.000 adultos sanos tras consumir diferentes alimentos y vincular sus respuestas a perfiles de microbiota y por tanto, modelos nutricionales.

Para ello, los investigadores han analizado la dieta y la microbiota intestinal de los participantes y medido diversos datos biológicos tras la ingesta de una comida, incluido el nivel de azúcar y de colesterol en sangre, la actividad hormonal y los marcadores de inflamación. También han supervisado su patrón de sueño y su actividad física.

Los investigadores han conseguido demostrar que una dieta consistente en alimentos variados no procesados de origen animal o vegetal estaría relacionada con una microbiota intestinal beneficiosa para la salud. Por el contrario, una dieta rica en alimentos ultraprocesados, con azúcar y sal añadidos, se vincularía a microorganismos asociados a la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y la diabetes tipo-2. Han comprobado además que la genética solo desempeña un papel menor en la modulación de nuestra microbiota intestinal. La composición de la microbiota intestinal de los 1.098 voluntarios sanos estaba esencialmente determinada por lo que comían.

Estos resultados sugieren que una dieta rica en alimentos de origen animal y vegetal frescos y ricos en nutrientes (como verduras, frutos secos, yogures enteros, marisco, pescado blanco o azul y huevos) contribuye a la presencia de microorganismos intestinales como las bacterias productoras de butirato,  tan beneficiosas para la salud. Por ejemplo, algunas cepas de microorganismos intestinales se asocian a menos grasa alrededor de los órganos internos y niveles más bajos de glucemia, de colesterol y de inflamación, todos ellos factores implicados en la salud cardiovascular.

Por el contrario, una ingesta elevada de alimentos procesados (como las bebidas azucaradas, los cereales, el pan, la pasta y el arroz blancos y las carnes procesadas) se ha relacionado con los microorganismos intestinales asociados a una mala salud metabólica.

Estos descubrimientos concuerdan con unas investigaciones recientes realizadas sobre una población mediterránea de edad avanzada, que mostraban que es la  calidad de la dieta, más que la cantidad de calorías en sí, la relevante para prevenir la fragilidad asociada a la edad. Tal y como reconocen Patrice D Cani y Matthias Van Hul en la  reseña adjunta, la calidad de la dieta prima más que la edad de la persona y la cantidad de calorías ingeridas cuando se adopta una dieta mediterránea.

Los hallazgos derivados del estudio Predict han revelado asimismo una variación considerable en la respuesta metabólica de los pacientes a los alimentos. No todos los sujetos respondían de la misma forma a los alimentos, lo cual se explica por las características únicas de la microbiota intestinal de cada individuo. Por ejemplo, un determinado plato puede provocar un pequeño pico glucémico en algunos individuos, mientras que en otros puede causar una pequeña bajada de azúcar. Esto sugiere que en el futuro podría resultar útil distinguir entre la diferentes maneras en que las lentejas u otros alimentos afectan a ciertos grupos de personas.

Si bien es aún demasiado pronto para aplicar una medicina preventiva realmente personalizada, estos nuevos hallazgos aportan valiosas precisiones. Los investigadores empiezan a discernir que la dieta personalizada ideal debería centrarse más en la calidad y la categoría de los alimentos (fruta y verdura, carnes, etc.) que en la cantidad de nutrientes. Quizás algún día se tengan en cuenta las recomendaciones nutricionales individualizadas además de las guías alimentarias dirigidas a la población general a fin de mejorar la salud de los individuos.

 

Referencias:

Asnicar F, Berry SE, Valdes AM, et al. Microbiome connections with host metabolism and habitual diet from 1,098 deeply phenotyped individuals. Nat Med. doi: 10.1038/s41591-020-01183-8.

Cani PD, Van Hul M. Mediterranean diet, gut microbiota and health: when age and calories do not add up! Gut. 2020; 69(7):1167-1168. doi: 10,1136; 49(-2020):-320781.