Desde evitar comer sushi hasta lavarse las manos constantemente, numerosas son las medidas que toman, con buen criterio, las mujeres embarazadas para no enfermar. Incluso en ocasiones, por evitar males mayores, una embarazada puede caer en la tentación de ingerir antibióticos cuando contrae alguna enfermedad menor como un resfriado. Sin embargo, un nuevo estudio viene a sumarse a todos aquellos que ya apuntaban a que esta práctica puede ser una idea poco acertada.

Investigadores de la Facultad de Medicina de Chicago han descubierto que los antibióticos administrados a ratones hembras durante el periodo periparto (justo antes y después del alumbramiento) provocaban en sus crías una disbiosis de la microbiota y alteraciones del sistema inmunitario, así como un riesgo más elevado de enfermedad inflamatoria intestinal.

El equipo de investigadores llevó a cabo este estudio con madres y crías de ratones genéticamente propensos a desarrollar una enfermedad inflamatoria intestinal. Tras administrar a las madres un antibiótico denominado cefoperazona en una fase avanzada de la gestación y durante el periodo periparto, se dedicaron a estudiar la reacción provocada en las crías.

Los investigadores no solo observaron un empobrecimiento de la diversidad global de las bacterias en el intestino materno, sino también una reducción de las poblaciones del filo (o grupo) Bacteroidetes, con un crecimiento relativo tanto de Firmicutes como de Verrucomicrobia. Estos cambios no desaparecían incluso al cabo de 4 a 8 semanas tras el fin del tratamiento antibiótico.

Las alteraciones duraderas de la microbiota intestinal de la madre no parecían afectar a su propia susceptibilidad a las enfermedades inflamatorias intestinales, pero sí a la de sus crías. Las crías de ratón nacían con disbiosis intestinal y un número reducido de células con efectos antiinflamatorios y tenían más posibilidades de desarrollar una de estas enfermedades a medida que envejecían. Los autores dedujeron que, al producirse en una etapa temprana de la vida, durante una «ventana crítica del desarrollo para el establecimiento de la microbiota intestinal y la programación inmunitaria», la disbiosis ligada a los antibióticos tenía mayores consecuencias para las crías que para sus madres.

No queda claro que estos resultados sean extrapolables al ser humano. Pero las preguntas acerca de los efectos de los antibióticos durante el periodo periparto persisten, ya que numerosos estudios sobre la población (véase aquí y aquí, por ejemplo) han demostrado que una exposición temprana a los antibióticos está estrechamente vinculada a un mayor riesgo de desarrollar EII durante la infancia. Una reciente encuesta realizada en Dinamarca revelaba que aproximadamente el 40% de las embarazadas habían recurrido al menos a un tratamiento antibiótico durante la gestación.

Si bien este estudio pretende poner de manifiesto la relevancia de la microbiota intestinal durante el embarazo para la salud del bebé, sus autores insisten en la importancia de que las embarazadas sigan los tratamientos antibióticos prescritos por su médico.

«Los antibióticos deberían ser empleados de forma sensata en caso de necesidad», aclara el profesor Eugene B. Chang, doctor en medicina y autor principal del estudio. «Y por su parte, los médicos deberían tener siempre presente el uso racional de los antimicrobianos». En otras palabras, este estudio nos recuerda que las mejores prácticas, ya sea durante el embarazo o en cualquier otro momento, consisten en evitar el uso ocasional o «preventivo» de antibióticos.

 

Referencias:

Miyoshi J, Bobe AM, Miyoshi S, Huang Y, et al. Peripartum Antibiotics Promote Gut Dysbiosis, Loss of Immune Tolerance, and Inflammatory Bowel Disease in Genetically Prone Offspring. Cell Reports. 2017; 20 (2): 491-504.