Según el Fondo Mundial de la Investigación del Cáncer (World Cancer Research Fund International – WCRF), el cáncer colorrectal es el tercer tipo de cáncer más común en el mundo. Se calcula que para el año 2035 se habrán diagnosticado, a escala mundial, 2,4 millones de casos de este tipo de tumor anualmente, la mayoría en los países más industrializados. El riesgo de desarrollar esta enfermedad es de uno sobre veinte (5 %) y se trata de una de las tres causas principales de los fallecimientos atribuidos al cáncer.

La mayoría de los casos de cáncer de colon son esporádicos, es decir, sin una causa genética hereditaria. Por ello, los factores de riesgo ambientales y relacionados con el estilo de vida resultan esenciales en el desarrollo del cáncer colorrectal. Todos sabemos que cuanto antes se detecta un caso de este tipo de cáncer, mejores son las perspectivas de curación. Por ahora, la colonoscopia sigue siendo la prueba de referencia para el diagnóstico precoz, ya que ofrece la mejor visión del colon interior en su integralidad. Sin embargo, se trata de una exploración muy invasiva y numerosos son los pacientes que se muestran reticentes a la hora de realizársela.

Pero he aquí que un equipo de investigadores parece haber descubierto una nueva  herramienta potencial de detección no invasiva que podría utilizarse como complemento a la colonoscopia y otras pruebas de detección.

“Diversos grupos de investigación, entre los que nos encontramos, han planteado la hipótesis de que la microbiota intestinal, considerada como un factor ambiental esencial para nuestra salud, desempeñe un papel relevante en el cáncer de colon”, explica al Observatorio Mundial para la microbiota intestinal (Gut Microbiota Worldwatch) Julien Tap, un ecologista microbiano y analista de datos del proyecto MetaGenoPolis, coautor del estudio publicado en Molecular System Biology. En estudios anteriores,  ya se había observado que las anomalías en estas comunidades bacterianas estaban relacionadas con la obesidad, la enfermedad inflamatoria intestinal y el cáncer colorrectal. Sin embargo, nunca antes se había explorado esta comunidad bacteriana como un método potencial para la detección precoz de tumores.

Los investigadores tomaron muestras de heces de 61 personas sanas, 53 enfermos de cáncer de colon o rectal en un estado avanzado y 42 individuos con pólipos de colon precancerosos. Cabe recalcar que los científicos pidieron estas muestras a los sujetos días o semanas antes de que se les practicara una limpieza de intestinos previa a la colonoscopia, ya que sospechaban que esta última podía influir en la composición de la microbiota intestinal y provocar incluso sesgos en los resultados de cualquier prueba metagenómica.

Mediante la secuenciación de ADN de las heces y su análisis bioinformático, caracterizaron la microbiota intestinal de las muestras de excrementos de los pacientes y hallaron características diferentes en la población bacteriana de cada grupo de individuos. Asimismo, los investigadores recopilaron información acerca del índice de masa corporal, la edad y la etnia de los sujetos, tres factores conocidos por incidir en el cáncer colorrectal.

Sus hallazgos revelaron tanto el crecimiento, por una parte, como la reducción, por otra,  de numerosas poblaciones de bacterias relacionadas con los adenomas y los carcinomas. “Un estudio publicado en 2013 por Kostic y su equipo mostraba cómo Fusobacterium nucleatum potenciaba la tumorigénesis intestinal y modulaba el microentorno inmune frente a los tumores. Con nuestras investigaciones, hemos descubierto que algunas subespecies específicas de Fusobacterium nucleatum son particularmente abundantes en los pacientes con cáncer de colon. Hemos comprobado estos resultados con una cohorte independiente de 335 pacientes de diferentes países”, declaraba Tap.

La prueba de la microbiota intestinal propuesta tiene por objetivo complementar los procedimientos de detección ya existentes, tales como la prueba de sangre oculta en las heces (FOBT). Los investigadores se percataron de que su capacidad de detectar la presencia de lesiones precancerosas y cancerosas mejoraba cuando combinaban ambas técnicas e incluían los datos demográficos de los pacientes.

“Si combinamos estas pruebas [metagenómicas y FOBT], la sensibilidad aumenta más del 45% respecto al FOBT actual por sí solo. Por otra parte, de hecho, las pruebas metagenómicas aportan datos diferentes a los del FOBT. Incluso hemos conseguido demostrar que las pruebas metagenómicas tienen una mayor sensibilidad en la fase inicial del cáncer de colon respecto al FOBT. Esta última cuestión es importante, ya que las oportunidades de supervivencia a un cáncer de colon son mayores si se comienza a tratar pronto”, subraya Tap.

De llegar a confirmarse estas conclusiones en un estudio sobre una población más amplia, estas podrían conducir a una nueva prueba no invasiva de heces que detectaría eficazmente el cáncer de colon e incluso las lesiones precancerosas. “En un futuro, podríamos incluso plantearnos secuenciar nuestro ADN y nuestro metagenoma utilizando un sencillo aparato del tipo lápiz USB, de manera que todos los hallazgos de nuestro estudio pudieran aplicarse a las tareas rutinarias de los laboratorios locales a un coste reducido”, concluye Tap.