Tener un índice de masa corporal (IMC) de 30 o más es un factor de riesgo para la salud. Y cabe recordar que las opciones terapéuticas para luchar contra la obesidad siguen siendo escasas. La cirugía bariátrica, a pesar de su carácter invasivo, es, para algunos, el tratamiento más eficaz conocido hasta la fecha para las personas con obesidad mórbida, es decir con un IMC de 40 o superior.

Existen distintos tipos de cirugía bariátrica, incluidos el bypass gástrico en Y de Roux (RYGB) y la gastroplastia vertical con banda (VBG, por sus siglas en inglés), también llamado grapado estomacal; y todos ellos alteran el tracto digestivo y provocan una pérdida de peso. La cirugía bariátrica es una solución eficaz aproximadamente en el 80% de los casos a la hora de ayudar a los pacientes a perder peso a largo plazo, según la mayoría de las estadísticas.

Los cirujanos utilizan estos procedimientos por su eficacia, pero ¿cómo funcionan exactamente? Al principio, los científicos pensaron que la reconfiguración del tracto digestivo afectaba a la pérdida de peso, al limitar la cantidad de alimentos que una persona podía ingerir, reducir la absorción de nutrientes, o por ambas causas. Pero con el tiempo, se fueron percatando de que esta sencilla explicación no aclaraba completamente los medios por los que la cirugía provocaba esta pérdida de peso.

Un estudio de 2013 aportaba las primeras pistas significativas: la microbiota intestinal podría estar contribuyendo a esa pérdida de peso de los pacientes operados. Para empezar, mostraba (tal y como ya apuntaban estudios anteriores) que el RYGB reestructuraba la microbiota del tracto gastrointestinal  tanto en ratones y ratas, como en humanos. En la microbiota intestinal de los ratones que se habían sometido a cirugías simuladas, por ejemplo, no se apreciaban las mismas alteraciones. Asimismo, los investigadores observaron que tras el RYGB aumentaba la presencia de ciertos tipos de grupos bacterianos, como las Gammaproteobacterias y las Verrucomicrobia. Pero lo que realmente les acabó de convencer fue que cuando trasplantaron microbiota intestinal de un ratón previamente intervenido mediante RYGB, a otro desprovisto de gérmenes que nunca había sido operado, este último adelgazaba. Esto demuestra que algo en la microbiota intestinal tras la cirugía RYGB -y no necesariamente la cirugía en sí- podría estar ayudando a los ratones a perder peso.

Un estudio de 2015 confirmó que la conexión entre la microbiota intestinal y la pérdida de peso tras la cirugía bariátrica se produce también en humanos y se mantiene durante al menos diez años. Los investigadores se basaron en un grupo de mujeres que se habían sometido, alrededor de diez años atrás, a una cirugía bariátrica -de tipo RYGB o VBG- y que se habían mantenido en un peso inferior desde entonces. A pesar del tiempo transcurrido, los cambios en la composición y en las funciones del microbiota intestinal de estas mujeres, observados a raíz de la cirugía, seguían presentes. En cuanto a las funciones, la nueva microbiota producía cantidades diferentes de ciertos elementos importantes para la salud metabólica, y las bacterias consumían menos glúcidos como combustible.

Estas pruebas apuntan a que mantener un peso estable tras la cirugía, incluso a largo plazo, está directamente relacionado con cambios en la microbiota intestinal. ¿Qué puede tener esa microbiota tras la cirugía que le permite contribuir a la pérdida de peso?

La microbiota obtenida tras la cirugía sigue constituyendo una caja negra, cuyo funcionamiento los científicos tratan urgentemente de descifrar. Averiguar cómo se altera la microbiota para inducir una pérdida de peso y cómo conseguir que esta nueva comunidad microbiana se adapte a personas que no han sido operadas podría revolucionar los tratamientos contra la obesidad.

Se sabe que el trasplante de microbiota fecal (TMF) de un donante delgado a un paciente obeso no acarrea una pérdida de peso en este último: el TMF no altera la microbiota a largo plazo en humanos con enfermedades metabólicas. Sin embargo, este campo de estudio todavía podría dar sus frutos, ya que los científicos han constatado que inmediatamente después de someter a un paciente con sobrepeso a un TMF, tanto la microbiota fecal como la del intestino delgado se modifican, y son precisamente la mayoría de las bacterias alteradas las que producen moléculas beneficiosas denominadas ácidos grasos de cadena corta. La próxima etapa consistirá en explorar las muestras fecales en busca de nuevas bacterias probióticas causantes de cualquier efecto positivo en el metabolismo y ponerlas a disposición de las personas que necesiten perder peso. Quizás no conozcamos aún el nombre de esas bacterias, pero un día podrían revelar el secreto de un tratamiento duradero y sin necesidad de cirugía para la obesidad.

 

 

 

References:

Bakker GJ, et al. (2015) Gut Microbiota and Energy Expenditure in Health and Obesity. Journal of Clinical Gastroenterology 49, S13-S19 doi: 10.1097/MCG.0000000000000363

 

Liou AP, et al. (2013) Conserved Shifts in the Gut Microbiota Due to Gastric Bypass Reduce Host Weight and Adiposity. Science Translational Medicine 5(178) doi:  10.1126/scitranslmed.3005687

 

Tremaroli V, et al. (2015) Roux-en-Y Gastric Bypass and Vertical Banded Gastroplasty Induce Long-Term Changes on the Human Gut Microbiome Contributing to Fat Mass Regulation. 22(2), 228-238 DOI: http://dx.doi.org/10.1016/j.cmet.2015.07.009