Cuando familiares y amigos visitan por primera vez a un recién nacido, no pueden evitar especular sobre los parecidos: que si tiene los ojos azules de su madre o la misma nariz que su padre… El ADN que heredamos de nuestros padres determina sin duda nuestro aspecto físico, así como el riesgo de padecer ciertas enfermedades o nuestra capacidad cognitiva. Pero la influencia del ADN va aún más allá.

Según un nuevo estudio publicado en la revista Cell Host & Microbe, los genes también tienen un impacto sobre los microorganismos que albergamos, más concretamente sobre qué tipo y qué cantidad de bacterias se alojan en nuestro intestino.

«Nos propusimos descubrir genes humanos implicados en la regulación del microbioma intestinal, y lo conseguimos», ha declarado la autora principal Ruth Ley, profesora asociada del Departamento de Microbiología de la Universidad Cornell, en un comunicado de prensa.

Este estudio, realizado por investigadores de la Universidad Cornell, ofrece las pruebas más sólidas hasta la fecha de que el ADN humano modela la composición de la microbiota intestinal. Identifica asimismo algunas especies heredables vinculadas a las preferencias alimentarias, al metabolismo o al sistema inmunitario. 

Los investigadores constataron por ejemplo que las personas con ciertas variantes del gen LCT, que determinan si una persona podrá digerir la lactosa (glúcido presente en la leche y productos lácteos), tenían más Bifidobacterium en el intestino, unas bacterias «amigas» utilizadas habitualmente en los probióticos. Los científicos también observaron vínculos entre ciertos genes, las bacterias intestinales y la presión sanguínea. Esto complica la comprensión de esta herencia genética, ya que los cambios en los genes y en las bacterias intestinales se producen simultáneamente.

«Nuestros genes podrían influir en cuáles son los microbios que perdurarán en nuestro intestino y cuáles son los predominantesexplica Julia Goodrich, doctorada y becaria graduada de la National Science Foundation, investigadora en el laboratorio de Ley, en un comunicado de prensa. «La dieta también afecta al microbioma y nuestra genética puede incluso influir en nuestras preferencias alimentarias y nuestra percepción del gusto. Todos estos factores parecen estar interrelacionados y nuestros genes tienen un impacto en los microbios que nos habitan hasta un punto que no sospechábamos hasta muy recientemente.»

En total, los científicos han identificado una docena de microbios con vínculos conocidos con la salud y que son hereditarios.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores han utilizado información genómica de 1.126 pares de gemelos idénticos y mellizos del estudio Twins UK Study, llevado a cabo por el King’s College de Londres. Ya se había analizado los genomas de estos pares de hermanos con anterioridad y se habían detectado 1,3 millones de pequeñas variaciones genéticas para cada participante.

Los científicos estudiaron entonces las muestras fecales de los hermanos para determinar la similitud entre las bacterias de los gemelos genéticamente iguales frente a la de hermanos criados en un mismo entorno. Constataron que los genes del huésped condicionaban el 8,8 % de los microbios.

«Estos microorganismos se obtienen del entorno, pero el genoma también desempeña un papel importante, al determinar qué microorganismos son los predominantes», afirma Ley.

 

 

Fuentes:

Julia K. Goodrich, Emily R. Davenport, Michelle Beaumont et al. Genetic Determinants of the Gut Microbiome in UK TwinsCell Host & Microbe, 2016; 19 (5): 731 DOI:10.1016/j.chom.2016.04.017