Estudios realizados a lo largo de los últimos decenios han arrojado luz sobre la importancia de la dieta a la hora de reducir el riesgo de cáncer. Cada vez existen más pruebas de que la microbiota intestinal podría estar implicada en esta relación entre alimentación y enfermedades. Una investigadora senior del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, Rashmi Sinha estudia el vínculo entre lo que comemos, nuestra salud y la microbiota intestinal desde un punto de vista epidemiológico. Para ello, ha reclutado a miles de personas sobre las que ha realizado un seguimiento durante decenios. Le interesa esencialmente entender los factores a largo plazo que podrían acabar afectando a nuestro riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas, y también cáncer.

El pasado verano, Sinha asistió a la conferencia Bdebate de Barcelona sobre microbioma intestinal humano que tuvo lugar en el Museo de la Ciencia Cosmocaixa del 30 de junio al 1 de julio. Durante el encuentro, tuvimos la ocasión de entrevistarla acerca de los estudios epidemiológicos que está llevando a cabo en este ámbito.

 

¿Existe un vínculo entre la alimentación, la microbiota y el riesgo de desarrollar cáncer?

Sabemos que dieta y cáncer están relacionados, pero lo que está menos claro es cómo interviene la microbiota en este proceso. En estos momentos, en el caso del cáncer de hígado y del de colon, por ejemplo, se han llevado a cabo estudios de casos y controles. Estos estudios se realizan cuando alguien ya padece cáncer y consisten en observar las diferencias entre los casos [de cáncer] y las personas del grupo de control. El problema es que cuando las personas ya tienen cáncer, las cosas han cambiado: su alimentación y su microbiota se han modificado y por tanto, es difícil decir si han sido la dieta o la microbiota intestinal las responsables de la aparición de la enfermedad, o si por el contrario, es la enfermedad la que ha provocado los cambios. Por ahora, a falta de estudios prospectivos de cohortes, nos es imposible contestar a estas preguntas. En definitiva, sí, pensamos que probablemente esté implicada, pero no podemos asegurarlo.

 

En el caso de las enfermedades metabólicas, el vínculo con la microbiota intestinal parece estar más claro.

Es muy probable que la microbiota esté implicada en la diabetes y la obesidad. El problema a la hora de investigar el cáncer es su larga duración, la cual requiere recurrir a estudios mucho más amplios. Mientras que para las enfermedades metabólicas, se puede realizar el estudio en un marco temporal mucho más breve. Pero una vez más, no disponemos de estudios de cohortes, solo de asociaciones: la diabetes y la obesidad están vinculadas a un perfil de microbiota concreto, pero no se sabe si es la microbiota la que ha causado esto o si ha sido la obesidad la que ha provocado los cambios. Necesitaríamos hacer un seguimiento de los individuos cuando aún están sanos, durante cinco, diez o quince años, hasta el momento en que enferman. Solo entonces se podrá echar la vista atrás y decir: «claro, esto fue lo que provocó la enfermedad.» Así que hasta que no seamos capaces de llevar a cabo este tipo de [estudio], no entenderemos las causas y los efectos.

 

Está usted actualmente trabajando en la puesta en marcha de una amplia cohorte de estudios para investigar la relación entre dieta y cáncer

En lo que estoy esencialmente centrada en estos momentos es la relación entre carne y cáncer y entre café y cáncer. Estos son mis dos principales ámbitos de estudio en la actualidad. Pero también estoy intentando establecer estudios amplios de cohortes, con grandes poblaciones, del orden de 100.000, 200.000, o 300.000 personas, para recabar muestras de su microbiota y seguirlas durante los próximos 10, 15, 20 años y realizar los tipos de estudios necesarios para ser capaces de contestar a las preguntas que me está usted planteando ahora.

 

Pues tendremos que repetir la entrevista dentro de diez años, entonces.

Sí [risas] ¡Nos volvemos a ver en 10 años! Aunque ya sabemos ciertas cosas. Como, por ejemplo, que muy posiblemente diferentes tipos de dietas estén vinculados a diferentes tipos de bacterias. Pero no podemos señalar cuáles son, ni afirmar categóricamente: «estas bacterias provocan cáncer.» Podemos observar la relación entre carne y bacterias, pero por ahora resulta imposible hacer lo mismo con las bacterias y el cáncer.

Solo llevo a cabo estudios en humanos. Nos basamos en un amplio grupo de individuos a los que pedimos que respondan a preguntas sobre su alimentación, su salud, su actividad física, su talla y su peso y si fuman o si beben alcohol. Analizamos su sangre, [su] orina, sus heces, y esperamos hasta que alguno de ellos desarrolla algún tipo de enfermedad. Cuando esto sucede, volvemos a observar los diferentes factores que [explican] por qué esas personas han desarrollado cáncer mientras que otras no lo han hecho.

 

¿Y en el caso del café? ¿Existe algún estudio que demuestre que el café puede ser beneficioso para la microbiota intestinal?

No sé si el café es bueno para la microbiota, pero sé que la microbiota transforma muchos de los componentes del café en algo que se supone que es beneficioso para las personas. Tampoco sé si la microbiota cambia, pero sé que la microbiota metaboliza los componentes del café que podrían tener un efecto protector frente al cáncer de hígado y de endometrio, por ejemplo. Pero una vez más, desconocemos el papel de la microbiota intestinal en este proceso.