El ADN de los microbios conservados en los dientes fosilizados de nuestros ancestros, concretamente el procedente de las bacterias calcificadas en el sarro o cálculo dental que se acumuló sobre las dentaduras de estos humanos prehistóricos, contiene abundante información de cómo era la microbiota que poblaba los intestinos de las civilizaciones que vivieron hace miles de años. Gracias a este hallazgo se podría averiguar qué consecuencias han tenido sobre la salud humana los cambios en la dieta desde la Edad de Piedra hasta nuestros días, según exponían los científicos reunidos en el encuentro “ADN antiguo: las primeras tres décadas”, celebrado en la Royal Society de Londres el pasado mes de noviembre.

“Nuestra evolución a lo largo de los últimos 7500 años ha afectado a las bacterias que conviven con nosotros y tiene consecuencias sobre la salud”, afirmaba el profesor Alan Cooper, investigador del Centro de ADN Antiguo de la Universidad de Adelaida, en Australia, que recientemente estudió el sarro de 34 noreuropeos prehistóricos para averiguar en qué consistía su dieta y dió a conocer los resultados de sus indagaciones en la revista Nature Genetics.

La doctora Christina Warinner, antropóloga estadounidense de la Universidad de Oklahoma y coautora del trabajo, está decidida a extraer información sobre cómo cambia la microbiota a lo largo de la vida de un individuo diseccionando las finísimas capas de sarro que acumularon sus dientes a lo largo de la vida. No será fácil porque hay mucho ADN en esas muestras. “En algunos casos la concentración de ADN procedente de microbios en el cálculo dental es tan alta como en un hígado humano vivo”, dice Warinner. Eso sí, en estos análisis habrá que tener mucho cuidado con la contaminación  de las muestras. De ahí que se los investigadores estudiar también el interior del diente, que indica la composición microbiana del suelo, el agua, etcétera., y compararla con la del sarro. “Si el parecido es alto será una buena señal”, matiza Warinner