Durante los últimos años, los científicos han descubierto que los microbios alojados en el tracto digestivo (la microbiota o flora intestinal) desempeñan funciones vitales para la salud. La digestión, la inmunidad e incluso la salud mental dependen de las tareas realizadas por las bacterias intestinales.

Dos nuevos estudios acaban de descubrir que el ser humano alberga quinientas especies de microbios -y siete millones de genes microbianos- desconocidos hasta la fecha. Esta parte de la flora intestinal que era desconocida hasta ahora podría contener información crucial sobre el origen de ciertas enfermedades (EII y síndrome metabólico, entre otras) y pistas sobre cómo combatirlas.

Dos de estos estudios fueron publicados en Nature Biotechnology, y son resultado de los esfuerzos del proyecto MetaHIT (Metagenómica del Tracto Intestinal Humano)), un consorcio europeo cuya finalidad es explorar la composición del microbioma intestinal humana.

El primero de estos estudios se centró en ampliar el catálogo de genes pertenecientes a los microbios de la flora intestinal. Los científicos habían secuenciado con anterioridad los genes encontrados en los intestinos de 124 individuos, de los que habían obtenido una lista de 3,3 millones de genes pertenecientes a los microbios allí alojados. Ahora el número de muestras, provenientes de tres continentes (América, Europa y Asia), ha pasado a 1.000. Por consiguiente, el catálogo se ha ampliado a diez millones de genes. El próximo paso para los investigadores será descubrir el papel desempeñado por esos genes, a fin de entender mejor las funciones de la microbiota.

El segundo estudio tiene un objetivo más ambicioso, si cabe: identificar en lugar de nuevos genes, nuevos organismos en la microbiota. El catálogo ampliado obtenido por el primer estudio consiste en una lista de genes. Pero los genes no existen por sí solos, sino que forman parte del genoma de los organismos. Sin embargo, no resulta fácil identificar a qué microbio corresponde cada gen del catálogo. Para poder alcanzar este objetivo, los investigadores han desarrollado un nuevo método bioinformático que permite agrupar de manera eficiente los genes del catálogo, asegurándose de que cada grupo forme el genoma de un microbio concreto. Con la ayuda de esta técnica, los autores han encontrado 500 especies cuya existencia en la microbiota era desconocida hasta la ahora.

La idea básica tras este método es encontrar genes que se hallen siempre en cantidades similares en diferentes individuos. Los genes que se repiten en numerosas personas en número similar tienen una alta probabilidad de estar «empaquetados» juntos, dentro del genoma del mismo microbio, y éste estará presumiblemente presente en todos esos individuos. Gracias a este método informático basado en la hipótesis mencionada, los científicos han descubierto la existencia de numerosos genomas de microbios. Pero, sorprendentemente, no se conocía la existencia de todos ellos en la microbiota, sino que 500 de estos organismos resultaron ser nuevas especies.

«El enfoque novedoso [de estas investigaciones] nos indica que incluso hoy, la mayor parte de los microorganismos en el interior de los intestinos humanos no han sido aún caracterizados y nos resultan desconocidos. En mi opinión, he aquí la principal conclusión de este estudio», afirmaba el profesor Francisco Guarner, jefe del Laboratorio de investigación experimental del Hospital Universitario Vall d’Hebron (Barcelona), y coautor de ambos estudios.

Curiosamente, algunos de los sujetos analizados en el estudio poseían muy pocas de estas nuevas especies. Al identificar a estas personas, los autores descubrieron que todas ellas padecían la enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, o síndrome metabólico con componente inflamatorio. Estos hallazgos sugieren que existe una correlación entre sufrir este tipo de enfermedades y tener una  diversidad menor de estas especies desconocidas. «Estas especies, desconocidas hasta hoy, posiblemente acaben marcando la diferencia entre las personas sanas y las enfermas» explicaba el profesor Guarner.

Estos datos podrían abrir la vía hacia nuevas estrategias enfocadas en restablecer la presencia de estas especies a través de la intervención nutricional. Y más concretamente, suministrar a los pacientes probióticos o prebióticos que les permitan equilibrar su microbiota.