Alisa tuvo que embalar sus cosas y mudarse mientras estaba embarazada de siete meses –una empresa estresante incluso sin cargar con 11kg extra y no llegar a atarse los cordones de los zapatos uno mismo. Felizmente, su mejor amiga estaba ahí para ayudarla. “¡Me ayudó a embalar más de la mitad de mis cosas y también fregó hasta el último rincón de nuestra nueva casa!”, cuenta Alisa.

Ofrecerse a hacer la mudanza de una mujer embarazada para evitar que pierda la calma parece un poco exagerado. No obstante, según Eldin Jašarević, investigador postdoctoral de cuarto año en el laboratorio de Tracy L. Bale de la Universidad de Pensilvania, ciertos factores de estrés pueden dejar de ser insignificantes durante el embarazo. Parte del trabajo de Jašarević en el laboratorio de Bale consiste en observar los factores que afectan a la salud mental de un animal durante su gestación y a lo largo de su vida.

En una entrevista con el equipo editorial de Gut Microbiota for Health, Jašarević explica que los resultados obtenidos en modelos animales sugieren que ciertos factores de estrés durante la gestación podrían interferir en el desarrollo cerebral normal de las crías, especialmente de las crías macho. Estos factores de estrés actuarían, en parte, alterando los microorganismos que residen en el intestino.

Los resultados obtenidos en modelos animales sugieren que los factores de estrés podrían interferir en el desarrollo cerebral normal de las crías

Jašarević describe un estudio publicado con anterioridad este mismo año, en el cual él y sus colegas utilizan ratones modelo para probar los efectos del estrés durante la gestación. “Durante la primera semana, expusimos a ratones hembra preñadas a diferentes factores de estrés que variaban en frecuencia, duración y cronicidad”, explica. “Se trata de reproducir los factores de estrés inesperados, impredecibles e incontrolables que conforman nuestra propia experiencia humana”.

Gracias a estudios anteriores, supieron que estresando de ese modo a las hembras de ratones preñadas afectarían la salud cerebral de sus crías macho: en la edad adulta, estos machos desarrollarían respuestas inusuales ante eventuales factores de estrés y muchas otras anomalías cognitivas.

Los investigadores querían saber si el estrés tenía algún impacto en el cambio bacteriano intestinal normal que se produce durante el período de gestación de 19 días de las madres de ratón. «Tomamos muestras fecales todos los días. Analizamos la composición de la comunidad microbiana a través del tiempo», dice Jašarević. «Lo que vimos fue que el estrés realmente interrumpe el patrón natural de la microbiota intestinal durante el embarazo«.

Y prosigue: «No sólo afecta su composición, ‘¿quién está ahí?’, sino también ‘¿qué están haciendo?'». La interrupción no sólo se observó en la microbiota intestinal de los ratones madre, también en su microbiota vaginal. Jašarević y sus colegas sospechan que la disponibilidad de nutrientes, bloqueada de algún modo por la microbiota intestinal, podría afectar la forma en que se desarrollan el sistema inmune y el cerebro de las crías.

Esencialmente, la alteración de la microbiota intestinal puede influir en el estado nutricional de la madre -la capacidad de la madre para «cosechar» los nutrientes de su alimentación- y así cambiar los suministros de energía disponibles para el cerebro de las crías en desarrollo. Las interacciones con hormonas podrían explicar los efectos específicos en ratones machos.

Sin embargo, cuando se trata de humanos, todavía hay mucho por descubrir. “Ahora estamos tomando todo lo que sabemos sobre la configuración del ratón y tratando de adaptarlo: de las necesidades del paciente al laboratorio y viceversa”, señala Jašarević. A pesar de que aún no puede decir si las condiciones para los seres humanos serán exactamente las mismas, Jašarević recuerda los conocidos datos de la Hambruna Holandesa de 1944 y otros estudios que demuestran que el estado nutricional de la madre es fundamental para el desarrollo del cerebro de sus hijos.

«Ahora estamos añadiendo este nuevo componente, esta nueva capa compleja», explica. «Sí, el estado nutricional realmente importa, pero  dicho estado nutricional parece depender de la mediación de la microbiota intestinal que está presente en la madre.»Jašarević señala: “Muchos nutrientes que apoyan el crecimiento fetal normal son proporcionados por nuestra madre, y muchos de estos nutrientes son de origen microbiano, ácidos grasos de cadena corta, entre otros».

«Es fascinante comprobar la estrecha interacción entre la alimentación, la microbiota intestinal de la madre y, potencialmente, el desarrollo del feto«, dice.»Estamos empezando a aceptar la idea de que el microbioma -incluyendo el microbioma materno durante el embarazo y el período de postparto o lactancia- no sólo es esencial para el desarrollo global del niño sino también para su desarrollo neuronal», concluye.

 

 

Referencia:

Jašarević E, Howard CD, Misic AM, Beiting DP, Bale TL. Stress during pregnancy alters temporal and spatial dynamics of the maternal and offspring microbiome in a sex-specific manner. ScientificReports. 2017; 7:44182. doi: 10.1038/srep44182